El pueblo digno y rebelde abrió las grandes alamedas: crónica desde Valparaíso
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La Insurrección popular de octubre, que cada día continúa adelante con más fuerza repletando las calles de nuestro país con la protesta social, ayer viernes 25 de octubre tuvo su máxima expresión de masividad al desbordar las grandes alamedas a lo largo del territorio nacional, por donde caminaron libres y sin miedo hombres y mujeres, jóvenes y muchachas, niñas y niños, ancianas y ancianos- como predijo el compañero Salvador Allende en su último discurso aquel lejano 11 de septiembre de 1973 – diciendo ¡BASTA DE ABUSOS, HEMOS DESPERTADO ¡, queremos un cambio radical de este sistema opresor, violento y desigual. Como el pueblo expresa en sus pancartas: “no se trata de 30 pesos, se trata de 30 años de abusos” los que han gatillado este estallido que se ha transformado en una insurrección popular, que durante el mes de octubre, hizo trizas el oasis de cartón con el que presentaban la imagen país.
A estos treinta años de violencia y abusos hay que agregar la brutal represión y las injusticias que se iniciaron con el golpe cívico miliar de 1973, donde miles de chilenas y chilenos fueron encarcelados, torturados, asesinados, hechos desaparecer, exiliados, expulsados sin justificación alguna de sus trabajos, para poder instaurar en Chile un modelo de sociedad basado en el libre mercado que ha significado, en la práctica, la privatización de todos los recursos naturales y de los servicios básicos como la salud, la educación, las pensiones, el agua, la electricidad, y un largo etcétera.
Los derechos sociales alcanzados con la lucha popular de años y años, y que tuvieron su máxima satisfacción y expresión durante el gobierno popular del Presidente Salvador Allende fueron conculcados a sangre y fuego. Allí comenzó un nuevo ciclo de saqueo empresarial nacional y extranjero que, amparado por la feroz garra militar de la dictadura, estructuró las bases institucionales de un sistema neoliberal consagrado en la Constitución ilegítima de 1980. Allí también se encuentra el origen de esta extraordinaria insurrección popular de octubre, de este estallido social rebelde y libertario, que, golpeando desde las bases, hace tambalear los cimientos de este injusto y opresor modelo económico, político, social y cultural.
En Valparaíso y Viña del Mar, así como en toda la V Región, ayer viernes el pueblo movilizado abrió de par en par las grandes alamedas y con una muestra simbólica de fuerza, la marcha hacia el Congreso Nacional, aquel edificio que representa una burbuja de cristal en donde las elites se mueven alegremente lejos del mundanal ruido de las calles, obligó a que los Parlamentarios suspendieran sus funciones y evacuaran este palacio de primavera, temerosos de un pueblo rebelde que expresaba sus demandas afuera del Congreso Nacional. Aquí en Chile, donde comenzó la instauración de este modelo que fue proclamado como un ejemplo a seguir por todo el mundo, sus cimientos están siendo erosionados por esta marea humana de dignidad, rebeldía y libertad, como un río poderoso que empieza a recuperar su cauce.
El pueblo chileno, luego de un largo letargo, ha despertado con la fuerza de un volcán. La solidaridad internacional día a día crece entregando su apoyo a este movimiento social, con la memoria fresca de la solidaridad entregada a miles de chilenos y chilenas durante el periodo de la dictadura cívico militar.
La violencia desatada por el gobierno de Sebastián Piñera y su Ministro del Interior Andrés Chadwick para intentar frenar la rebeldía popular, ha igualado la brutalidad dictatorial. Las y los torturados y asesinados crecen día a día, configurando violaciones de los derechos humanos con características de terrorismo de Estado, pero a pesar de todo esto, las calles siguen perteneciendo a las chilenas y chilenos rebeldes que siguen sin miedo manifestando sus demandas y exigiendo sus derechos.
Hoy en Valparaíso se llevaron a efecto numerosas iniciativas barriales, de tipo cultural y político, realizando verdaderos cabildos comunitarios para ir intercambiando ideas y plasmar organizadamente las demandas populares, y una nueva y multitudinaria marcha, de aproximadamente 15.000 porteñas y porteños, recorrió esta vez los cerros del Puerto.
A mediodía las y los manifestantes se congregaron en la Plaza Sotomayor, para desde allí iniciar una movilización que subió por calle Tomás Ramos, al costado de los Tribunales de Justicia, para a alcanzar posteriormente la Avenida Alemania y recorrer la cintura que recorre una gran cantidad de los cerros porteños, para posteriormente bajar por Avenida Francia hasta la Plaza del Pueblo Salvador Allende. Una nueva y contundente respuesta de rechazo a los ofertas gubernamentales y de las elites del poder, que buscan por todos los medios y con promesas de humo al por mayor, detener a este pueblo que ha dicho ¡basta! y se ha echado a andar.
El hombre y la mujer libre han comenzado a caminar por las grandes alamedas y, aún cuando no exista certeza de cuál será la solución o la salida en que desemboque esta rebelión popular, puesto que se trata de un movilización espontánea y multifacética, sin una conducción política determinada, sin la presencia de una orgánica político revolucionaria, el hecho concreto es que este octubre insurrecto ha cambiado para siempre la cara de nuestro país ante los ojos del mundo. Tampoco es descartable que este pueblo digno y creativo encuentre las formas de canalizar, organizar y conformar una organización de nuevo tipo que entregue propuestas concretas que sobrepasen la institucionalidad restringida de esta democracia en la medida de lo posible, consagrada en la Constitución pinochetista de 1980. Ahora es el momento de llevar adelante un proceso constituyente que, a partir de las bases en rebeldía, elabore y concrete una Constitución verdaderamente democrática para nuestro país.
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 26 octubre 2019