Del oasis individual al afán colectivo
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Existen abundantes miradas sobre el estallido social que alteró la “normalidad” del país. Elegimos el recurrido ejemplo del Oasis, espacio dotado de agua en medio del desierto, el cual desvaneciéndose de manera aceleradísima dejó al sistema sin el espejismo de una sociedad que funcionaba de forma óptima.
El régimen implementado desde el corazón de la dictadura y administrado sin mucho pudor por los sucesivos gobiernos se desbordó de manera casi cándida, arrastrando al país entero como una réplica en nuestro telúrico territorio.
El estupor cundió en las instituciones que, de manera atónita veían que los seres atados en la caverna ahora miraban la realidad representándose ellos mismos, ya no hubo espacio para explicar la situación, esta se mostraba descarnada al país sin el filtro interesado de los medios de comunicación, se expresaba en la emotividad de la trinchera de las redes sociales.
Generaciones insolentes utilizaron de otros modos sus smartphone para convocar, y en las calles se dieron cuenta que sus circunstancias eran colectivas y como bálsamo de muchos, ya no era vergonzante pertenecer a los residuos o márgenes de la sociedad opulenta del país ganador de alegría prometida, que el crecimiento no se había edificado en igualdad y se dieron a la tarea de enrostrar que los tiempos mejores no estaban en el desgastado paradigma extractivista de crecimiento sin desarrollo.
La apuesta añeja y vigente de la mano dura de represión callejera, con su reguero de muertos no fue suficiente para meter en cintura a tanta gente, jamás sabremos, o quizás sí, cual fue la orden de la manu militari, solo recordar que habría sido muy difícil dialogar con un carapintada del enlace o boinazo de los ’90, impensado jugar una pichanga, aunque fuera una estrategia de un lado, o una soberana candidez por otro, ¿el peso de la historia?, ¿la complicidad en el vórtice de abusos de platas pública y repartijas escandalosas?, en fin, la cosa es que los anillos utilizados por el Estado para poner orden por la fuerza están en un serio cuestionamiento y una desgastada moral como para reprimir una “banda de evasores de transporte público”.
Dejando este orden de cuestiones, será tarea de las Ciencias Sociales analizar y explicar el por qué esta acumulación de contradicciones de una sociedad que vía dinero plástico funcionaba relativamente bien, ejemplo para América Latina y generadora de poderes emprendedores, transformó al individuo en masa insatisfecha de elementos espirituales y con acceso restringido a bienes materiales. La cantidad de gente en las calles nunca ha sido motivo de preocupación para el poder, lo peligroso para el sistema es que la cantidad se transforme en calidad, allí donde la frase de “no importe quien gobierne, tengo que trabajar igual” sucumbe con una propuesta social y política porque se cuestiona el modelo jurídico de 1980, para proponer desde la comunidad, una nueva institucionalidad, que no es el fin de los problemas, sino el inicio del camino de integración para abordarlos de manera colectiva y solidaria, anteponiéndose al individualismo subsidiario que alienó a la sociedad chilena, con el oropel del crédito fácil por sobre la dignidad.
En la cresta de la crisis social, política e institucional, cuando el aventado sistema aún no distingue la dirección que lo remeció, donde el líquido del oasis que sostenía la ilusión se escurrió, mostrando la ficción de una sociedad de excelencia, será “conveniente y hasta imprescindible”, osando citar a Benedetti, colocar en el centro al ser humano y el entorno que nos sostiene, donde la experiencia acumulada nos ilumine a todos y todas en el anhelo común de poner orden en el caos, donde ese orden sea semilla de nuevos bríos, instalando una nueva ética que haga realidad el antiguo afán de liberación.
Patricio Candia Lagos.
Profesor de Estado en Historia y Geografía.
ramon roman says:
Con todo el respeto que usted merece, don Patricio Candia Lagos, debo disentir con la conclusion de su ensayo. Usted escribe: será “conveniente y hasta imprescindible”, osando citar a Benedetti, colocar en el centro al ser humano y el entorno que nos sostiene». Precisamente este Sistema Neoliberal puso al ser humano como un individuo en el entorno que nos rodea, un entorno que este sistema creó para que este ser humano «individual» se desarrollara dejando a un lado a todos los otros seres humanos con su propio desarrollo individual . Es decir, este desarrollo creado por el Sistema Neoliberal creó millones de islitas que las apartó de un desarrollo de un continente donde todo debiera desarrollarse como un todo, como debiera ser una sociedad que no solo conlleva un nombre, chilenos, sino que comparte un idioma, costumbres, un suelo y una historia. Espero que me haya entendido, don Patricio.