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Cataluña: un tsunami democrático

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La indignación contenida estalló en Cataluña! El Tribunal Supremo de España, de una clara filiación derechista, que en ese país equivale a franquismo puro, ha concluido su tarea política de castigar, con dureza excesiva, a nueve políticos y líderes sociales catalanes por haber dado la cara por casi 3 millones de catalanes que hace dos años exigieron su derecho a decidir su propio destino.

 

Se recordará el plebiscito del 1º de octubre de 17, que se hizo a pesar de una férrea e inusitada oposición de toda la inteligencia policiaca española y de que el gobierno soltó una jauría de 14 mil policías, armados hasta los dientes, para evitar que la votación se realizara. El ridículo que hicieron con su fracaso no impidió que el entonces presidente Rajoy anunciara en la noche de ese día, con toda rotundidad [sic], que la votación no se había llevado a cabo, cuando los canales de televisión de medio mundo se cansaron de pasar escenas de la gente sufragando y de policías tratándolo de evitar con suma violencia… Al final, a pesar de todo, hubo más de 2 millones de votos.

 

Para muchos dirigentes la cárcel fue su destino casi inmediato y, como en viejos tiempos –cuando los mexicanos tuvimos algo que ver–, algunos se libraron de la cárcel escapando al exilio.

 

Dos años ha durado el juicio que hoy terminó, durante el cual fueron tan descarados los jueces componiendo las cosas a modo, que contribuyeron a incrementar el coraje. El resultado, no por esperado, ha causado que en primera instancia, chavos y chavas de todos colores y sabores hayan salido a la calle a manifestar airadamente su rabia contenida, ante una Estado español cada vez menos democrático y parecido al franquismo de los padres y abuelos de los actuales dirigentes.

 

Ello confirma que el fascismo no fue accidental en España, sino que, en buena medida, es endémico.

 

Por lo bajo, en diversas plazas, carretearas, estaciones y el mismo aeropuerto Internacional de Barcelona fueron muchas docenas de miles los que protestaron, colapsando prácticamente la vida del país. El gobierno español demostró su poder y control hasta de los jueces, pero la juventud catalana también hizo gala de que puede hacer mucho daño, no obstante su pacifismo ejemplar. Entre los manifestantes había mujeres con sus hijos e incluso en carritos para bebés. No se rompió un plato, pero, eso sí, las mentadas cubrieron todo el árbol genealógico de las autoridades.

 

Vendrá ahora la acción política del gobierno catalán, no obstante las amenazas que se ciernen sobre él, por parte de un Estado que acomoda las leyes a su modo y viola la Constitución que dice defender con singular alegría.

 

No cabe duda de que se oirá hablar de Cataluña en estos días y habrá más represión, en tanto los presos políticos recién juzgados pasarán cada uno, en promedio, unos 10 años en la cárcel por el grave delito de haberse manifestado de una manera que resulta ser un modelo de orden legal.

 

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