Crónicas de un país anormal

Los caminos que se abren tras el asesinato del general iraní Soleimani

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El General Soleimani es, sin duda, el segundo personaje más importante de Irán después del Ayatolá, Alí khamenei, jefe supremo de la revolución de ese país.

 

 

En Irán impera una teocracia en que el mando supremo corresponde a los doce Ayatolás del Consejo de la Revolución, mientras que el poder militar reside en la Guardia Islámica Revolucionaria; (el ejército iraní tiene un poderoso respaldo en misiles de alta tecnología). El poder político, supeditado al religioso, se centra en un presidente de la República, (hoy en manos del moderado Jasán Rohani), y de un Parlamento elegido popularmente. Los partidos políticos tienen poca importancia en la vida de la nación, sin embargo, existe un considerable movimiento popular de laicos, cuya misión es combatir la teocracia de los Ayatolás.

 

Para entender la política iraní, hay que terminar con algunos mitos propios de la ignorancia cultural: 2) la mayoría de los musulmanes no son  sinónimo de  árabes; los iraníes descienden de los arios y son herederos del imperio persa, (una de las civilizaciones más antiguas de la humanidad); 3) sólo un ignorante como el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, osa afirmar que los iraníes no han ganado ninguna guerra, omitiendo a Darío, Ciro El Grande y Artajerjes, quienes libraron grandes batallas contra los espartanos y, en la mayoría de los casos, saliendo vencedores; 4) en el mundo musulmán, el 80% corresponde a los sunitas y sólo el 20% a los chiitas, (en Irán, la mayoría de los musulmanes son chiitas).

 

En el Medio Oriente, Iraq e Irán son de mayoría musulmana chiita, coincidiendo con las dos más antiguas civilizaciones, Mesopotámica y Persa.

 

En este mismo sector a veces no coincide quien detenta el poder con la mayoría religiosa de la ciudadanía: Sadam Hussein, por ejemplo, era sunita en un país mayoritariamente chiita; el dictador actual de Siria pertenece a una secta chiita en un país con un alto porcentaje sunita; Arabia Saudita y Egipto son sunitas.

 

Las fronteras de los países del Medio Oriente, así como pueden ser amplias si incluimos a Egipto, Libia, Marruecos, Argelia y Túnez, (el conjunto llamado Magreb), también son pequeñas, limitándose a Siria, Líbano, Iraq, Irán, Israel, Arabia Saudita, y resto de los países de la Península Arábica.

 

Tres países se disputan la hegemonía del Medio Oriente: Israel, Arabia Saudita e Irán: Israel y Arabia Saudita son aliados de Estados Unidos, y su enemigo principal es Irán.

 

Trump, al parecer, no gobierna para los Estados Unidos sino para los evangélicos y sionistas, es decir, el poder pertenece a su yerno, sionista fanático. Trump ha regalado a Netanyahu no sólo armas y poder bélico, sino también la ciudad de Jerusalén y los Altos del Golán, (antiguamente de Siria).

 

Irán, en su ubicación geopolítica – podría compararse con Bolivia – se encuentra en el centro del Medio Oriente, y uno de sus puntos estratégicos es el Estrecho de Ormuz, canal por donde circula la mayor cantidad de petróleo, por consiguiente, si este país decidiera cerrarlo, el barril subiría fácilmente a doscientos dólares. El territorio iraní también es fundamental para la Ruta de la Seda, el gran proyecto chino.

 

En otro orden de cosas, si bien Rusia no es una potencia económica, sí lo es en el plano militar, y junto al ejército iraní han logrado el dominio en el conflicto sirio, (hay que considerar que Rusia será la dueña del oleoducto mediterráneo hacia Europa a través de Siria).

 

El petróleo, hasta hoy, ha sido la fuente de respaldo del dólar, como también el origen de las disputas en el Medio Oriente. El antiguo Sha de Irán, Muhammad Reza Pahlavi, un corrupto servidor de Estados Unidos, que utilizó la tortura más cruel contra su propio pueblo, (especialmente a través del Savak), fue derrocado en 1979, luego de una prolongada huelga, que comenzó en 1978; el líder de dicho movimiento era el Ayatolá Rudollah Jomeini, por ese entonces asilado en Francia. La revolución iraní, instalada en el poder, se convirtió en la principal enemiga de Estados Unidos en el Medio Oriente.

 

Por su parte, Iraq, regido por el dictador Sadam Hussein, declaró la guerra a Irán, y en seis años el tirano iraquí utilizó armas químicas contra los iraníes, provenientes de la Primera Guerra Mundial. Por esa época los yanquis se hicieron los desentendidos y nadie condenó esos crímenes como delitos de lesa humanidad.

 

En 1988 la Embajada de Estados Unidos en Teherán fue atacada y tomados como rehenes 52 diplomáticos norteamericanos, que fueron mantenidos en cautiverio durante 444 días, hecho que significó para Jimmy Carter la derrota para su reelección. Posteriormente, George W. Bush incluyó a Irán, junto con Iraq y Corea del Norte como parte del “eje del mal”. Barack Obama, con el “5+1” logró detener el programa atómico de Irán permitiendo su integración al Sistema Bancario Internacional.

 

La ruptura del “5+1” por parte del actual presidente, Donald Trump, cambió radicalmente la situación, y prohibió a todos los países la compra de petróleo y gas natural a Irán, generando así una crisis económica en el país persa: devaluación de la moneda, alta inflación, escasez alimentaria…, pero China y Rusia se han negado a ser parte del bloqueo.

 

Se han formulado varias hipótesis respecto a las consecuencias del asesinato del general del ejército iraní, Qassem Soleimani: la primera me parece descartable, es decir, la influencia en el juicio político que se sigue en Estados Unidos en contra de Trump, pues ya está medio muerto al pasar al senado, con mayoría republicana; la segunda hipótesis, más válida a mi modo de ver, se refiere al sionismo en pro de la hegemonía de Israel; la tercera hipótesis, aunque discutible, es tratar de ganar apoyo popular con miras a la reelección, en noviembre de 2020, (los norteamericanos, desde Vietnam, le tienen horror  los sacos de basura con cadáveres, por consiguiente, podría volverse en su contra); la cuarta hipótesis, el que Trump se burle de las leyes y que no consulte al Congreso en este caso, no tiene nada de raro, pues lo hace casi siempre, y se da el lujo de repetirlo cuantas veces quiera, pues la democracia norteamericana en un juego.

 

El General Soleimani se ha transformado en un mártir:  los chiitas – parecidos a los católicos – tienen un gran culto por el martirio, y ya se dice que el General está a diestra de Alí, el mártir del chiismo. La historia demuestra el poder de los mártires, especialmente en las guerras de religión.

 

Rafael Luis Gumucio (El Viejo)

06/01/2020    

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