Medio Ambiente

Al interior del invernadero: Piñera debe limpiar la casa para la COP25 ¿Dónde esconder las 28 carboneras?

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Piñera, que se lució como el ambientalista del año el septiembre en Nueva York y hasta escaló unos puntos en las encuestas, busca repetir la hazaña como anfitrión en diciembre en Santiago. Y ya comienza a ordenar y limpiar la casa. Esta semana inició conversaciones con las generadoras para descarbonizar no el 2040 sino el 2030. Un diálogo que podría, si quiere protagonismo, ser más decidido, reclaman ambientalistas.

Con el horizonte de la Conferencia de las Partes de Cambio Climático COP 25 de diciembre, en mayo pasado el gobierno llegó a un acuerdo con el sector energético para iniciar el proceso de descarbonización en el país. Un cronograma ya en marcha con el cierre de dos de las plantas más antiguas en Tocopilla que debiera culminar el 2040 con el resto de las 28 carboneras. 

El protagonismo que tuvo Sebastián Piñera en la Cumbre por la Acción Climática celebrada en Nueva York en septiembre pasado, que intentará sin lugar a dudas replicar y amplificar en diciembre como anfitrión en Santiago deberá no sólo argumentar con palabras sino con hechos. Y qué mejor que adelantar al 2030 la descarbonización en Chile. 

El martes pasado el ministro de Energía, Juan Carlos Jobet, sostuvo que el gobierno está conversando con el gremio de las generadoras bajo la asociación Generadoras de Chile, “para ver si hay espacio y acelerar eso”. “Eso”, en otras palabras, es la descarbonización. 

Por cierto que las generadoras no están para hacer filantropía y la respuesta ha sido inmediata. El gremio, que agrupa a corporaciones de la talla de Enel, AES Gener, Colbún y Engie, respondió para no dejar abierta las dudas, y tampoco las expectativas: en un comunicado dijo que “en la medida que se den las condiciones para un mayor desarrollo renovable se podrán adelantar las metas”. 

 

Las empresas aluden a los costos tecnológicos de la transición, que sin duda serán más altos que mantener el statu quo. AES Gener, valga como ejemplo,  con más de la mitad de su capacidad instalada apoyada sobre la quema de carbón, duplicó sus ganancias en el primer semestre del año pasado. 

Ante las declaraciones de esta porción de las elites políticas y productivas, activistas ambientales reaccionaron un poco molestos el jueves. “No hay que confundirse y hay que ser claros con la ciudadanía: la ley permite al presidente Piñera cerrar ahora las termoeléctricas y no tiene que pedir permiso a las empresas. Ahora, que no lo haga ya es una decisión política que significa favorecer a las compañías y no a los ciudadanos que han visto vulnerados por años sus derechos a la salud y la vida. El proceso de cierre, con las inversiones correspondientes, es perfectamente posible adelantarlo para el 2030”, señaló Estefanía González, jefa del área de campaña de Greenpeace.

Chile en el interior del invernadero

El carbón es lejos el combustible fósil más contaminante, muy por encima del petróleo y el gas metano,  y uno de los grandes responsables en el mundo en la emisión de dióxido de carbono. Es también el combustible más barato, motivo por el que pese a los crecientes efectos del cambio climático ni la industria ni los gobiernos han hecho mucho por cerrarlas. La discusión ambiental sigue en el aire y los avances logrados en Nueva York el mes pasado son más una carta de intenciones que compromisos vinculantes. 

Con el concurso de algunos países europeos se ha puesto a rodar un proceso de transición hacia la neutralidad del carbón en el que faltan los grandes contaminadores. Estados Unidos, China e India no entregaron señales claras en Nueva York, como tampoco otros responsables históricos del aumento de las emisiones, como es el caso de Gran Bretaña que levantó su imperio sobre el carbón. 

