Telescopio: gobierno de minoría para Justin Trudeau
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Mientras en Chile la gente salía a las calles en un son de protesta, aquí en Canadá, donde el otoño se desliza suavemente vistiendo los árboles de un hermoso tono entre amarillo y rojizo, el pasado lunes 21 los ciudadanos concurrían a las urnas para elegir diputados federales. El primer ministro Justin Trudeau, aspiraba a ser reelecto. Bueno, en los hechos lo fue, de ahí el tono celebratorio de sus partidarios esa noche. Pero por otro lado ha sido una victoria sólo a medias, porque si bien su Partido Liberal obtuvo el mayor número de escaños en la Cámara de los Comunes (157) no llegó al mínimo que requería para tener mayoría absoluta en esa cámara (170). Esto, por cierto, lo deja en una posición complicada para poder aprobar sus leyes, ya que tendrá que buscar el apoyo de otros partidos. Peor aun, en un sistema parlamentario como es el canadiense, el gobierno para permanecer en funciones, debe contar con la confianza del parlamento, si por alguna razón los otros partidos que conforman la mayoría de la cámara acuerdan un voto de no confianza o rechazan su presupuesto, el gobierno automáticamente cae y debe dar lugar a nuevas elecciones, a no ser que otro partido pueda acreditar ante la Jefa del Estado (en este caso la gobernadora general, que representa a la reina) contar con apoyo parlamentario para reemplazar al gobierno derrotado.
Por ahora, sin embargo, el escenario más probable todavía puede ser favorable a Trudeau. Los otros partidos tienen intereses y orientaciones que hacen difícil que puedan ponerse de acuerdo para echarlo abajo. El Partido Conservador, liderado por Andrew Scheer, con 121 diputados, constituye la Oposición Oficial, pero el efecto de la derrota lo ha dejado en mal pie e incluso su líder puede hallarse cuestionado por sus propios camaradas. El separatista Bloc Québécois, que en la elección anterior había quedado muy disminuido, esta vez tuvo un notable repunte en lo que se refiere al número de diputados electos: 32. Sin embargo, aunque la noche de la elección su líder Yves François Blanchet estaba muy eufórico y sus partidarios coreaban consignas como para convencerse ellos mismos de que la separación de Quebec –su largamente sostenida ambición– estaba renaciendo, lo cierto es que su votación en la provincia de Quebec (la única en la que el Bloc presenta candidatos) se mantuvo en el mismo 34 por ciento que la opción separatista ha tenido por años. Nada nuevo en esto. Por otro lado, tampoco se puede ignorar la presencia de esta opción política y mucho menos creer que vaya a desaparecer. Es que esto de la opción separatista en Quebec es como el cigarrillo: el número de fumadores ha bajado, pero un sector disminuido pero constante y dedicado continúa fumando, y es muy improbable que abandone su adicción o estilo de vida, si se lo prefiere.
El izquierdista Nuevo Partido Democrático (NPD), la socialdemocracia canadiense, tuvo un comienzo incierto, principalmente por la persona de su líder. El NPD fue el primer partido político con representación parlamentaria en Canadá, en elegir como su líder a una persona de una minoría visible: Jagmeet Singh, nacido en Canadá con ancestro en la India, un observante de la religión sikh que acorde con sus preceptos cubre su cabeza con un turbante y se debe dejar una abundante barba. Sin embargo, su actuación en los debates televisivos y su campaña en general le ganaron el respeto de gran parte del público. La excepción fue la provincia de Quebec, en la que el resultado fue desastroso para el NPD ya que perdió a todos sus diputados, salvo uno. En esta provincia recientemente el gobierno provincial, controlado por un partido de orientación nacionalista, aprobó una ley que prohíbe a los funcionarios provinciales ostentar símbolos religiosos en su vestimenta o en otros atuendos. La legislación ha sido denunciada como discriminatoria ya que apunta principalmente a mujeres musulmanas y a miembros de otras religiones como el sikhismo o el judaísmo ortodoxo, que exigen a sus miembros una cierta apariencia física y atuendos que claramente identifican su fe. Por otra parte sin embargo, la controvertida ley cuenta con un mayoritario apoyo en Quebec, especialmente en círculos influenciados por el nacionalismo quebequense francófono.
El resultado electoral tampoco fue el esperado para el Partido Verde, liderado por una dama de la provincia de Columbia Británica, Elizabeth May. Pese a que el tema medioambiental del cambio climático ha sido puesto de moda por la exposición mediática que ha tenido, incluso la joven activista sueca Greta Thunberg estuvo de visita aquí en Montreal, el Partido Verde no logró capitalizar y sólo eligió a tres diputados en todo el país. En parte ello se puede explicar por el hecho que como el tema estuvo muy presente, los otros partidos, excepto por el Partido Conservador que lo matizó mucho, también lo hicieron un punto importante de sus respectivos programas. Esto con el agregado que al revés de los Verdes, los otros partidos sí tenían otros puntos en su mensaje, en cambio el Partido Verde ha sido tipificado como un partido monotemático.
