Política Global

Cris González, embajadora de Venezuela en Bolivia: «La OEA fue un factor determinante en el golpe»

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El presidente Evo Morales tuvo demasiada buena fe al pensar que la Organización de Estados Americanos (OEA) podía tener una actitud neutral en el proceso electoral, cuando en realidad fue el factor determinante del golpe en su contra. Tal es la opinión de la embajadora venezolana en Bolivia, Cris González, quien fue expulsada tan pronto el gobierno de facto se hizo con el poder.

 

 

 

González, aún tratando de asimilar lo ocurrido, concedió una entrevista a LaIguana.TV en la que ofreció un verdadero informe político sobre lo ocurrido en el altiplano.

 

 

-¿Cuál es la situación de los venezolanos que siguen en Bolivia?

 

-La experiencia de la expulsión ha sido muy dura. Todavía nos cuesta creer lo que está pasando. Cuando llegamos fuimos recibidos con mucha solidaridad por el presidente Maduro, pero estamos muy conmovidas por la situación de Bolivia. Allá hay un cerco comunicacional no solo interno sino también en toda la región latinoamericana. En el plano internacional no se está hablando de la masacre que están viviendo los bolivianos y las bolivianas. Estamos felices de estar en nuestro país, pero muy angustiadas, con una gran incertidumbre acerca de cómo se van a desarrollar los hechos. Ojalá sea a favor del pueblo boliviano, un pueblo que ha puesto el pecho ante las balas, ante la masacre. Hasta tiroteos aéreos han lanzado contra ellos. Tal como ocurría al principio de la dictadura de Pinochet, en Bolivia se está negando la existencia de desaparecidos o de asesinados. Es como el cuadro de Magritte en el que se ve una pipa y un rótulo que dice: “Esto no es una pipa”. La gente que está sufriendo en Bolivia sabe que esto es un golpe de Estado, pero hacia afuera se niega que lo sea y se dice que no hay asesinatos. En el caso nuestro, el presidente Nicolás Maduro y el canciller Jorge Arreaza ordenaron que saliéramos todos y todas, que no quedara absolutamente nadie en la misión. No podemos revelar si quedó alguna persona porque cualquier cosa que digamos será usada en nuestra contra en un país donde se sigue generando una matriz antivenezolana. En Bolivia ser venezolano es un peligro, tanto como ser indígena o campesino o médico cubano. Los médicos y las médicas de Cuba fueron incluso puestos presos en los primeros momentos del golpe. Es una persecución llena de de odio, algo impresionante sobre todo cuando se oye lo que dice el ministro de Gobierno de la dictadura. Este señor escupe rabia, odio contra el chavismo, contra el bolivarianismo, jamás comprendieron la relación nuestra con el movimiento popular, que es de respeto mutuo, de aprendizaje. Creo que aprendimos mucho más de lo que podríamos haber imaginado acerca del desarrollo de ese pueblo, de su cosmovisión y sobre la capacidad que tiene de resistencia ante lo que está viviendo. Entendemos que vienen de 500 años de resistencia al coloniaje y mantienen intacta su estructura socioeconómica, política, cultural, su identidad. El hecho de que nos hayan expulsado tiene que ver con la vinculación que creó el comandante Chávez entre ambos pueblos, la que tuvo con Evo Morales, como mandatarios y como amigos, una relación que el presidente Maduro, que entonces era canciller, logró cosechar. Esa amistad, esa relación que existe de nosotros y nosotras con el pueblo campesino e indígena que hoy es masacrado, no pueden entenderla.

 

 

 

-¿Cómo fueron esos primeros momentos, luego de la renuncia del presidente Morales y cuando la sede diplomática comenzó a ser asediada?

 

 

-Esto venía de muchos meses atrás. Cada vez que había una elección o un debate político fuerte en Bolivia, la derecha sacaba a relucir su campaña antivenezolana, contra los venezolanos y nuestro proceso. Aparecían las típicas frases de “no queremos ser como Venezuela”, “es lo peor, es el mal ejemplo”. Además, iban pasando cosas que nosotros ya habíamos vivido. Era como venir del futuro. Por ejemplo, entendíamos que la OEA no encajaba en el proyecto de país que tenía el presidente Evo Morales acompañado de su pueblo. Pero en el gobierno no se compartía esa preocupación, se tenía confianza en que la OEA iba a ser respetuosa con este proceso.  Cuando el presidente Morales dijo que la OEA tendría en sus manos la decisión final de decir si hubo o no fraude, nosotros le preguntamos qué pasaría si decía que lo hubo, y él respondía: “Es que no hubo fraude”. Él estaba tan claro en que no hubo fraude que llega a creer que la OEA va a respetar esa claridad.

 

 

-¿La OEA fue un factor clave en el golpe?

 

-Es el factor determinante. Nosotros lo veníamos viendo desde mucho antes no porque seamos iluminados sino porque hemos aprendido a los golpes. Hemos entendido que esto no es un juego, es una guerra de ricos contra pobres, entre un sistema de dominación del mundo y nuestra pequeña, humilde y modesta propuesta de salvar la humanidad, a la que han arrinconado y rodeado de estigmas para que no se expanda. Sin embargo, hoy la derecha se ha dado cuenta de que nuestra resistencia nos ha legitimado y que se ha expandido nuestra idea, incluso más allá de las izquierdas porque sus versiones light también nos rechazan. Se ha generado una concepción propia, latinoamericana, una filosofía que es la que les está plantando cara. Después de haber dicho que el presidente Maduro estaba solo, que nadie lo quería, ahora lo acusan de formar parte de toda esta sublevación regional. Esa experiencia nos permitió ver lo que venía, sabíamos todo lo que iban a hacer los golpistas porque lo hemos vivido. Sin embargo, nos cayó como un baño de agua fría. Fue terrible conocer la renuncia del presidente. No fue algo espontáneo, no fue que él, como el Libertador, decidió hacerse a un lado para que cesen los partidos y se consolide la unión, sino que fue bajo coacción. Se amotinó la policía, la ciudad estaba sitiada por grupos violentos de los golpistas. Entonces salen los militares, liderados por Kaliman, a exigir la renuncia del presidente. Una renuncia bajo coacción no tiene legitimidad.

 

 

-¿Por qué Evo Morales, luego de trece años en el poder, no tenía el control de las fuerzas armadas bolivianas?

 

-Primero porque hay una subestimación del presidente Morales por parte de la oligarquía, que tiene a sus militares. En esa oligarquía hay un centro, que son los que tienen el poder y una periferia, de los que quiere ser parte de ese poder. En esa periferia están algunos militares que aspiran a estar en el grupo de dominación económica y política del país. Esos grupos siempre vieron a “el Indio” como alguien temporal, que ya tenía que irse. Por eso cuando él propone el referendo para aprobar la repostulación, se arma un complot nacional que se basó en una mentira. Dijeron que tenía una mujer y un hijo abandonados. Fue un falso positivo que determinó que ese referendo se perdiera por un punto y medio. Luego de que se descubrió esa mentira, el Tribunal Constitucional validó la repostulación porque no era justo que él hubiese perdido debido a una sarta de mentiras. Bueno, muchos de esos militares estaban en contra del presidente Morales porque quieren ser parte de la oligarquía. Evo no pudo construir un espacio de acción porque la estructura es cerrada y él seguía siendo del mundo que ellos quieren borrar. De hecho, quieren masacrarlo, sienten que es mejor que no existiera porque no solo es mayoritario sino también evista.

 

 

-Hay endorracismo también porque muchos de esos militares son también indígenas ¿Cierto?

 

-Sí, pero no los de la cúpula. O por lo menos tienen el alma y la mente blancas. No las tienen india ni negra. Son como Obama, que es negro por fuera pero blanco por dentro. Así lo vemos en el caso de esta mujer (Jeanine Áñez), que obviamente tiene “algo de congo no de carabalí”, como dicen los cubanos, pero ella se siente blanca y, para remate, se tiñe el cabello para acercarse lo más posible a estas características oligárquicas.

 

 

-En países como Venezuela llama la atención el hecho de que Evo Morales es derrocado a pesar de que su modelo económico era exitoso.

 

-Es que las élites globales no pueden aceptar que Bolivia o Venezuela sean un ejemplo de que en socialismo, con una propuesta rupturista, antisistémica , se pueda ser feliz y crecer económicamente. Recordemos que nosotros también teníamos excelentes índices. No había un país en la región que tuviese mejores índices. Entonces se proponen acabar con esos ejemplos. Ellos apuntan en dos direcciones. Una de ellas es destruir las figuras de liderazgo de nuestros procesos y la otra es destruir la obra realizada. La narrativa que construye la derecha boliviana es muy parecida a la de Venezuela: “Evo no hizo nada, esto ya estaba hecho, iba a ser posible con Evo, con Juan o con Diego, no es obra de él”… Pero nosotros que vivimos allá por más de trece años, hemos visto la transformación de Bolivia. Sabemos que fue gracias a un presidente que se levantaba a las cinco de la mañana y se acostaba a las dos de la mañana, trabajando siempre, dándole vueltas al país varias veces para estudiar la prioridades de la gente y atenderlas. Creo sistemas de riego y de producción. La derecha decía: “ya está bueno de ‘el Indio’, ya gobernó y ahora nos toca a nosotros”, aquellos que durante 200 años habían entregado al país a los imperios, los doctorcitos, los blancos, la pigmentocracia que controló a Bolivia y que lo hundía cada vez más. Cuando Evo llegó al poder, Bolivia era un país endeudado, pobre , un país mendigo que tenía que ir a Estados Unidos a pedir plata para poder pagar sueldos de sus funcionarios. En menos de diez años se revirtió esa situación. A trece años ya se está hablando del futuro que él estaba construyendo, pero la derecha no se lo va a permitir porque es un indio que cree en su cultura. Por eso es que una de las primeras acciones de la dictadura es desaparecer la bandera wiphala, que no es solo una bandera, sino que representa a toda la lucha histórica de los pueblos indígenas andinos y latinoamericanos. Había que acabar con eso porque ellos solo reconocen la bandera republicana, la rojo, amarillo y verde. Pero esa acción contra la wiphala hace movilizar a todo el país. Otro elemento de los que habla esta mujer y los otros de su grupo es “acabar con los ritos satánicos”, que no son ritos satánicos sino la religiosidad ancestral, que en Bolivia se mantiene intacta. Por eso cuando queremos estudiar a Bolivia debemos estudiar la cosmovisión boliviana, aymara que es el ethos de este proceso de cambio. En los últimos días fueron a los sitios ceremoniales indígenas a exorcizar. Es algo que recuerda lo que hacían los españoles cuando colonizaron, hace pensar en la inquisición o en las cruzadas. Cuando llegan los españoles a Tiahuanaco, que es más antiguo incluso que Machu Picchu, se quedan asombrados con los enormes monolitos llenos de joyas. Ellos primero les quitan las joyas, obviamente, y luego los exorcizan, les ponen cruces, tumban aquellos dioses paganos. Sobre las huacas, que eran los lugares donde los pueblos ejercían su religión, los españoles construyen sus iglesias. Al día de hoy están haciendo lo mismo. Fueron sacerdotes de la Conferencia Episcopal a exorcizar las huacas. Creen que de esa manera van a acabar con una cultura que tiene más de 5 mil años, mientras la cultura occidental llegó hace apenas 500 años. Ellos son los foráneos, los que quieren imponer algo a fuego y plomo. No quieren aceptar la propuesta de Evo Morales de que haya una existencia pacífica en un país tan grande como Bolivia, que es plenamente consciente de su diversidad cultural y que por eso asume el nombre de Estado plurinacional y se define como un país multicultural, reconoce todos los pueblos que existen, no como etnias, sino como naciones dentro de una gran nación.

 

 

-El escritor Luis Britto García sostiene que el pueblo boliviano, contrario a lo que se quiere hacer ver, es muy organizado y resistente. Esto es importante en un momento como este ¿Está de acuerdo?

 

-Sí. El pueblo aymara resistió en primer lugar la invasión inca, en tiempos muy anteriores a la Conquista. Resistieron el acoso y mantuvieron su cultura. Luego llegan los españoles y masacran a medio mundo, pero los aymara se mantienen. Ellos son minoritarios respecto a los quechuas o los tupí-guaraní, pero es una cultura tan fuerte que muchos, incluso nosotros, adoptamos sus ritualidades. Es algo que en verdad incorpora al ser humano a la pachamama, al sol, al espíritu del viento, al espíritu del fuego. Uno dice que algo debe tener para que se haya mantenido viva esa cultura durante tanto tiempo. Ellos han pasado períodos muy difíciles, como cuando se les prohibió hablar su propia lengua. Lo hacían clandestinamente. Un compañero músico muy famoso nos contó que cuando llegó al colegio no sabía español y la regla era que quien hablara aymara sería castigado. Cuando llegó al salón, el maestro le exigió decir buenos días en español y como no sabía, todo el curso, aupado por el profesor, se burló de él.  Si querían ir al baño tenían que pedir permiso en español. Algunos se orinaban encima y entonces también eran ridiculizados. También obligaron a muchos a cambiarse el apellido. Si eras Choquehuanca, ahora serás Cárdenas, si eras Quispe, serás Gisber. Eso es si querías tener un futuro, pues si conservabas tu apellido, no lo tenías. Con Evo Morales se logró la dignificación, la resignificación de todo aquello. Alrededor del palacio de gobierno, que dejó de ser palacio y pasó a ser la Casa Grande del Pueblo, siempre estaban los grupos uro-chipaya o los tupí-guaraní, orgullosísimos de sus vestimentas y hablando en sus lenguas, esperando para reunirse con el presidente. Toda esa diversidad, ese paisaje cultural se hizo visible apenas en este tiempo porque el propio país lo desconocía trece años atrás. No solamente lo desconocía, sino que prefería desconocerlo, lo ignoraba, lo invisibilizaba a propósito. Por ahí hay una miss que dijo que no solo hay indígenas en Bolivia, también gente blanca. Es una forma de decir que los indígenas querían borrar a los blancos, pero eso no es cierto porque los pueblos aymara, quechua, tupí-guaraní manejan el principio de incorporar a todos. Sí existe un pequeño grupo que son llamados los pachamámicos o indianistas, que quieren volver a las raíces y que deje de existir el mestizaje, pero es un grupo pequeño. Evo sabe que es el presidente de un país pluricultural, multiétnico. Nunca hizo diferencia. De hecho, incorpora a empresarios porque sabe que sin ellos no va a poder avanzar el país. Su proyecto no es de desarrollo por desarrollo, no es desde la óptica neoliberal, sino que pretende mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías, históricamente marginadas.

 

 

-¿Ese modelo de golpe de Estado, consistente en forzar renuncias y traiciones mediante la coacción y la violencia, podría aplicarse en Venezuela?

 

-En Venezuela se han aplicado todas las formas posibles e imposibles, inimaginables de coacción, de bloqueo, de golpe contra nuestro pueblo y nuestro gobierno, desde antes de la llegada del comandante Chávez y hasta la actualidad. Se nos ha acusado de todo lo posible, se han metido con las familias de nuestros líderes. También ha habido una persecución selectiva de los liderazgos. Es la misma modalidad que han aplicado en América durante siglos. La última referencia es la del Plan Cóndor, que aplicaron las dictaduras del Cono Sur. Ahora se aplica lo mismo, pero sumándole el asesinato comunicacional, mediático. Se nos inventa una serie de mentiras, se califica al país de narcotraficante, de corrupto, de cualquier cosa para criminalizar y asesinar a un proceso que se ha convertido en una referencia muy importante para la región. Hay que estar alertas porque no hay procesos que hayan llegado a un punto de inflexión, nadie está blindado. Tiene que ser una lucha permanente desde la base, desde la familia, desde la mujer, desde el hombre, desde los grupos colectivos, desde la comuna. Todas las experiencias que hemos llevado adelante han convertido a Venezuela en una de las referencias más importantes para los pueblos en lucha, no solo para la izquierda, sino para los que anhelan una transformación real de la sociedad y los que luchan contra un sistema que, ya está develado, lo único que quiere es la posesión de los recursos estratégicos y por eso están dispuestos a expoliar hasta el exterminio a las especies animales y vegetales.  Se ven a sí mismos como un centro y al resto del mundo como la periferia y creen que deben acabar con cualquier proceso alternativo que se alce contra su modelo, que sean capaces de levantar a los pueblos. Cualquier forma de lucha contra nosotros va a ser válida para estos sectores y va a ser invisibilizado por los medios de comunicación. Es fundamental la existencia o la consolidación de medios que sean capaces de decir la verdad. La revista Correo del Alba (una revista venezolana que se hace en Bolivia), los medios de comunicación “alterativos”, los que alteran el orden global, y la presión sobre los medios de comunicación convencionales para que digan la verdad o para que equilibren la información es un factor elemental porque la comunicación va estrechamente ligada a la política. El encender la luz de la denuncia acerca del objetivo de las élites globales nos permitirá comprender hacia dónde se dirige esto. Al día de hoy no hay pueblo más alerta ni más conocedor de los métodos de instigación y castigo a nuestro proceso, que el pueblo venezolano. Este continente tiene en su vientre una criatura que se llama Revolución, decía Fidel hace muchos años, y pase lo que pase tiene que nacer.

 

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)

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