Pablo Salvat, académico: «Las derechas, sea en versión soft o neofascistas no saben vivir sin la creación de enemigos»
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Tras el estallido social han comenzado a fluir asambleas, cabildos comunales y otras formas de organización ciudadana desde las bases. En general, el diagnóstico está bastante claro: este sistema político y económico no da para más. Reventó y en este momento flota en el aire.
No son pocos los académicos, activistas, que le advertían a la clase política, ciega, torpe y volcada en sus propios intereses, que algo grande se incubaba. Uno de ellos ha sido el profesor de la Universidad Alberto Hurtado (UAH) Pablo Salvat, doctor en filosofía ética de la Universidad de Lovaina y particularmente interesado en temas de derechos humanos, justicia, ética social y cultura política, entre otros. El profesor Salvat es autor, entre otros títulos, de El Porvenir de la Equidad (LOM) y Max Weber: poder y racionalidad (RIL Editores).
En esta conversación, realizada horas antes de la marcha del viernes 25 y la mañana del sábado 26 de octubre, entrega una visión sobre la magnitud del momento que vive Chile, sus causas y sus posibles escenarios. Hay un pueblo que ha tomado conciencia de su realidad y, en especial, de los motivos de su actual condición de sufrimiento. Es por ello que tiene hoy muy claro que esto no se resuelve sólo con la renuncia de Sebastián Piñera, que es sin duda el primer paso en un proceso de más largo plazo. La solución pasa por la desinstalación completa de este sistema y la fundación de uno nuevo a partir de un proceso constituyente. De todo esto hemos hablado con Pablo Salvat
En general las explosiones sociales de multitud sin una organización tienden a decaer. ¿Podemos pensar que pasa lo mismo o hay elementos que digan lo contrario?
Bueno, la verdad, tu sabes todas aquellas predicciones interesadas hechas desde el poder central de la Casa Blanca afines del siglo pasado, sobre que la historia y la caída de los socialismos históricos, de que la historia humana ha llegado a su fin y de que la alianza entre capitalismo+ liberalismo + nuevas tecnologías serían la “solución final” a todos los problemas. La propia historia – que nunca puede ser detenida por nadie- y los sujetos en ella implicados, se han encargado de desmentirlas.
Ahora, ¿qué podemos avizorar en el caso nacional? En tu pregunta hay un punto de acuerdo contigo: las manifestaciones espontáneas tienden a tener un tiempo de expresión y si en ellas prima la represión indiscriminada o la falta de una mínima orientación reivindicativa y programática en común, es probable que decaigan, ojo, pero solo en su intensidad manifestativa. No en sus motivaciones y causales de fondo que las desatan. Segundo, lo positivo de esta espontaneidad rebelde ha estado a mi juicio, entre otras cosas, en que la elite de poder no ha podido adjudicársela a algún sector político tradicional; tradicional digo en su visión de mundo habitada por buenos y malos, delincuentes y gente de bien, por una permanente y renovada “guerra fría”. Las derechas, sea en versión soft o neofascistas no saben vivir sin la creación de enemigos ficticios, inventados, algunos creados por ellos mismos y por tanto, en una lógica de guerra, que es guerra a muerte..
