Columnistas

La generosidad de don Manicorto

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 35 segundos

No se angustie don Manicorto si usted tiene un 10% de apoyo. Como se ufana de su generosidad, dando bonos, migajas y habla de tiempos mejores, mientras el agua le llega al cuello, se entiende su impopularidad. Si la encuesta la realizaron sus amigotes, debe desconfiar. Se filtró, que su apoyo alcanza a un enjuto 7,5%, sin embargo, le subieron dos puntitos y medio, para emperifollar la cifra.

 

 

Si realiza un breve análisis de la historia de Chile, observará que hubo otros mandatarios, entre dictadores, ladronzuelos y traidores, que ni siquiera alcanzaron esa cifra remozada, pero nadie se enteró. No había estadísticas. Un 10% no debe ser una cifra escuálida para angustiarse, ni llorar en un funeral anticipado, si piensa que se trata del apoyo de quienes viven en casitas de dos mil millones de pesos y ganan al mes, 650 millones. Al cabo de tres meses se compran otra casita, ahora en Zapallar o Reñaca, para ir los fines de semana a jugar al golf y bañarse en la playa principal, donde no se aceptan patipelados, borregos, menos aún inmigrantes. O un piso, próximo al palacio Buckingham de Londres, si por casualidad, les toca ver a la reina Isabel de Inglaterra, pasear en carruaje. Se trata de gente linda, ostentosa, aunque por ahí, se filtran oportunistas, nietos de quienes vendían baratijas en la calle, amigos ahora de medrar y de hacer reverencias.

 

Cualquiera codiciaría tener un 10% de apoyo. Semejante lealtad la desearía hasta el más desvalido. Pienso en el artista que hace una exposición de pintura en una galería y sueña que al menos concurra a visitarla, el 0,001 % de la población de la ciudad. O de quien publica un libro de poemas, un conjunto de cuentos o una novela, y le editan 150 ejemplares a lo sumo, los cuales vende en un año y con suerte. Ahora, 10% de apoyo aderezado con especias del Asia es una cifra potente, es decir, alrededor de un millón 400 mil chilenos y chilenas adultos, dispuestos a dar la vida, por defender al gobierno de la oligarquía. Cantidad similar, según las autoridades, de quienes concurrieron a la plaza Italia el 25 de octubre de 2019, convirtiéndose en la mayor manifestación en la historia de Chile. Esa multitud vociferante, alegre y disciplinada, acudía a la futura plaza de la Dignidad, a entregarle apoyo categórico a usted, don Manicorto, no a pedirle la renuncia ni a vilipendiarlo, como ansía la chusma. Agradecerle por haber transformado al país en oasis de prosperidad, donde reina la paz. Si se observa al vecindario, la mayoría viste harapos, marcha a Estados Unidos a pedir limosna, asilo o condonación de deudas al sultán Trump.

 

Por ahí hay un cuento que se desarrolla en Centroamérica, y no recuerdo si pertenece al salvadoreño Jorge Kattán, donde el protagonista, un dictador déspota, ve llegar una multitud a su mansión el día de su cumpleaños. Se alegra y sorprende. Entre gritos y exclamaciones de júbilo, lo llevan en un palanquín y lo empiezan a pasear por la ciudad, entre cánticos y fanfarria musical, mientras el dictador ve en la actitud, una demostración de fidelidad hacia su persona. El se une a la algarabía, alucinado por semejante adhesión popular y con los brazos en alto, canta y expresa su regocijo. La marcha concluye en la plaza principal de la capital, donde cuelga la horca desde un farol. Desde luego esto es pura ficción y debe entenderse como homenaje a un colega.

 

La adhesión posee veleidades y el encargado de babosear las manos de don Manicorto, a menudo se convierte en traidor. Sí, porque la traición anida junto al poder y se alimenta en la misma mesa, donde concurren los sirvientes. Mientras mayor es la cercanía, mayor es el grado de traición y en este sentido, hasta la fecha, la historia no se ha equivocado. Es laudatorio el 10% de apoyo a quien vive en permanente agonía, siempre expuesto a la maledicencia, a las injustas críticas.

 

Don Manicorto acaba de anunciar un bono de 100 mil pesos para beneficiar a 1.336.000 familias, lo cual asciende a 185 millones de dólares. Dinero que va a terminar en manos de los banqueros, pues las familias favorecidas, lo destinarán a pagar deudas. El gobierno socorre a la banca, mediante esta engañifa y los sinvergüenzas se abrazan felices.

 

No se toca el modelo ni con el pétalo de una rosa. Se modifica a penas, haciéndole trenzas, moñitos, retoques, limpieza de cutis, incluida la depilación. Y para continuar el jolgorio se zurce la punta y el talón del calcetín y sigue la fiesta. Nada cambia, donde las penurias son las mismas. Dan deseos de regresar a la plaza de la Dignidad.  

 

 

Por Walter Garib

Related Posts

  1. El bono de 100……por familia (eso lo vi y escuché decir en la TV) , según el ministro Blumel (?) la familia son 2 al menos (50 /cápita) y si son carga familiar reconocida (lo leí en la prensa) entonces los millones de beneficiados son muchos menos porque todo lo que dice el benefactor Piñera viene con letra chica de tacaño y miserable al igual que todo su grupo.

  2. Don Juan Rulfo, me gusta leer los comentarios de la gente, porque indica los estados de ánimo del que escribe y creame, don Juan Rulfo, todavía no entiendo lo que usted trató de decir con su comentario. ¿Sería usted tan amable de traducirlo a una idea entendible?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *