Crónicas de un país anormal

La crisis moral de la casta gobernante

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Don Enrique Mac Iver, gran político del Partido Radical, pronunció un discurso, (un año antes del Centenario de la República), en el Ateneo de Santiago, en el cual describía al Chile como país rico y poderoso, sin embargo, “…no somos felices…”. Según la mayoría de los autores del Centenario Chile había adquirido – junto con las riquezas salitreras – la peste, que venía del Perú y que destruía los valores austeros de la República. Luis Emilio Recabarren y Alejandro Venegas, (Valdés Canje), anunciaron la crisis de dominación oligárquica que vendría hacia 1924, cuando los diputados discutían la dieta parlamentaria.

 

No hay que ser muy versado en la historia, para comprender que las castas en el poder jamás han limitado sus privilegios, así crean, vean y sepan que su muerte se aproxima, pues entre la bolsa o la vida, prefieren la bolsa, o como decía el senador Penalvel, “saber vivir a costa del Estado…”.

 

El presidente y benefactor de los empresarios, (Sebastián Piñera), no ha entendido en lo mínimo el malestar ciudadano, que se manifiesta transversalmente, tanto en las distintas clases sociales, los grupos etéreos y las posiciones políticas, incluso, Cecilia Morel, su mujer, tiene más sentido de clase al confidenciarle a su amiga que tienen que renunciar a algunos privilegios, para seguir viviendo a costa del Estado.

 

El derrumbe de la democracia pactada con Pinochet está dando sus últimos coletazos: la sociedad anómica, dominada por el mercado y que invade todos los aspectos de la vida humana, anuncia su ocaso; se hace insoportable que, por ejemplo, para estudiar se haga necesario endeudarse, (recordemos que esta no fue sólo la idea del Pinochet, sino también de Ricardo Lagos, el CAE).

 

En el aspecto salud, para que te atiendan oportuna y dignamente se requiere disponer de dinero y, en el caso de carecer de él, que se acoja a todos los santos para que llegue su turno, ojalá antes de morir; si llegas a viejo y no te han marginado o no te han enviado a una casa “del bien morir”, tendrán que agradecer al Presidente Piñera quien, en un gesto magnánimo, aumentó la pensión solidaria en $10.000 más, es decir, $20.000, claro está, si quiere y debe movilizarse, tendrá que pagar $50.000, y otro tanto en medicamentos y, el resto para la alimentación, es decir, a puro pan y a puro té nos tiene Piñerón.

 

Ante el panorama actual en que vive el país, se pediría a las castas en el poder que, si aún les queda algo de moral, entiendan que llegó el momento y la oportunidad de efectuar un gesto justo. A Piñera (y sus ministros robots- en la mayoría egresados del Colegio Verbo Divino y de otros de esta categoría) – no le puede demandar que conozca la desesperación, esta vez de las mismas capas medias que lo eligieron, y que antes gritaban “querimos pagar”, (al referirse al miedo de que sus hijos tuvieran como compañeros de escuela a niños “delincuentes”.

 

Esta casta dominante jamás ha hecho uso de la locomoción pública, pues tienen auto y bencina, incluida la alimentación, pagada por el Estado, es decir la ciudadanía; tampoco han tenido necesidad de recurrir a los hospitales públicos, pues pagan Isapres de la clínica de Piñera para arriba.

 

En el Canal América, de Buenos Aires, una periodista del Estudio preguntaba al enviado especial qué impacto habían tenido las declaraciones del Papa Francisco con respecto a la crisis chilena; con toda razón, el enviado especial le respondió que ninguno, pues los jerarcas de la iglesia católica, en su gran mayoría son requeridos por la justicia como encubridores de delitos sexuales, además, según las encuestas, sólo tiene una evaluación positiva de un 0.5%.

 

En la monarquía presidencial, una verdadera dictadura regia, los parlamentarios carecen de poderes, sin embargo, reciben una dieta de un monto igual a la de los ministros, jefes de servicio, gerentes de empresa y de otros altos funcionarios, además, pago de viáticos, pagos de asesoría y transporte, y otros.

 

Personalmente, no comulgo con la anti-política que, generalmente termina en dictadura de ultraderecha, (el miedo y la frustración se convirtió en una de las causas que llevó a Hitler y Mussolini al poder), sin embargo, los parlamentarios, con una inconsciencia saturada de egoísmo e insensatez, siguen dando espectáculos a una sociedad indignada, y aunque por miedo a la ira popular se rebajen la dieta, (ojalá en un porcentaje importante), no faltaron los cara de palo que quieren continuar abusando de sus privilegios.

 

Las Fuerzas Armadas y de Orden han dado el espectáculo al atropellar los derechos humanos en pleno toque de queda, disparando balas de guerra en contra de ciudadanos desarmados, cuyo único delito es tocar la cacerola y manifestar su malestar. Ninguna persona biennacida, incluida la casta en el poder, puede guardar silencio frente a la denuncia de que en Chile se tortura e, incluso, más allá, se ha segado la vida a 18 vidas humanas, como también se ha contado con alto número de heridos y detenidos.

 

Cabría preguntarse por el camino de salida a la actual crisis: buscar atajos, proponer soluciones a medias, (como la agenda social del Presidente Piñera, que terminará siendo financiada por los ciudadanos comunes, y no por los más ricos, que son los amigos del Presidente), no va a dar ningún resultado positivo, y sí provocar una rebelión más violenta y decidida.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

24/10)2019

Bibliografía:

Gazmuri, Cristián, El Chile del Centenario, los ensayistas de la crisis, Instituto de Historia, 2001, (Ver Enrique Mac Iver, Discurso de la crisis moral de la República, Ateneo, Santiago, 1900).

Venegas, Alejandro, Cartas al excelentísimo señor don Pedro Montt, Talca, 1909

Recabarren, Luis Emilio, Ricos y pobres a través de un siglo de vida republicana, Rengo, 1910

Venegas, Alejandro, Sinceridad, Chile íntimo, 1910, Chile- América, 1998            

Gumucio Rivas Rafael Luis, Chile entre dos centenarios, historia de una democracia frustrada, Rev. Polis, No.10, 2005.   

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