Tercero, preguntas si hay elementos que puedan contradecir la tesis de jugar por parte de la elite de poder al desgaste, a la rutina, al decaimiento, a que la gente vuelva a vivir y sentir como lo hacía antes del estallido del viernes pasado. En esto creo que la toma de conciencia social y política se ha acelerado de tal forma, que veo difícil que podamos volver atrás, en el sentido de bueno “aquí no ha pasado nada, ha sido un mero azar y coincidencia, pero nada más”. Bajamos este y este otro precio y ya, todo el pueblo contento a sus madrigueras a sobrevivir como se pueda. Difícil. Creo lo esencial aquí es la recreación de una conciencia política y social, del despertar, que es el darse cuenta de donde estamos viviendo, bajo qué sistema; el darse cuenta, el comprender que cada parte del sistema –lo económico-mercantil; lo sociopolítico, los modos de vida- no es el todo, sino una parte del todo¡ Y ese todo hoy, para nosotros es el modelo neoliberal impuesto a sangre y fuego hace ya cuarenta años y apenas suavizado por una serie de “parches” colocados por los gobiernos de turno entre el año 1990 y el presente. Por eso los ciudadanos, y no se equivocan, ven como corresponsables de lo que está sucediendo, al conjunto de la elite política, y no solo al gobierno de Piñera. Por eso piden también acciones de los parlamentarios, compromisos, como por ejemplo, podría ser el que ellos renuncien en masa y se pueda llamar a nuevas elecciones. Cual más cual menos de los que allí está sentado tendría que tener la voluntad de renunciar a su cuota de poder. No olvidar que su poder no es absoluto ni para siempre, es “delegado”, es decir, ellos hablan de parte nuestra, o al menos, deberían. Eso podría comentar de manera rápida a tu primera pregunta.
Esta es una movilización empujada por el rechazo a un modelo, no a un gobierno ni a demandas puntuales no respondidas. ¿Podemos hablar de un cambio de régimen, de orden institucional?
Como te expresaba antes, comenzó como el rechazo a una medida puntual: rechazo al alza del precio del Metro. Pero ya en esas expresiones juveniles y en las que vinieron después se va expresando la toma de conciencia: tanto los precios de los servicios básicos privatizados como de los bienes sociales fundamentales vendidos a transnacionales, los problemas medioambientales, el sentido de la educación, la criminalización del pensar crítico, el valor de los arriendos y de los préstamos bancarios, el valor del Tag en las autopistas, los medios de comunicación, el agua, de la misma vida, de casi todo, incluido por cierto la despolitización y des-socialización de nosotros mismos, todo ello está en la lógica del neoliberalismo, la lógica del costo beneficio y del cálculo de utilidad y maximización que, obviamente, favorece de manera prioritaria a la elite del 1% del país. Cuidado. Es también un claro rechazo al actual gobierno de la derecha neopinochetista que ha quedado al desnudo en esta situación con su accionar errático y represivo. Lo que pasa es que hoy por hoy no se cuestiona solamente la política de este gobierno (hubiese sucedido algo muy similar si el presidente hubiera sido Guillier) , sino que se la enmarca en una racionalidad más global, que es la del capitalismo neoliberal globalizado que nos fue impuesto a fines de los años setentas. Esto es lo que se ha empezado a entender mejor. Muchos hemos venido hace años insistiendo sobre estas cosas, pero bueno, los medios están para otros intelectuales y otras formulaciones digamos “correctas”. Recuerde estimado la polémica que estalló a fines de los noventa entre “autocomplacientes” y “autoflagelantes” (pésima denominación por lo demás: unos eran complacientes con la modernización neoliberal vigente de facto, y otros, éramos críticos de ella); allí enunciábamos muchos de los problemas que estaba enfrentando ese proceso, hasta ese momento envuelto en el brillo del aura de los números, el ingreso a la OCDE y otras maravillas.. .en fin.
los ciudadanos no se equivocan, ven como corresponsables de lo que está sucediendo, al conjunto de la elite política, y no solo al gobierno de Piñera. Por eso piden también acciones de los parlamentarios, compromisos, como por ejemplo, podría ser el que ellos renuncien en masa y se pueda llamar a nuevas elecciones.
Segundo, claro que los cambios tendrían que expresarse también jurídicamente hablando. Pero ¿cuál juridicidad sería? ¿De nuevo la misma Constitución pero ahora con nuevos “parches”? Uff, difícil concebir ya una carta constitucional con más “parches”, ¿no le parece? Todo este proceso de cuestionamiento para ser realista y plausible y para garantizar una nueva vida social más o menos estabilizada hacia adelante, debería expresarse en el debate y deliberación participada del conjunto de la población en la construcción de una nueva carta de navegación, es decir, una nueva constitución. Las constituciones no son cualquier cosa. Son muy importantes porque ellas expresan o deberían expresar no solamente un conjunto de normas, reglas y procedimientos, sino también un ethos, un cierto modo de vivir juntos y ordenar las prioridades de ese vivir.
