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El despertar

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El pueblo, aunque a nivel intuitivo (sin cursos de economía política) sabe que la opulencia es la contracara de su propia miseria. Tiene derecho a derrumbarlo todo, porque todo se ha hecho sobre sus hombros y sobre el abuso en contra de su ascendencia y descendencia.

 

 

La sublevación sólo es sublevación cuando arrasa sus motivos; cuando toca a quien causa su dolor.

 

A quiénes han creado esta situación de abuso insostenible, les interesa que el sistema funcione, no si estás contento o no reclamando en tu casa.

 

Quiénes han llevado a esta situación, se afectan cuando el modelo deja de operar como modelo de producción y acumulación despiadada del capital.

 

¡Por fin se terminaron las putas batucadas para hacer de los dramas un carnaval callejero!

 

La condena a la violencia del pueblo sublevado, es la hipocresía del discurso dominante para mantener la dominación, porque la violencia popular tiene un estatus incomparable con aquella que sostiene el abuso en contra de las enormes mayorías ciudadanas.

 

Quiénes lo condenan deben partir de la premisa de la violencia que ha sostenido permanentemente la opresión para mantener al pueblo en la postergación y en la miseria.

 

¡A refundar la Patria! El pueblo de Chile nunca ha tenido una Patria Nueva y llegó el momento de organizarse sacudiéndose de los prejuicios convenientes para el estatus quo.

 

¡¡Que se queden solos con sus gárgaras de hipocresía!!

 

¡¡Que las almas de Michimalonco y Lautaro toquen nuestras almas y nos dén el valor para cobrar las deudas de la historia!!

 

 

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