Marcha de las capuchas en Valparaíso fue violentamente reprimida desde su inicio
Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 25 segundos
Las porteñas y porteños se reunieron este miércoles a las 18 horas en la Plaza Victoria con el objetivo de realizar una manifestación de protesta en contra de la “Ley Antiencapuchados”. La convocatoria llamó a participar con capuchas y máscaras, y las y los manifestantes, haciendo gala de su creatividad, concurrieron con las más variadas y llamativas caracterizaciones. Grupos de adultos, niños, niñas, muchachas y jóvenes se congregaron alegremente alrededor de la pileta central de la plaza para luego iniciar una marcha hacia la Plaza del Pueblo.
Apenas pusieron un pie en calle Pedro Montt, un exagerado contingente de Fuerzas Especiales apareció sorpresivamente, cerrándoles el paso y actuando de forma inmediata con una violenta represión, sin mediar provocación alguna por parte de los manifestantes, utilizando en forma desmesurada los carros lanza aguas y lanza gases, además de disparar cartuchos de bombas lacrimógenas a diestra y siniestra.
Mojados y gaseados, los y las manifestantes continuaron expresando con energía su voz rebelde, desplazándose a diferentes lugares del plan de Valparaíso para seguir protestando en contra de esta irracional forma de actuar que, pareciera, se ha ido “normalizando” en la policía. Como culminación de esta jornada de represión un hecho muy particular llamó la atención, ya que en la noche, una vez terminada las escaramuzas, Fuerzas Especiales realizaron una especie de “desfile” en sus motos y vehículos por las calles del Puerto, mientras desde los altoparlantes de sus patrullas se escuchaba el himno institucional. Este “gesto” puede ser interpretado o “leído” de diversas maneras, ya sea como una provocación, como un canto victorioso después de una “batalla”, o simplemente como una expresión de connotación fascista.
Captura de pantalla desde video
Mientras tanto, no muy lejos de allí, en el Congreso Nacional, los parlamentarios de todos los colores seguían sesionando y aprobando la agenda represiva impulsada por el gobierno de Sebastián Pilñera, demostrando con su laboriosa y dedicada actitud que “el garrote y la zanahoria” derivado del “Acuerdo por la Paz”, funciona maravillosamente y se complementa en forma perfecta. Por un lado tenemos las migajas de la agenda social y por otro lado el incremento de la represión mediante la aprobación de una batería de nuevas leyes punitivas.
El gobierno de turno y la gran mayoría de los parlamentarios, día a día se van sacando su propia “capucha” y nos muestran desembozadamente el verdadero rostro de esta democracia post dictatorial que han construido en conjunto, perfeccionando y profundizando el legado de la dictadura cívico militar.
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 04 de diciembre 2019