Reforma o revolución
¿Podemos hablar de revolución?
Uff, este es un tema complicado. Es lo que estuvo planteado a comienzos del siglo pasado en la Europa del norte, como un debate entre reforma social y/o revolución, en particular, en los escritos de Rosa Luxemburgo. Tenían como trasfondo las revoluciones rusas y la posibilidad de una revolución en Alemania, y a partir de allí, en toda Europa. Hoy no se habla de esto por ahora. Pero tendrá que hablarse. Tú preguntas: ¿Estaría expresando esta rebelión popular una revolución? Si se pudiera adjetivar, en todo caso tendría que ser una suerte de revolucionamiento espontáneo del orden actual. No he visto por ahora esos términos enarbolados en las pancartas de los manifestantes. No se puede dar por ahora una respuesta concluyente al respecto.
Lo que sí ha sido es la expresión de una rebelión, de una insumisión ante tanto abuso de poder, ante tanto sufrimiento social, ante tanta ignominia política, tanta mentira y manipulación. Es una profunda reivindicación de dignidad colectiva frente a la conjunción de abusos por tantos años.
Al mismo tiempo, se ha comenzado a articular esa protesta, ese reclamo por dignificación del vivir juntos, con un cuestionamiento radical del modelo de desarrollo neoliberal, visto como el principal causante de los abusos y el sufrimiento social. No puede plantearse la dicotomía reforma social y/o revolución en blanco y negro. Tenemos que aprender de nuestra propia historia.
Desde un punto de vista conceptual, quizá podemos decir que una reforma o varias reformas, serán aquellos actos, decretos, normas legales o políticas que apuntan a remediar los peores efectos de este derechismo neoliberalista sin tocar eso sí, los pilares fundamentales de ese modelo consagradas en la actual juridicidad constitucional. ¿Son negativas per se las reformas? Creo que no. Esta evaluación dependerá del horizonte político y normativo en el que cada quien se sitúe. Nos aproximaremos a una revolución si por intermedio de todos estos actos, manifestaciones, expresiones, articulaciones, se logra empujar hacia un nuevo orden sociopolítico, económico y cultural. Para nosotros, lo que Chile necesita hace ya muchos años es una revolución democrática, que permita ubicarnos en la senda de la vivencia de una real democracia, entendida no como el depósito del voto y delegación del voto cada cierta cantidad de años a los distintos miembros de la elite del país, sino como aquella capacidad de ejercitar una dirección en común de los asuntos comunes. Esta se expresa para nosotros en un republicanismo democrático. .
Necesitamos esta revolución. Después, bueno, después las distintas visiones de país y de nuestra América tendrán que abrirse a la deliberación del todo.
¿Cómo se deben articular los pasos siguientes, en el momento y corto plazo?
¿Como se deben articular? Difícil decirlo como un ciudadano más. Pero creo, lo más importante tendría que ser contribuir a articular desde la base a las cúpulas de la sociedad que se manifiesta y protesta en los espacios públicos. Y en ello creo responsabilidades tienen y tendrán los nuevos liderazgos que vayan emergiendo. Al mismo tiempo, los liderazgos de las asociaciones actuales: ACEs, Confech, Colegio de Profesores, Sindicatos, trabajadores fiscales, camioneros, medioambientalistas, una larga lista; la articulación digo entre todas estas expresiones y aquellas expresiones del mundo político que estén dispuestos a sumarse a esta explosión y a contribuir humildemente desde sus posiciones, conocimientos y medios. Tendría que ser el reencuentro del mundo social, profesional, académico, con el mundo político no vendido, no entreguista, que está abierto a una autocrítica y al mismo tiempo a seguir co-organizando los pasos de una revolución democratizante en Chile, que es lo que requerimos y necesitamos para hoy y mañana.
PAUL WALDER
Publicado en POLITIKA