El 2 de abril de 1957: un episodio de la historia que conviene recordar hoy
Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 22 segundos
El Presidente Carlos Ibáñez comienza su mandato (1952-1958) con aires progresistas. El primer año gobierna con los socialistas populares y asiste incluso a manifestaciones de la flamante Central Única de Trabajadores, nacida en 1953. Ese año, acompañado por su ministro del Trabajo el socialista Clodomiro Almeyda (futuro ministro de Relaciones de Allende), es invitado a pronunciar un discurso en la primera manifestación de la CUT.
Pero el año siguiente, la Central presidida por Clotario Blest critica duramente al Gobierno. Ibáñez replica con una acusación por injurias y lo encarcela aplicando la Ley de defensa de la Democracia, que había prometido no aplicar. La Central replica con su primer paro nacional de 24 horas, el 14 de mayo, en defensa de su presidente. Será seguido por otros en 1955 y 1956.
En 1957 el estancamiento económico es evidente y se desata la inflación. El Gobierno aplica las restricciones aconsejadas por la misión Klein-Sacks de liberar ciertos precios, entre ellos el transporte público: los microbuses suben de $7 a $10 y los autobuses de $10 a $15.
En Valparaíso se constituye el Comando Contra las Alzas compuesto por la CUT, el Frente de Acción Popular (socialistas, comunistas y otros), la Falange y el Partido Radical, que inicia el 27 de marzo reuniones “relámpago” y marchas masivas. En Santiago los estudiantes manifiestan también ese día y el siguiente. El 29 se suma el FRAP y la CUT.
El lunes 1ro de abril el centro de Santiago amanece copado por militares. Ese día la FECH había convocado una asamblea en su local frente a la Biblioteca Nacional. A la salida, un grupo de estudiantes pasa frente a una patrulla voceando consignas. No está claro que aconteció, pero lo que es seguro es que los militares abren fuego: dejan un estudiante gravemente herido y quitan la vida a la estudiante de enfermería y militante comunista Alicia Ramírez.
La muerte de Alicia suscita una profunda emoción. El martes 2 de abril estudiantes indignados se congregan frente a la FECH y se van sumando trabajadores, pobladores y ciudadanos, miles de personas enfurecidas por el asesinato. Carabineros intentan disolverlos, pero las manifestaciones se desplazan hacia el centro. A partir de las 14h los manifestantes copan el centro de Santiago, los dirigentes de la FECH no consiguen controlarlos. Alzan barricadas y paralizan el transporte; hay saqueos a tiendas, autobuses volcados. Carabineros disparan, hay muertos, pero no consiguen controlar la situación. Hacia las 20h intervienen los militares, se declara estado de sitio y toque de queda.
Hay rumores persistentes –aunque no comprobados– que alguna autoridad deja salir de las cárceles a los delincuentes que se sienten autorizados a saquear negocios. Lo que es seguro es que los saqueos en el centro amplifican el clima de caos que justifica la represión que sigue.
El gobierno decreta el estado de sitio y moviliza al Ejército a mando del general Horacio Gamboa. La noche el general da lectura, por radio, a un “parte de guerra” para informar que después de la “batalla de Santiago” la situación está controlada: el “enemigo” tuvo 18 muertos y 500 heridos.
La imprenta Horizontes, del PC, es saqueada por Investigaciones y los días siguientes varios dirigentes sindicales son deportados. Poco después, dos máquinas de escribir serán halladas en casa del subcomisario de Investigaciones Carlos Estibill.
Esta explosión de ira popular tendrá consecuencias: en algo acelera la reunificación del Partido Socialista en junio 1957 y la designación de Salvador Allende como candidato presidencial por del Frente de Acción Popular, y ese año, antes de las elecciones, la alianza parlamentaria Bloque de Saneamiento Democrático, que reúne radicales, socialistas, democratacristianos y comunistas, aún ilegalizados, y algunos ibañistas, consigue la derogación de la Ley de Defensa de la Democracia que había colocado a los comunistas fuera de la ley en 1948, y aprueba la instauración de la cedula única que disminuye el fraude electoral. Todo esto inaugura una nueva era.
Por su parte, el general Horacio Gamboa, será juez militar de unos 200 oficiales involucrados en el grupo neonazi Línea Recta. Magnánimo, los absuelve a prácticamente todos, entre ellos a Viaux. Y en 1970, ya en retiro, estará implicado en un intento de golpe de Estado con Viaux y Marshall.
(Informaciones tomadas de los trabajos de Pedro Milos, 2007, Historia y memoria: 2 de abril de 1957, LOM, y de Ivan Ljubetic).