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España le pone fin a una era infame: exhuman los restos del dictador Francisco Franco

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La exhumación de los restos del dictador Francisco Franco (1892-1975) del Valle de los Caídos, el mausoleo que mandó a construir para gloria suya y de su cruzada, se consumó ayer a la una de la tarde en un hecho histórico pospuesto por 44 años.

 

Mientras su familia sacaba en hombros el féretro del hombre que tiranizó, masacró y condenó al exilio durante su largo régimen totalitario a cientos de miles de personas, en las calles de España muchos celebraron, con algarabía o discreción, la expulsión definitiva de Franco de un monumento que costó la vida a decenas de miles de presos republicanos sometidos a trabajos forzados, y que una vez fallecidos fueron enterrados en una inmensa fosa común compartiendo el lugar de reposo con su tirano y verdugo.

 

Los restos de Franco permanecían desde noviembre de 1975 en un mausoleo ubicado en plena sierra de Guadarrama, construido con mano de obra de prisioneros políticos y trabajadores contratados entre 1940 y 1958.

 

De piedra de granito, con una arquitectura sombría y tenebrosa, el Valle de los Caídos es desde entonces un lugar de peregrinaje para los nostálgicos del franquismo (1939-1975).

 

Franco estaba enterrado a un costado del que fue su ideólogo y fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera (1903-1936), pero también en el mismo lugar donde fueron sepultados en una fosa común hasta 33 mil presos republicanos.

 

A pesar de la transición a la democracia, en estas cuatro décadas se mantuvo intacto el mausoleo y símbolo del franquismo, algo que incluso llegó a llamar la atención de relatores de la Organización de Naciones Unidas, quienes opinaron que se trataba de una anomalía.

 

Ni los gobiernos de Adolfo Suárez (1976-1981), Leopoldo Calvo Sotelo (1981-1982), Felipe González (1982-1996), José María Aznar (1996-2004), José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011) y Mariano Rajoy (2011-2018) pusieron remedio a esta situación. Tampoco escucharon el clamor de las víctimas de la represión, ni de los familiares que tienen a sus seres queridos enterrados en el icónico sitio.

 

La situación cambió ayer, cuando un equipo especializado retiró la piedra de más de mil 500 kilos para extraer los restos del dictador, hecho que siguieron desde una carpa próxima unos 500 periodistas nacionales y extranjeros.

 

En la ceremonia estuvo presente la ministra de Justicia, Dolores Delgado, en su calidad de notaria mayor del reino.

 

Tras sacar el féretro, el prior del Valle de los Caídos, el franquista Santiago Cantera, realizó un breve responso antes de trasladarlo al cementerio de Mingorrubio, en El Pardo, a unos 15 kilómetros de Madrid, donde se encuentra la tumba de la esposa de Franco, Carmen Polo.

 

Hoy se pone fin a una afrenta moral: el enaltecimiento de la figura de un dictador en un espacio público… se da un paso más en la reconciliación. Nos costó mucho tiempo deshacernos de un régimen represor. Y casi nos ha llevado el mismo tiempo apartar los restos de su artífice del homenaje público. Hoy España cumple consigo misma, declaró el presidente Pedro Sánchez.

 

Los partidos políticos celebraron el fin de esta anomalía. España era el único país que mantenía vigente el mausoleo a un dictador que sometió a la muerte, la cárcel o el exilio a cientos de miles de sus compatriotas. La excepción fue Vox, de extrema derecha, que calificó el acto de profanación.

 

En un comunicado, la Fundación Francisco Franco, con el epígrafe Aquí no se rinde nadie, advirtió: Sí, hoy hemos perdido una batalla, el enemigo ha alcanzado un objetivo parcial, pero en ningún caso hemos perdido la guerra. Así que, señores socialistas y comunistas, basta ya de vanagloriarse tanto.

 

 

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