Poder y Política

Se desató la adormecida furia

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Si vivimos “tiempos mejores”, ¿cómo serán los “tiempos peores”? Se agotó la paciencia de la población. Vamos a los temas centrales, para comprender la realidad o la ficción del país. Chiquillas y chiquillos invaden el Metro de Santiago y se niegan a pagar el alza del pasaje, aduciendo que es abusiva. Como la autoridad se niega a escucharlos, porque es sorda y necia, hay desmanes, destrozos a granel, caos en el servicio de transportes, llevados al delirio. 41 estaciones del Metro son destruidas y colapsa la ciudad de Santiago. ¿A quién se le ocurrió subir el pasaje, mientras los sueldos rozan el hambre y el endeudamiento de la mayoría, alcanza cifras de catástrofe? ¿Acaso el gobierno no dimensionó lo que sucedía en Ecuador, donde el pueblo estuvo a punto de tumbar al traidor Lenin Moreno?

 

En Santiago, una dependencia del Instituto Nacional es incendiada por encapuchados. La facilidad de cómo operan, hace pensar que poseen una adecuada organización. ¿A quién beneficia semejante acto criminal? Me referí hace un tiempo a este posible hecho en un artículo titulado “Alessandri ¿alcalde o sheriff”? Ahí manifestaba que el terreno donde se emplaza el liceo, es apetecido por infinidad de empresas constructoras. La historia continúa y el desenlace nadie lo conoce.

 

La diputada y abogada Maite Orsini acusa en un programa de TV: “Hay parlamentarios que tienen vínculos con el narcotráfico” y que ese mundo, habría permeado al Poder Legislativo, aunque también afirmó no tener pruebas de ello. Orsini armó una casa de pensiones, donde sartenes, usleros y platos volaban por los aires, creando el terror de quienes podían ser tildados de pertenecer a esta organización. Lo expresado por la parlamentaria no admite ambigüedad alguna en sus afirmaciones, ni en el uso del lenguaje, pues lo expresó en castellano: “Hay parlamentarios”. No dijo: “Habría, ni a lo mejor hay o yo creo que debería haber, porque creo haber visto a alguien consumir droga en un rinconcito o quizá se trata de un sueño que tuve anoche…” Ella hizo una afirmación categórica, contundente, clara como el agua —me refiero al agua que se tomaba hace años— que debió haber meditado al momento de expresarlo. Jamás pensó, cómo las jaurías instaladas en el Congreso, la iban a reprobar, ningunear, acusar de lenguaraz y amenazarla con llevarla a la Comisión de Ética, o a la Santa Inquisición, que opera en la Cámara de Diputados. Al final se disculpó y el silencio ha regresado al cementerio de la censura. 

 

Hacia el sur, se producen violentos enfrentamientos, donde se utilizan palos, incendio de neumáticos, piedras, adoquines para repeler a los carabineros, protagonizado por pescadores artesanales, que exigen a la autoridad un aumento en la captura de la sardina, para el próximo año. Esta manifestación se suma a la guerra de la jibia, que también produjo protestas entre el gremio de pescadores artesanales. Como el mar de Chile pertenece a cinco familias, las protestas van a escalar y bien podría llegar el momento donde no exista solución. 

 

Como los portonazos para robar automóviles, empezaban a causar dificultades y contratiempos a nuestra delincuencia, reconocida a nivel internacional por su audacia y creatividad, inventó las encerronas. Dentro de las exportaciones, Chile envía avezados carteristas, cuenteros a todos los lugares del mundo. Viven como príncipes en Europa y envían las ayudas del caso a sus familiares. Ellos hablan de trabajo, el cual posee riesgos infinitos, sin embargo, la necesidad tiene cara de hereje. No olvidan a sus padres cesantes, ni a sus hermanos que no van al colegio y patean piedras en el barrio, ni a la novia que vendrán a buscar, cuando el negocio les permita independizarse. A su manera y siguiendo las normas del buen empresario, bien pueden recibir el calificativo de emprendedores.

 

Las encerronas resultan más violentas que los portonazos y adquieren ribetes cinematográficos. Superan las películas de acción, donde no hay trucos y el riesgo de morir arrollado, se vive en cada jornada de trabajo.

 

Como epílogo a esta retahíla de hechos calamitosos, pues el prólogo ha sido demasiado sombrío y variado, el 40% de los hogares fue víctima este año de un delito. La violencia se pasea oronda, mientras desde el gobierno se anuncia cambiar la ley de tenencia de armas, tras la muerte del bebé Baltasar, debido a una bala loca. La tormenta avanza descontrolada, y nadie se atrevería a pronosticar, cuándo finalizará. Si un equipo de fútbol pierde varios partidos, el entrenador es arrojado a la calle. ¿Y cuál sería el destino del entrenador de Chile, derrotado una y otra vez por el pueblo? Debe recoger pilchas, disfraces de payaso, libros sobre magia y brujería, empacar a prisa y huir de la Moneda.      

 

 

 

 

 

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