Política Global

Seis noches que conmovieron Barcelona

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Fotografías, Mario Cerqueira

Tras las noches vividas en Barcelona conocida la sentencia del Tribunal Supremo español, resalta Cataluña sin rumbo. Lo perdió cuando omitió suscribir su independencia, su gobierno y su autonomía (2017). Cinco meses después recobró su gobierno autónomo, pero rehusó ejercerlo (2018). El gobierno catalán, la Generalitat, hoy día, es una institución puesta a administrar las cosas y ser usada como bastión del independentismo (2019). ¿Que esperar? que Esquerra Republicana en 2020 haga un buen gobierno, de amplia base política y social e inicie un diálogo político con el gobierno español en vista a acordar una fórmula pactada que dirima el conflicto en un referéndum. La idea es de Oriol Junqueras dicha desde la prisión en enero de 2018. 

 

La sentencia del Tribunal Supremo (TS) condenó a 9 dirigentes independentistas con penas de cárcel entre 9 y 13 años por sedición, delito muy discutido entre catedráticos de derecho penal y magistrados que han ocupado cargos en el Supremo y Constitucional. Sanciones consideradas desproporcionadas, toda vez  que el propio TS evidenció que los actos cometidos no pretendieron la escisión de España, sino forzar al gobierno español (del partido popular) a abrir un diálogo político.

 

Oleadas del tsunami…


Sin embargo, los comentarios y alcances de la sentencia fueron rápidamente superados por las reacciones de creciente indignación que, en horas, sorprendieron con el asedio al aeropuerto internacional de Barcelona. Miles de manifestantes desafiaron a la policía catalana que en forma resuelta impidió la ocupación del terminal aéreo mediante sucesivas cargas. 

 

Mientras tanto, autopistas y principales accesos a la ciudad eran cerradas por manifestantes. Olas de protestas se levantaron en diferentes localidades del territorio hasta que llegó la noche y el talante de la protesta transformó el espacio urbano. Las fuerzas del orden y de la revuelta se desplegaron en el centro de la trama del área moderna de Barcelona durante seis noches. Sucesos similares sucedieron en las tres capitales provinciales catalanas (Girona, Tarragona, Lleida) y en algunas comarcales, como Sabadell y Reus. 

La violencia de los enfrentamientos de miles de personas y policías en un campo cercado por barricadas de fuego (alimentadas por 1.044 contenedores, 358 cubos de basuras) conmovieron a la ciudad en seis jornadas nocturnas de luchas urbanas de cinco a seis horas. En este escenario la furia y la brutalidad se confundieron, a menudo al margen de toda norma, dejando 600 heridos (312 manifestantes y 288 policías), 4 personas mutiladas (con pérdida de un ojo), 13 hospitalizadas (1 muy grave). Las noches violentas acabaron por abrir nuevos surcos en el conflicto catalán. 

 

 

… desbordan a Torra 

La represión a cargo de la policía catalana y española bajo un mando coordinado a cargo de la conselleria d’Interior (algo impensable dos años atrás) ha quebrantado la confianza entre el president de gobierno catalán, Quim Torra y los Mossos d’esquadra (policía catalana). La paradoja de esta situación es la dualidad que convive a duras penas en el seno del gobierno.

 

Por una parte, el apoyo al conseller Miquel Buch que califica de «profesional» la actuación policial y por otra, el president Torra que aprecia una policía que se ha extralimitado y, por lo tanto, que debe ser investigada hasta proceder a una «depuración de responsabilidades». Los partidos que apoyan al gobierno se dividen en opiniones muy diversas: desde el rechazo explícito, pasando por el recelo, hasta el apoyo con diferentes grados de convicción y entusiasmo.

 

.Las noches de manifestaciones violentas han puesto a Torra en la tesitura de optar entre su perfil de gobernante o de activista: respaldar a la institución policial catalana o complacer a los sectores radicales del independentismo enfrentados a los mossos d’esquadra

Fue en el sexto día desde que se iniciara los enfrentamientos en las calles, cuando Torra, forzado por circunstancias que ya lo desbordaban, condenó la violencia y acto seguido exigió urgencia en averiguar sobre los excesos de los mossos para «depurar responsabilidades» y mantuvo en suspenso los apersonamientos a las acusaciones contra los detenidos por la policía catalana y nacional (de las 194 detenciones, 154 fueron efectuadas por mossos, 32 por policías nacionales y 8 por la guardias urbanos). 

 

La  torpeza del president

 
Los hechos provocados por la sentencia han confirmado la debilidad política del gobierno catalán, junto con ratificar la fortaleza del movimiento independentista demostrada en el asedio al terminal aéreo, en los cortes de vías de comunicación (viales, férreas) y, especialmente, en la manifestación pacífica que reunió a más de 500 mil personas en el mismo espacio urbano de las encendidas y violentas noches. 

El president Torra en un intento por liberarse del molesto tema de la violencia y represión que lo atenazaban quiso cambiar la agenda: ir del orden público al conflicto político. Para ello durante cuatro días consecutivos llamó por teléfono a Pedro Sánchez con el fin de sostener una entrevista y reiniciar un diálogo político para resolver el conflicto de fondo. Su intento fracaso. Simplemente, Sánchez no respondió a sus llamadas. 

 

El presidente en funciones está en una campaña electoral para ser elegido presidente el 10N. Contra el tiempo busca votos de centro en su cada vez más ajustada competencia con el partido popular. Atender una entrevista con Torra habría sido un regalo para los populares. Además ¿qué valor tendría la palabra del candidato socialista sobre el conflicto catalán si puede que en un mes más ya ni siquiera sea el presidente del gobierno de España? 

En quince días más …

La sentencia del TS y sus efectos inmediatos, en particular la seis noches que conmovieron a Barcelona, han dejado sin oxígeno al gobierno de Quim Torra. Una vez más ha demostrado su carencia de liderazgo para evitar o sortear problemas y señalar una perspectiva realista. Ejemplo de ello es su indisposición manifiesta con la policía catalana ante sus actuaciones represivas y su incapacidad de reconocer el valor de los tiempos en política al anunciar un nuevo referéndum en la actual legislatura o pretender iniciar un diálogo político en plena campaña electoral en España.

 

El talante activista de Torra ha conducido a una situación extraña: que sea el ministro del Interior español, Fernando Grande-Marlaska el que valore a los mossos d’esquadra (la situación más difícil en orden público que han enfrentado, según su director), mientras el president catalán los impela, lo opuesto a la situación de la policía catalana hace dos años, cuando el gobierno catalán los reconocía como «patriotas» a diferencia del gobierno español que los acusaba de incumplir sus deberes profesionales.

 

En quince días los resultados del 10N incidirán en los dilemas del independentismo y en el conflicto catalán/estado español. Es probable que las elecciones catalanas aparezcan en horizonte para decidir qué camino emprender: si el de reestructurar la alianza política para ir a hacia un diálogo con el gobierno español o persistir en la «vía unilateral» en una nueva «fase de confrontación con el estado español», ideada por Carles Puigdemont.

 

 

Redacción, Pablo Portales

Fotografía, Mario Cerqueira

 

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