Medio Ambiente

3 de diciembre, Día Mundial del No uso de Plagicidas

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Desde la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas de América Latina y de Chile, una vez más, advertimos sobre la creciente utilización de plaguicidas en todo nuestro continente derivada tanto de la expansión de monocultivos insustentables cuanto de la permisividad de nuestros gobiernos que posibilitan el registro y comercialización de plaguicidas prohibidos en otros continentes, además de no realizar un control efectivo de su utilización.

 

En el país hasta septiembre de 2019 se notificaron a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica en Plaguicidas (REVEP), un total de 356 casos de Intoxicación Aguda por Plaguicidas, IAP, que incluyen 5 muertos (intoxicación voluntaria) y casos confirmados de todas las edades y tipos de intoxicación. Cabe señalar, que las intoxicaciones agudas en Chile son estacionales, concentrándose en el período de mayor utilización de plaguicidas en el sector agrícola (septiembre a marzo). Las regiones que presentan un mayor número de casos de IAP son: Arica y Parinacota, O´Higgins, Maule, Metropolitana, Valparaíso y Araucanía.

 

De acuerdo con lo informado por la REVEP en 2019, “Los trabajadores jóvenes son los más afectados, sin embargo, aparecen menores y adolescentes intoxicados. Estas intoxicaciones se han presentado en brotes (intoxicaciones masivas) con un elevado número de intoxicados, siendo las mujeres las más afectadas. Estos eventos se producen en trabajadores, escolares y personas de la comunidad”.

 

Entre los plaguicidas involucrados en las intoxicaciones agudas del 2019 destacan, entre otros: glifosato (cancerígeno), paraquat (prohibido en la Unión europea), diazinon (cancerígeno), cipermetrina (altamente peligroso), lamdacihalotrina, (altamente peligroso), metomilo (muy tóxico para las abejas), metamidofós (prohibido en la Unión europea), fosfuro de aluminio (altamente peligroso).

 

La exposición de la población a plaguicidas cancerígenos -especialmente de niños, niñas y en la primera infancia, de enfermos de cáncer y trabajadoras (es) agrícolas-, entre ellos la exposición al herbicida cancerígeno glifosato es motivo de preocupación por parte de comunidades rurales, especialistas en salud laboral y científicos independientes de Chile y América Latina. En Chile el cáncer es la segunda causa de muerte, con un 25% del total de las defunciones en el país. Según expertos mueren 3 personas por hora de cáncer y hay 45.000 diagnósticos de cáncer al año, 500 de ellos afectan a niños. 

 

De acuerdo con la Lista de PAN de Plaguicidas Altamente Peligrosos hay registrados en Chile, 46 plaguicidas cancerígenos, 29 principios activos que pueden causar cáncer en humanos según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, EPA (26) y la Agencia Internacional de Investigaciones del Cáncer, IARC. (3). Y 17 plaguicidas, con sus respectivas marcas comerciales, considerados como como carcinógenos y perturbadores del sistema endocrino o posible perturbadores del sistema endocrino, de acuerdo con la clasificación de la Unión Europea y el Registro Global Armonizado.

Son los niños, aun los que están por nacer, los más afectados por la aplicación de plaguicidas tanto aquellos acompañan a sus padres en la ejecución de las tareas agrícolas como los que viven o estudian en áreas donde estos productos son aplicados, ya de manera terrestre como área. En efecto, la aparición de enfermedades agudas y crónicas es especial aquellas derivadas de la acción de los productos químicos sobre el sistema nervioso, la disrupción del sistema endócrino, las alteraciones genéticas son una muestra de cómo la exposición a los plaguicidas puede comprometer el desarrollo de una vida plena a miles de niños y jóvenes.

 

Recientes investigaciones realizadas por miembros de  RAP-AL en Chile, México , Brasil y Argentina dan cuenta de la utilización de más de 100 a 120 plaguicidas categorizados como altamente peligrosos, es decir plaguicidas que presentan niveles especialmente elevados de peligrosidad aguda o crónica para la salud o el medio ambiente, según los sistemas de clasificación internacionalmente aceptados, como el de la OMS o el Sistema Globalmente Armonizado de Clasificación y Etiquetado de Productos Químicos. Entre ellos se encuentran el glifosato, paraquat, clorpirifos y el carbendazin.  Estos plaguicidas además de ser muy persistentes en el ambiente pueden causar cáncer, poseer efecto alterador endocrino e incluso producir alteraciones en la reproducción, entre otros efectos negativos en la salud humana, también en la salud animal, especialmente en las abejas y polinizadores.

 

Desde RAP-AL reclamamos enérgicamente la prohibición de plaguicidas comenzando por los altamente peligrosos, la instauración de límites a la comercialización de estos productos químicos, así como a su aplicación máxime en las cercanías de centros poblados, escuelas y zonas ambientalmente sensibles.  También demandamos por la instauración de políticas públicas que favorezcan la consecución de la soberanía alimentaria desde la producción de alimentos bajo el paradigma agroecológico, ya desde el acceso a la tierra y al agua a miles de productores familiares, el intercambio de saberes, así como la recreación de centros territoriales de reciprocidad y comercialización de productos.

 

Los plaguicidas nos enferman y matan, no son indispensables para producir alimentos. El establecimiento de sistemas agroecológicos en todo nuestro continente nos demuestra su viabilidad económica, su sustentabilidad ambiental y su potencia como estrategia política.

 

El 3 de diciembre Día Internacional del NO Uso de Plaguicidas es una conmemoración que fue establecida por las 400 organizaciones miembros de la Red de Acción en Plaguicidas, PAN Internacional (Pesticide Action Network) en memoria de más de 500.000 personas intoxicadas y más de 16.000 personas fallecidas esa noche en Bophal, Madhya Pradesh, India, en 1984, debido al escape de 27 toneladas del gas tóxico metil isocianato, utilizado por la transnacional agroquímica Union Carbide para fabricar plaguicidas.  Actualmente, más de 100.000 personas sufren enfermedades crónicas producto de esta catástrofe. Los muertos llegan a más de 25.000.

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