Piñera sólo dialoga con Piñera
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Nuestro presidente padece una enfermedad, casi incurable, el narcisismo, (consiste en estar enamorado de sí mismo y con imposibilidad de empatizar con el prójimo, al cual culpa de sus desgracias o bien, desprecia), por consiguiente, sólo es capaz de dialogar con quienes le dan el sí a todos sus caprichos y ocurrencias.
El martes 12 de noviembre apareció el presidente, más nervioso que nunca, ante las cámaras de televisión, improvisando un discurso por el cual proponía a la oposición tres pactos que debían discutirse y consensuarse: el primero, la condena a los grupos violentistas, tema en que la mayoría de los ciudadanos y de los partidos políticos están de acuerdo; el segundo, el programa social; el tercero, sobre un Congreso Constituyente y un plebiscito de salida, (respecto al plebiscito de salida nadie puede estar en desacuerdo, pues lo lógico es que una Constitución sea refrendada por el pueblo, <recuerdo el caso anecdótico en el cual por dos veces seguidas el pueblo francés rechazó la Constitución de la IV República, de la postguerra>).
Con respecto al Congreso Constituyente hay dos precedentes históricos de gran importancia: en España, por ejemplo, las Cortes Constituyentes de 1931 y las de 1978, la primera consagró una república de trabajadores, incluyendo el derecho a voto de la mujer, defendido con pasión por la líder feminista Clara Campoamor que, incluso, fue condenada por las mujeres socialistas por considerar que el voto de la mujer, influenciado por el clero, favorecería a la derecha; las de 1978 dieron lugar a la Constitución de España, luego de la muerte de Francisco Franco, que fueron inspiradas sobre la base de los Acuerdos de La Moncloa.
El presidente Piñera aún no ha aclarado en qué va consistir el Congreso Constituyente, (pienso que, por ningún motivo, el actual Congreso podría asumir esta tarea, pues está muy desprestigiado a los ojos de la ciudadanía; el Presidente puede ser “gatopardista”, pero no para tanto).
En primer lugar, si recurrimos a escenarios hipotéticos, podría darse en las elecciones del Congreso, en 2021, y en esta ocasión el senado dejaría de ser elegido sobre la base del binominal. El problema radica en que si se tiene en cuenta tan largo plazo esta propuesta sería inútil para aplacar la protesta social.
En segundo lugar y a corto plazo el presidente podría convocar a una elección de un Congreso Constituyente y unicameral, cuya única tarea sería la de redactar una Constitución.
En las dos últimas hipótesis habría que reformar con 2/3 de parlamentarios algunos de los artículos de la Constitución Política actual, (no hay que confundir el Congreso Constituyente con una Convención Constituyente: en el segundo siempre se da una mezcla entre parlamentarios, representantes corporativos y convencionales elegidos por la ciudadanía, sobre la base del sufragio universal, secreto, informado (y ojalá obligatorio).
En los años 30 estaba de moda el corporativismo de Mussolini que, en el caso, por ejemplo, de la doctrina social de la iglesia, en la Cuadragésimo Anno, (en 1925, Arturo Alessandri quiso incluir en la Comisión grande una representación de lo que se llamaba “fuerzas vivas de la nación”: profesionales, sindicatos, y otros, para una asamblea constituyente, que luego él mismo hizo inviable. Pienso que una Convención Constituyente hoy debiera privilegiar la mezcla de parlamentarios y de ciudadanos convencionales electos.
En tercer lugar, es el llamado a una Asamblea Constituyente, (a mi modo de ver, el método más democrático para redactar una nueva Constitución), pues ahora cuenta con el apoyo de todos los partidos políticos de oposición sumado a los tres millones de chilenos que han marchado demandándola.
Ejemplos de Asamblea Constituyente han existido en muchos países de América Latina: en Perú, la de 1979, cuyo presidente fue el líder del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre, en que participaron los partidos políticos APRA y los Socialcristianos, de Luis Bedoya; una vez redactada la Constitución, se privilegiaron los derechos sociales de los trabajadores, además, se concedió el voto a los analfabetos; la de Alberto Fujimori, en 1993, que restauró la pena de muerte para los terroristas y, además, se definió como neoliberal.
En Brasil, después de la dictadura militar, en 1967 se convocó a un plebiscito previo a la instalación de la Asamblea Constituyente, en que los ciudadanos debían decidir entre monarquía o república, parlamentarismo o presidencialismo, federalismo o centralismo; la mayoría de votantes se inclinó por el presidencialismo, el federalismo y la república.
En Bolivia, una accidentada Asamblea Constituyente, en 2007, con Evo Morales, se pronunció por un Estado plurinacional; En Ecuador, en el gobierno de Rafael Correa, se votó por derechos sociales, inéditos y de alta envergadura en ese país; en Colombia, en 1991, por la presión estudiantil, que obligó a adoptar la “séptima urna” que proponía la Asamblea Constituyente, y que arrasó en esas elecciones, por lo que fue aceptado por la Corte Suprema, Asamblea en la cual también participó el M-19, recién integrado a la vida civil, y los liberales y los conservadores.
Respecto a los plebiscitos, en Chile la disputa hoy se centra en el de entrada, es decir, la necesidad de formular una pregunta a los ciudadanos si están de acuerdo o no con una nueva Constitución y, a continuación, las opciones:
que la redacte el actual Congreso;
un grupo de profesores constitucionalistas;
que se elija un Congreso Constituyente en fecha próxima, y que el mandato de sus miembros caduque una vez redactada la Constitución;
Un Congreso Constituyente, a elegir en 2021, junto con las elecciones presidenciales y parlamentarias
Una Convención Constituyente, sea corporativa o bien, mezcla de ciudadanos electos por voto popular y parlamentarios
Asamblea Constituyente
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
13/11/2019
Gino Vallega says:
A corto plazo , para sanear un poco el ambiente , es posible una asamblea constituyente ? Tal vez se necesite organizarla pero un plesbicito para asentar la idea creo que se podría hacer en relativo corto tiempo (el servel tiene toda la información de los votantes) y sólo habría que redactar las preguntas.Se sabe difícil pero no imposible y hay que calmar los temores de deejar pasar el tiempo hasta que se enfríe y se olvide que es a lo que juega Piñera siempre.
Don Juan Carlos says:
Saludos a todos
En Chile se viven horas de negociaciones contra reloj. El presidente Piñera se encuentra en una encrucijada: atrapado entre la necesidad urgente de restablecer el orden público y las decenas de acusaciones de violaciones a los derechos humanos por parte de las Fuerzas Armadas, que han sido denunciados ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La oposición está dividida después de la derrota electoral de 2017, no tiene un proyecto político común ni el control de la calle. Al igual que el Gobierno y el oficialismo, se encuentra desprestigiada ante la ciudadanía. Los 14 partidos de la oposición cerraron la puerta al método que había sido propuesto por el Gobierno para el cambio constitucional: un congreso constituyente.
¡DESPIERTA CHILE, DESPIERTA!!