Poder y Política

Explosión social y el fantasma de Pinochet

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Como lo anticipara la llamada teoría del caos, según la cual  “el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tempestad en Nueva York”, bastó que el gobierno chileno decretase un alza de los pasajes del Metro, el tren subterráneo de Santiago, para que al cabo de seis días de protestas paulatinas y crecientes, se desatara una sorpresiva explosión social que no sólo se expresó en manifestaciones pacíficas como evasión masiva de pasajes del tren y caceroleos, sino, el viernes 18, en la acción de grupos radicalizados que levantaron barricadas en el centro y en los barrios, incendiaron estaciones del tren, buses y edificios simbólicos como el de la empresa nacional de electricidad (ENEL). Todo llegó a su clímax cuando Piñera decidió cerrar la red de Metro, aplicar la Ley de Seguridad del Estado e instaurar el estado de emergencia sacando al Ejército para controlar el orden público. Un millón y medio de trabajadores santiaguinos debió irse a pie a sus casas el viernes por la noche.

 

 

Pese a ello, el sábado 20 se sumaron más ataques incendiarios a estaciones del Metro, buses, otro al edificio de la Cámara de Comercio, así como saqueos e incendios a supermercados, farmacias y bancos, entre otros establecimientos. A esas alturas, el discurso de los ciudadanos se había amplificado en redes sociales y otros medios, y la protesta ya no era sólo por el Metro, sino además por las alzas del combustible, de las viviendas, la salud pública, los fondos de pensiones, y, en general, la precarización de la vida para cerca del 70 por ciento de los chilenos que ganan menos de cuatrocientos mil pesos (seiscientos dólares) al mes y están altamente endeudados.

 

A tanto llegó la espontánea insurrección ciudadana —de la que permanecieron al margen y en silencio los líderes sociales más emblemáticos y los partidos políticos de oposición—, que el presidente Piñera, por la tarde del sábado 20, se vio en la obligación de ceder y anunciar la revocación del alza del pasaje en el Metro. “He escuchado con humildad la voz de la gente y no tendré miedo a seguir haciéndolo, porque así se construyen las democracias. He decidido suspender el alza del Metro, lo que requerirá la rápida aprobación de una ley, hasta que acordemos un sistema que proteja mejor a nuestros compatriotas!”, tuiteó a las ocho de la noche. Poco antes, lo había anunciado en un punto de prensa donde agregó que para este domingo 20 convocará a una reunión con las autoridades de los demás poderes del Estado y concretará una mesa de diálogo para abordar “demandas tan sentidas como el costo de la vida” y calificó de “días tristes y difíciles” los vividos. El colofón del día sábado fue el anuncio hecho por el general a cargo de la zona de emergencia, de un toque de queda entre las diez de la noche y las siete de la mañana. Aún no es posible predecir qué seguirá ocurriendo.

 

En medio de la explosión social y la militarización de la represión, fue inevitable que apareciera en la memoria ciudadana el fantasma del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 y los 17 años de la dictadura militar de Augusto Pinochet.




 

[1] Periodista, escritor, autor entre otros libros de Allende, crónica de una tragedia anunciada (Ocean Sur, 2014).

 

 



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