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¿Y qué se puede hacer después de todo este lío?

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Poco o nada, fuera de no oponer resistencia a la energía cinética que se libera después de un estallido, dejarse llevar por el estallido, y en ese viaje, tener los ojos bien abiertos, condición insoslayable cuando se quiere nadar con la corriente a favor.
 
Todo lo que se ve está afectado por este fenómeno, el del estallido social,que ha ido vaciando de contenido todo lo que considerábamos estable o normal. Es natural entonces, esperar la reacción de establishment, que simultáneamente, se ha desplegado silenciosamente & bulliciosamente en acciones y anuncios para contrarrestar este vaciamiento, cuyo foco los afecta directa y principalmente. Es el fantasma del vacío de poder el que quedó rondando, ya la famosa frase por excelencia del corazón del poder, “hay que dejar que las instituciones funcionen”, ha quedado obsoleta.

 

El anuncio de un plebiscito para hacer una nueva Constitución Política es lo más visible, es el tótem exhibido frente al pueblo, cuestión increíble, jamás se habría esperado de un gobierno, el de los hijos legítimos del poder, se abriría la ventana a un plebiscito, que irían a consultar al pueblo si querrían cambiar la  ley fundamental.

 

Con todo, no se puede esperar que resulte otra cosa de un gran acuerdo entre los 2 poderes principales de un estado que se dan cita, para confeccionar un plan, para evitar ser despojado de ese poder que les garantizaba “el estado de derecho”, el anuncio, los plazos, las provisiones legales, etc. son parte de la reacción,  que ha sido vacilante , “cediendo” porque la presión popular no bajó el puño.

 

Al principio querían hacerla ellos en el Congreso, y después optaron por una Asamblea Constituyente cuyo nombre fue cambiado enigmáticamente a Convención Constitucional, así las cosas, dentro de este ofertón se esconde una trampa, los asambleístas o convencionales serán elegidos de acuerdo al sistema electoral que rige las elecciones de diputados, es decir por distritos, de tal manera, de asegurar las proporciones que se han dado históricamente en este escenario, vale decir, la Derecha y sus múltiples etiquetas un 40%, y la Concertación o NM +FA, un 60%.

 

Finalmente,  da a conocer entre otras cosas, el procedimiento que tendrán que tener a la vista  los elegidos para confeccionar la nueva constitución, que dice: “… la Convención deberá aprobar las normas y el reglamento de votación de las mismas por un quórum de dos  tercios de sus miembros en ejercicio.

 

Las convención no podrá alterar los quórum ni procedimientos para su funcionamiento y la adopción de acuerdos.”

 

Paradójicamente, la  derecha está llamando a votar que No a la Nueva Constitución que patrocinó en el plebiscito del 26 de abril próximo, de esa manera, al ganar esa opción ,la del NO, queda legitimada automáticamente  la  controvertida Constitución del 80.
 
Es evidente que se quieren pasar de listos, y si no resulta, para asegurarse, está la opción siguiente, en que muchos ex concertacionistas están de acuerdo, votar por la opción que sea una asamblea mixta, con la mitad del Congreso metido entre los asambleístas, otra “avivada”. Sin embargo, aún hay más si no resulta, todavía queda la elección de los asambleístas en dónde se pretende dominar la Asamblea, sea por acuerdos entre los asambleístas que sean permeables al proyecto de la llamada “clase política”, o simplemente por “el reglamento” que permite a la minoría vetar cualquier artículo  en que la mayoría no cuente con los dos tercios de los asambleístas elegidos, donde las abstenciones o ausencias corren en favor de la minoría. La llamada clase política seguirá participando en todas las instancias que sigan al camino trazado por ellos.
 
 
 Un ejemplo muy didáctico es la reciente votación en el Senado para aprobar una ley que garantice el agua como un bien de uso público, en que rige el mismo “reglamento”: la minoría obtuvo 12 votos, la mayoría 24, que ya es el doble, y sin embargo la opinión mayoritaria requería de 29, que en la práctica resulta que con menos del 30% la minoría impone su criterio.
 

No sabemos cómo será el comportamiento del movimiento social en modo estallido, si se niegan a participar de esta opción con todas las provisiones que ha tomado el gobierno de Piñera, o si el mismo Piñera se encontrará gobernando entonces, pero si ocurriese que 6 o 7 millones de electores concurriera a ejercer su voto válidamente emitido, entonces lo que allí ocurra, será válido y legítimo, nadie podrá objetar sus resultados.

 

Sin embargo cabe una pregunta, o varias
 
 
 ¿Es legítimo el procedimiento que fija un poder instituido a priori, la ley que convoca este plebiscito, para una Asamblea que será elegida directamente por el pueblo?
 

¿Acaso no es un mandato supremo el que le confiere el pueblo a los asambleístas para la única misión de confeccionar una nueva Constitución?

 

¿No es parte del mandato acaso, la de fijar el procedimiento para construir la  nueva Constitución?

 

Fijar a priori el cómo hacerla por el Congreso a cuenta del gobierno es una intromisión que asalta a la vista , choca con la voluntad suprema del pueblo convocado, no es competente ni el presidente ni los senadores y diputados para fijar normas de funcionamiento a la Asamblea, ni menos el Tribunal Constitucional para dirimir conflictos, estas instituciones son parte interesada de lo que podría desaparecer si la Asamblea así lo dispusiera y el pueblo lo aprobara, de modo que es contrario a la lógica, al derecho, y a la voluntad del pueblo que están convocando. Hay un vicio o un error.

 

Si no quieren que la Asamblea en el mismo mágico momento de constituirse como tal desconozca ese reglamento y fije el propio, no hagan esta obscena propuesta.

 

La Asamblea tendrá el respaldo del pueblo, el conflicto social seguirá el curso de las aguas por el flanco que encuentre y necesariamente se trasladará a la Asamblea si es que llega a ser elegida.

 

La dejo ahí.

 

 

Por René Dintrans Alarcón

 

 

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