Crónicas de un país anormal

La casta plutocrática y la Asamblea Constituyente

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Ha bastado sólo una tregua para que la derecha pierda el miedo y vuelva a sus andadas: es evidente que los dirigentes de la UDI y gran parte de Renovación Nacional van a utilizar sus poderosas fuerzas mediáticas para tratar de que continúe la Constitución de 1980, que es la Constitución hecha a su medida, pues les garantiza el poder. (Despilfarrar la herencia de su héroe y salvador, Augusto Pinochet, sería una estupidez de su parte).

 

Durante la bacanal dionisíaca de fuego y rebelión popular la derecha calló y escondió e incluso, pretendió disfrazarse de demócrata: firmó Acuerdos con los partidos políticos de oposición y logró hacer creer a los lectores de Diarios y a los asiduos seguidores de la Televisión que la derecha estaba dispuesta a perder un plebiscito en favor de una nueva Constitución, mediante una especie de “Asamblea Constituyente” con un nombre que encontraban más adecuado e institucional, “Convención Constituyente”.

Una vez perdido el miedo, “las viejas rameras comenzaron a hacer de las suyas” y todo volvía al viejo orden: a la “cabrona” se le pasó la borrachera y volvió a ser la emprendedora de siempre, y las chiquillas se ordenaron y reanudaron el cobro a los caballeros.

Ya muy seguros de su éxito, apareció la parejita Cubillos-Allamand y empezaron a diseñar una estrategia para llevar a cabo la contraofensiva en favor de la mantención de la Constitución de 1980, y como desprecian al pueblo, una vez aplacada la tormenta, estaban convencidos de que los ciudadanos iban continuar siendo tan blandos y moldeables como antaño. (No pocos de ellos, asustados, llegaron a creer que Camila Vallejo, por ejemplo, se comía a los niñitos).

Los sistemas electorales son un invento para falsificar la voluntad popular, por ejemplo, se usan sistemas matemáticos, como el de las cifras repartidoras, del belga Victor D´Hondt, por consiguiente, si se repiten los distritos para elecciones parlamentarias la composición de la Convención Constituyente sería la misma del parlamento – a lo mejor, sólo cambiaría los nombres -.

La UDI, con su presidenta ultraderechista, rechazó la proposición de igualdad de género argumentando que las mujeres son más “peludas y fuertes que los hombres”, en consecuencia, nadie tiene que regalarles escaños. Siempre ha sido muy extraño que, casi siempre, la derecha conservadora se haya opuesto al voto de las mujeres, cuando antaño, las señoras eran aconsejadas por los curas, y el hecho de ser católicas exigía ser conservadora, el único partido de la iglesia antes de Eugenio Pacelli, (Pío XII). Hoy, para la Van Rysselberghe las feministas serían unas anarquistas demoníacas, que andan señalando a militares y carabineros como “…el violador eres tú…”, (una falsa noticia acusa que un pobre paco estuvo tres meses “al palo” castigado por su señora, hasta que prometió nunca más usar calzones verdes).

En Malleco y Cautín los evangélicos habían logrado convertir a los con “mechas de indio bravo” en parte del coro de la iglesia, que ya aparecían con voz de monja, convirtiéndolos en adoradores del “Cristo de los banqueros”; el ser rico era un anuncio de la infinita bondad de Dios, (lo sostenían Lutero y Calvino). En muchas de las elecciones de estas dos provincias ha ganado la derecha, por consiguiente, parece inexplicable que se opongan a la cuota de los pueblos originarios en la Convención Constituyente.

La derecha ha sostenido siempre que pierde en las encuestas por el voto oculto, es decir el de aquel ciudadano que no se declara derechista porque le da vergüenza. Era de pensar que la derecha favoreciera las listas independientes por sobre las de los partidos de izquierda, donde predomina el militante.

El favorecer el voto de las mujeres, pueblos originarios e independientes, pareciera más favorable a la derecha, pero no nos engañemos: el objetivo de la dupla Allamand-Cubillos es el gatopardismo, (que todo cambie para que nada cambie) y, bajo una supuesta Asamblea Constituyente, se legitime el legado de Pinochet y de su ideólogo, Jaime Guzmán Errázurriz, (don Vito y Mikel Coleone, sus exitosos “padre-padrino).

Las plutocracias son viejas prostitutas, que tienen estrategias muy brillantes para su edad y seguir engañando a sus amantes, haciéndoles creer que continúan en la flor de la edad.

 

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

09/01/2020

        

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