 

Existe una discusión que en este momento es innecesaria y regresiva. China basa su crecimiento económico sobre las energías fósiles y se ha posicionado como el primer emisor mundial con un 27 por ciento del total mundial y bastante por encima de Estados Unidos, que concentra el 15 por ciento. Un nivel de emisiones actual, que no considera las emisiones históricas de las partículas de dióxido de carbono suspendidas en la atmósfera durante cientos o miles de años. La acumulación del CO2 en la atmósfera durante nuestra era tiene el sello humano y su liberación data de finales del siglo XVIII como consecuencia de la invención, uso y masificación de la máquina de vapor. 

 

Unos más responsables que otros que arman una discusión en este momento innecesaria e que no pocos califican de irresponsable.Y no faltan los motivos: los años para hacer la transición según no pocos informes ya se habrían cumplido y extender los plazos es asumir el mayor riesgo que ha enfrentado la historia de la humanidad. No hay precedentes de un aumento de la temperatura promedio del planeta a la velocidad que se ha registrado. Los antecedentes aportados por paleontólogos se remontan no solo a otros tiempos geológicos con temperaturas similares a las proyectadas en un futuro cercano sino que aquellos cambio climáticos tardaron siglos y milenios en estabilizarse.

Chile no tiene responsabilidad en el efecto invernadero. Es responsable de apenas el 0,3 por ciento de las emisiones globales de CO2 y no tiene un prontuario histórico por los gases acumulados. Pero las termoeléctricas a carbón no sólo emiten dióxido de carbono,sino partículas y óxidos de azufre, que dificulta la respiración de seres vivientes y provoca lluvia ácida. Los episodios críticos que han vivido las zonas de sacrificio han tenido relación directa con estos gases. 

 

El proceso de descarbonización en Chile está más relacionado con un factor local que con una incidencia cierta de los niveles de CO” en la atmósfera, trabajo que recae en los grandes contaminantes del mundo. Una descarbonización de las 26 plantas carboneras que están en funciones no resolverán el problema del cambio climático ni la sequía que apunta a convertirse en estructural, pero sí en una progresiva recuperación de áreas asfixiadas y ambientalmente deterioradas como Tocopilla o Quintero Puchuncaví.

Algunos números para la suma

El 40 por ciento de la electricidad en Chile se obtiene del carbón. Se trata de un sector clave, ya que es el causante del 78 por ciento de las emisiones nacionales de CO2. Como mencionamos más arriba, hasta la fecha el gobierno de Piñera se ha comprometido con la ONU y el mundo a una reducción del 45 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono para el 2030 y la descarbonización el 2040. Un plazo largo. En este momento países como Italia, Alemania, Hungría están adelantando plazos para el 2025 y 2030.

 

Un informe preparado por la consultora KAS Ingeniería para la ONG Chile Sustentable evalúa la posibilidad del cero carbón para el 2030. Una transición de 5.540 MW hacia energías renovables no convencionales y una reducción de las emisiones de CO2 del orden de 30 millones de toneladas al año,  quedando un remanente debido a la operación de unidades ciclo combinado con gas natural. Para el periodo de análisis (2022-2039) se estima una reducción acumulada de CO2 de 396 millones de toneladas.

 

El estudio es bastante optimista, incluso para los bolsillos de los accionistas. “Dado que la operación del sistema está basada en un incremento del porcentaje de generación anual en base a energías renovables, los costos actualizados de operación del sistema en un escenario de descarbonización serían de US$ 7.416, es decir mucho más bajos que en un escenario sin descarbonización”.   Y agrega: “No obstante, como en este periodo se genera un ahorro por los menores costos de operación, resulta que el costo de descarbonizar la matriz eléctrica costará solo el 30% de la mayor inversión requerida para reemplazar las centrales carboneras al año 2030”. 

Piñera tiene la palabra de adelantar las cosas. Y también de pasar a la historia Lo explica Estefanía González:  “Estamos expectantes, ya que esta medida efectivamente podría ubicar al Presidente de la República en el liderazgo que ha querido construir en materia de ambición climática”.

 

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