Poder y Política

Del estallido a la revolucion

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 2 segundos

La fuerza con la que irrumpió el pueblo para exigir cambios fundamentales posiblemente sean la nueva forma en que las revoluciones se mantengan vivas y  necesarias. Millones se juntaron, uno al lado del otro, y tienen de rodillas a sus verdugos, los que les disparan y los que los explotan.

 

Queda en la memoria esos extraordinarios saltos en la historia que luego de largos años de trabajo consecuente no exento de confrontaciones ideológicas, en algún día que venía sin nombre un violento amor le colocaba su sello propio.

 

Los intentos revolucionarios de la década de los sesenta fueron consecuencia del fracaso a lo que en esos años se llamaba reformismo. Es que la historia de la pobreza en el continente llevaba décadas y miles de muertos en las calles para pedir sencillamente pan, trabajo, techo. El mundo de esos decenios no es el mismo en sus aspectos formales a los actuales. Las clases están cotidianamente presente en los dos lados de la calle.

 

La desnutrición infantil era una pandemia. Millones de chilenos condenados al analfabetismo. Salarios de hambre. Riquezas básicas en manos de empresas norteamericanas y el imperialismo yanqui clavando sus fauces sin misericordia. Entonces frente a esa realidad había que convocar a una revolución, así lo construyó una generación es que no había otra alternativa. El mundo estaba dividido y había que tomar partido hasta mancharse como dice el poeta.

 

Pero la historia tenía sus propios actores y fueron los miles y miles que por primera vez en su vida se sintieron hombres y mujeres dignos. La izquierda revolucionaria entendió, no era posible sentirse enemigo de quien había hablado en todas las plazas de los pueblos para sumar voluntades al cambio.

 

Sobre eso se escribirá mucho todavía sin duda.

 

Las revoluciones, los impulsos de millones de hombres y mujeres con las exigencias para alterar el rumbo de la pobreza y la desigualdad. Los enfrentamientos son entre los que no tienen derechos con los que controlan el país y se expresan en el 1% de los más ricos. Tener dinero puede que no sea un delito, la condena está en la forma, los métodos y las condiciones que los millones de acumular. Entonces cuando los que aportan con su fuerza de trabajo a la acumulación casi compulsiva deciden dejar de ser invisibles para un nuevo salto en sus vidas, estamos sin duda a una forma de revolución para el tercer milenio.

 

Los marginados, desposeídos, excluidos, invisibles que Chile tiene están haciendo a su manera una revolución. Ningún barco que saca el cobre de Chile ha sido hundido, nadie ha asaltado los cajones que salen con productos variados hacia el mercado mundial, y el país está sumido en una crisis.

 

Qué clase de modelo es el que sostiene sobre algunos palos de fósforos?

 

Los estallidos que se han sucedido en nuestro continente siguen teniendo las mismas causales, esa profunda diferencia entre los que trabajan y los que son beneficiados con las leyes y los privilegios. No se puede tampoco soslayar que algunas revoluciones notables en sus momentos necesarias y por años trabajadas se conviertan hoy en trozos de verguenza como lo es actualmente Nicaragua, y de aquello sencillamente también hay que hacerse cargo.

 

Y es una nueva forma de hacer la revolución, cuando la clase dominante con su presidente y su corte como abanderado está acorralado en su laberinto, hablando como si de Luis XIV se tratara, como un reyecito perdido buscando en su memoria lo que prometió cuando sin saber cómo la corona le cayó en su cabeza. Un arlequín mojado.

 

Entonces la valiente y necesaria primera línea es la que disputa los espacios y la masividad lleva las consignas y propuestas. En esa foto sencillamente que está en la calle, no está los PDC/PS/PPD/PRSD. Ese gastado segmento parlamentario arribista que mirándose al ombligo se considera indispensable dispuesto a robar el esfuerzo al que en nada aportaron y que en su momento lo condenaron por violento. No logran entender que se los pasaron por encima porque no los quieren y los desprecian, por ser unos mercaderes y productos en oferta permanente.

 

No queda duda que si ya las revoluciones no son verde oliva, estará uniformada con el sentido común de conquistar demandas impostergables, y si en aquel esfuerzo se hace necesario e indispensable que el reyecito deje de serlo y vuelva a su casa/paraíso, pues bien, hay que continuar. No se debe perder la idea que una buena batalla ganada es vencer al que mintió para que quede como una lección de la historia.

 

Se está en un momento notable. Desde el estallido del día 18-O hacia una revolución de los tiempos modernos, con actores creativos, mujeres que marcan todo lo fundamental de cada día y la generación a la que sistema abandonó por considerarla una carga y no necesaria. En eso se equivocaron.

 

Lo que quede después del último día será la nueva expresión de los tiempos actuales. Saben ahora los señores que no tiene la razón y que los billetes en algún momento sus colores pasan al bando del sepia.

 

Hay que instalar que ahora la batalla necesita una victoria algo mayor. No puede seguir quien no tiene la mayoría para arrogarse su condición de conductor de las grandes transformaciones que se hacen urgentes. No hay quien gobierne de forma sensata. Chile es un país que terminará sus días cuando el sol se enfríe, así que por lo tanto o se hace patria para todos o para nadie como gritara Artigas.

 

 

Por Pablo Varas

 

Related Posts

  1. Este es un mensaje de algún grupo de ultraizquieda que trata de sobresalir y subirse en la conducción del movimiento social. Es su continua bandera desde que aparecieron en los 30’s del siglo pasado. Nunca han tenido un buen éxito salvo en algunas instancias a través del MIR. Bueno; el asunto es unirse y entrarle de a de veras en la pelea. Sin prejuicios y con un programa que una y no disperse, El que debe conducir, principalmente, a una
    nueva Constitución que entregue más derechos a los postergados de hoy y que contenga la Unidad como preciada herramienta.

  2. El texto del señor Pablo Varas no se entiende, tiene omisiones de verbos y/o complementos que impiden la comprensión, amén de algunas omisiones acentuales. Es posible que su contenido sea bueno, pero la redacción es fundamental. Gracias.

  3. En el caso de Chile,con los partidos políticos,la clase y casta política no se puede contar(*). Los de derecha pertenecen a sus dueños(a la clase capitalista)y defienden sus intereses y privilegios de clase. Los otroras de «izquierda» ahora de centro izquierda?!:PS,PC y otros especimes,que antes luchaban por los intereses del pueblo trabajador,y los que han aparecido en estos últimos tiempos;son todos funcionales al sistema capitalista,son vinculante (frase muy de moda en estos últimos tiempos) a éste. Los partidos políticos de la ex UP. Traicionaron a Allende y al Pueblo chileno el once de septiembre del 73,despues los volvieron a traicionar a finales de los ochenta. Haciendo alianzas con los golpista, con la DC y más partidos de derecha,FFAA e imperialismo legitimando así; la constitución del ochenta y el modelo economíco(economia social de mercado)instaurado por la dictadura civico militar, a sangre y fuego y todo lo realizado por la dictadura hasta esa fecha! Y ahora lo estan traicionando de nuevo,frenando al movimiento y descontento social.
    Los partidos políticos nacen y mueren dentro del sistema capitalista, son producto necesario del modo de producción capitalista en todas sus fases. Tiene que surgir un nuevo referente político,que agrupe y organice al pueblo trabajador. Para la toma del Poder, y así poder construir la Sociedad Socialista,tal como lo quería el compañero Allende!! Pero ahora al margen de la legalidad burguésa.
    (*)Ni en ninguna parte del mundo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *