Poder y Política

Valparaíso centra sus protestas en las puertas del Congreso Nacional: contra la cocina parlamentaria

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Fotos: Guillermo Correa Camiroaga

La Mesa de Unidad Social es una coordinadora de organizaciones populares constituida al calor de  le rebelión iniciada el 18 de octubre y se ha transformado en un eficaz instrumento para convocar a múltiples y variadas movilizaciones, las que se han desplegado durante todo este período a lo largo de todo el territorio nacional. En relación con el denominado “Acuerdo por la Paz y la Justicia Social” , dicha Coordinadora lo ha rechazado categóricamente y, sin caer en la telaraña que busca generar confusión para dividir y desmovilizar a las chilenas y chilenos rebeldes, continúa adelante  impulsando de la lucha callejera.

 

Ayer miércoles 20 de noviembre el llamado fue a realizar dos marchas, una a las 11 de la mañana, convocando a los trabajadores y las trabajadoras del sector público, y la otra a las 17 horas encabezada por la Coordinadora NO+AFP. Esto no quiere decir que se trate de movilizaciones excluyentes de los otros actores populares que forman parte de la rebeldía que inunda las calles, barrios y territorios de nuestro país, sino que es para dar contenidos específicos a cada una de estas movilizaciones, precisamente para demostrarle a la clase política, las elites y a los poderes fácticos, que el acuerdo que han celebrado tan jubilosamente, nada tiene que ver con las demandas levantadas por el Movimiento Popular.

 

 

La jornada de protesta popular en la ciudad Puerto se tradujo en dos multitudinarias marchas. La primera de ellas comenzó a las 11.30 de la mañana con un inesperado recorrido realizado al revés de lo habitual, ya que, después de que los y las manifestantes se congregaran en el sector de la Plaza del Pueblo Salvador Allende, marcharon desde allí  por Avenida Pedro Montt en dirección hacia la Plaza Victoria, luego siguieron por Avenida Brasil , continuaron por calle Condell a la altura de la Municipalidad de Valparaíso, para  retomar el trayecto tradicional, dirigiéndose a la Plaza del Pueblo por Avenida Pedro Montt, pero en vez de finalizar allí la manifestación, avanzaron hacia el Congreso Nacional.

 

A través de los altoparlantes las y los distintos dirigentes sectoriales hicieron uso de la palabra para  expresar a viva voz sus demandas, realizando un llamado a continuar permanentemente movilizados, orientando los esfuerzos en la preparación de una nueva jornada nacional de Huelga General que involucre no solo a los servicios del sector público, sino además a las empresas estratégicas como la minería y los portuarios, así como también al sector privado y a los medios de locomoción, para lograr de esta manera una efectiva paralización total del país. 




 

Esta inesperada manifestación matinal de las porteñas y porteños sorprendió a las fuerzas represivas que custodian el Congreso Nacional, que no alcanzaron a reaccionar a tiempo y fueron sobrepasadas por el pueblo rebelde en lucha, el que sorteó sin problemas las barreras instaladas a la altura de la calle Uruguay, llegando hasta las puertas del edificio legislativo  para manifestar  allí en forma enérgica su rechazo al acuerdo firmado por la clase política y demostrar la falsedad del clima de normalidad que las elites pretenden imponer “por decreto” y mostrar a través de los medios de comunicación.

 

Durante la tarde, a las 17 horas, las porteñas y porteños se congregaron en la Plaza Sotomayor para desde allí iniciar otra multitudinaria marcha que, exigiendo terminar con el abusivo sistema privado de pensiones, recorrió las calles del plan de Valparaíso con destino al Congreso Nacional.

 

 Esta vez un numeroso contingente de  Fuerzas Especiales de Carabineros estaba desplegado para impedir el paso de las y los manifestantes, con todos sus instrumentos represivos listos, con los cuales actuaron con la brutalidad característica de sus “protocolos disuasivos”, inundando el ambiente de Valparaíso con una verdadera neblina tóxica.

 

 

 

Llamó la atención el comportamiento de uno de los carros lanza aguas, el que, desplazándose a gran velocidad, impulsaba violentamente el chorro de agua impregnada de elementos tóxicos en contra de cualquier persona que se encontrara en su camino. El comentario de algunos de los transeúntes que sufrieron el ataque químico, con la picardía y el humor negro que los caracteriza, fue el de expresar: “parece que al chofer de este guanaco le dieron doble ración de mentholatum”.   La “normalidad” sigue ausente de las calle de Valparaíso, las que son ocupadas a diario por las porteñas y porteños que siguen luchando contra los abusos y las desigualdades sociales que tienen su origen en el modelo neoliberal establecido en la Constitución elaborada  durante la dictadura cívico militar.

 

Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 20 de noviembre 2019



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