¿Qué escenarios aguardan ahora a Canadá? En declaraciones este miércoles el primer ministro electo descartó que vaya a buscar una coalición. En verdad en Canadá no hay una tradición de coaliciones de gobierno. Probablemente seguirá la experiencia de otros gobiernos que han estado en esa condición de minoría, incluyendo el de su padre en los años 70. Esto puede significar buscar algunos acuerdos en base a las coincidencias programáticas que los liberales puedan tener con otros partidos, en esta eventualidad el partido con el que habría más coincidencias sería justamente el socialdemócrata NPD. Pero desde ya hay un obstáculo mayor para un acuerdo formal: el NPD –adoptando una postura muy medioambientalista que incluso contribuyó a su derrota en Alberta, la principal provincia petrolera– se opone terminantemente a la construcción de un oleoducto que triplicaría la capacidad actual de transporte de petróleo desde Alberta a puertos en el Pacífico. Trudeau anunció este mismo miércoles que seguirá adelante con ese proyecto, ello en un afán de reconciliarse con Alberta y Saskatchewan, donde por su postura poco clara respecto a la extracción de petróleo, el Partido Liberal perdió a todos sus diputados. Políticamente esto dejaría a Trudeau con una sola opción, descartadas la coalición y el acuerdo programático: la de buscar apoyo para sus iniciativas legales sobre la base de cada caso concreto. De ese modo podría contar con apoyo del NPD en proyectos como un programa nacional de seguro de medicamentos, también en el programa de los socialdemócratas, y una reforma tributaria que apuntará subir impuestos a los sectores más ricos de la población a la vez que cerrar ciertos resquicios que permiten evadirlos; mientras podría apoyarse en los conservadores para seguir adelante con la construcción del oleoducto que transporte petróleo al Pacífico para ser exportado a los mercados asiáticos. Pero tales apoyos pueden no ser tan fácilmente obtenidos, los conservadores a su vez podrían exigirle a Trudeau modificar, si no abolir el impuesto a las emisiones carbónicas que es detestado por algunas provincias, especialmente Ontario, centro industrial del país y la más grande e influyente. El NPD por su parte podría cobrarle la palabra a Trudeau en una promesa que hizo en la campaña anterior: modificar el sistema electoral que no refleja adecuadamente la voluntad de los electores. El llamado first-past-the-post es un sistema electoral de origen británico por el cual cada circunscripción elige a un ganador, independientemente del porcentaje de su victoria, lo que hace que por ejemplo, un partido puede ganar en más circunscripciones pero por estrecho margen, mientras otro partido puede ganar en menos pero por mayor diferencia de votos, con lo que paradojalmente el partido con más votación popular no gane el gobierno, algo que precisamente ocurrió ahora cuando los conservadores tuvieron un 34 por ciento nacionalmente, mientras los liberales un poco más de 33 por ciento. Este sistema opera bien cuando son dos partidos en la contienda, pero con una pluralidad de contendores, distorsiona la voluntad del electorado y castiga a los partidos más pequeños. El NPD ha estado por largo tiempo propiciando un sistema proporcional y esta podría ser la ocasión de exigir ese cambio.
En lo inmediato y más urgente, el nuevo gobierno tendrá que adoptar medidas para resolver problemas importantes en la economía canadiense que necesita reactivar la industria y debe de una vez por todas decidir qué hacer con el importante rubro petrolero. Mientras un creciente sector de la población se muestra contrario a la construcción de oleoductos e incluso contrario a la extracción de petróleo, en especial la que se hace a partir de las llamadas arenas bituminosas que genera un mayor impacto medioambiental, por otro lado el petróleo sigue siendo una fuente fundamental no sólo de energía sino también para la gigantesca industria del plástico. Y todos los pronóstico indican que el petróleo seguirá siendo un producto esencial por lo menos hasta el año 2050, si no hasta fines de siglo. Un difícil dilema para un primer ministro que por un lado debe proteger la actividad económica y los numerosos empleos implicados en la industria del petróleo y el gas natural, mientras por otra parte se presenta como un campeón del medio ambiente.
PRESENCIA CHILENA EN EL NUEVO PARLAMENTO
Los chilenos en Canadá desde su llegada han tenido una importante participación política, no sólo en la solidaridad con la lucha anti-dictatorial en los años 70 y 80 del siglo pasado, sino también en política canadiense. Esta vez una chilena, hija de exiliados, Soraya Martínez Ferrada, resultó elegida diputada por el Partido Liberal en la circunscripción de Hochelaga, en Montreal. Otras dos chilenas, Paulina Ayala, que había sido diputada entre 2011 y 2015 se postulaba por el izquierdista NPD, en tanto que Claudia Valdivia lo hacía por el separatista Bloc Québécois, pero ninguna de las dos resultó elegida. Soraya se sumará en el parlamento a otro latino, el también liberal Pablo Rodríguez, de origen argentino que fue reelegido. Otro latino, Juan Vázquez, de origen mexicano que corrió por el Partido Verde, fue candidato pero también derrotado y nada menos que tratando de desbancar a Trudeau en su distrito.