Crónicas de un país anormal

Ecuador y el triunfo de la rebelión popular

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Los movimientos sociales han tenido que pagar un alto precio para forzar, por medio del diálogo, la derogación del Decreto 883: durante diez días consecutivos de manifestaciones por parte de la ciudadanía hubo siete muertos, 1.200 heridos y 1300 detenidos.

 

La represión, a cargo de las fuerzas armadas y la policía, fue brutal y nunca antes vista ni experimentada en la tortuosa historia de Ecuador. Los movimientos indígenas habían logrado derrocar a tres Presidentes – Abdalá Bucarán, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez – y ayer, 13 de octubre, junto a otros conglomerados sociales, le dobló la mano al traidor, Lenin Moreno.

 

La derecha latinoamericana mostró la hilacha: el PROSUR, que reúne a los Presidentes de derecha, (yanaconas del imperio norteamericano), aprobó una declaración en apoyo al Presidente Moreno; Piñera, Bolsonaro y Duque mantuvieron un cómplice silencio mientras las fuerzas armadas masacraban al pueblo ecuatoriano.

 

El Presidente Sebastián Piñera no puede pedir unidad nacional en política exterior a la oposición cuando lleva a efecto una posición sectaria y ultraderechista; por consiguiente, en Chile llegó la hora de acusar constitucionalmente a Teodoro Ribera, ministro de Relaciones Exteriores.

 

 

La derecha ecuatoriana, cuyos líderes son banqueros ladrones, corruptos y vendidos, dieron la nota de la estupidez ambiente: Jaime Nebot, ex alcalde de Guayaquil, expresó que “los indígenas deberían quedarse en el páramo”, y el banquero Guillermo Lasso también atacó las manifestaciones indígenas. (Guayaquil, la zona de la costa, alberga a los líderes de la ultraderecha ecuatoriana, razón por la cual, el gobierno en pleno se refugió en el Puerto).

 

El Partido Socialcristiano, que reúne a la execrable ultraderecha, intentó formar brigadas blancas, según ellos, para defender la propiedad privada, como también a la gente linda, que se sentía amenazada por los indios.

 

El intento pueril de culpar a Rafael Correa y a Nicolás Maduro, (de estar detrás de las manifestaciones en contra del Decreto 883), nadie lo creyó: en primer lugar, Correa tuvo la oposición indígena durante sus dos periodos en la presidencia de Ecuador; en segundo lugar, es imposible que un ex Presidente, que reside en Bélgica, sea capaz de movilizar a miles de manifestantes; en tercer lugar, el Partido País, (de Correa), cuenta con apenas 35 asambleístas, además ha decrecido en apoyo popular; en cuarto lugar, las movilizaciones superan, de lejos, al correísmo.

 

A diferencia de la OEA, que no se pronunció en el caso de Ecuador condenando el atropello a los derechos humanos, perpetrados por la “dicta-traición” en contra de su propio pueblo, su Secretario General, Luis Almagro, sólo tiene palabras para condenar a Venezuela, lo cual permite dudar de su concepción sobre derechos humanos, que los condena cuando un gobierno de izquierda los atropella, no así si es derecha, como en el caso de Ecuador. Naciones Unidas y la Conferencia Episcopal ecuatoriana estuvieron a la altura, llevando a cabo una exitosa mediación. (Hay un abismo entre la Conferencia Episcopal chilena y la ecuatoriana, esta última, más más cerca de los pobres, oprimidos e indígenas).

 

El comienzo de las negociaciones entre el gobierno de Moreno y las asociaciones indígenas tuvo un retraso de tres horas debido al cuestionamiento por parte de los indígenas respecto a la participación en la mesa de la ministra del Interior, María Paula Romo y del ministro de Defensa, Osvaldo Jardín, a quienes se sindicaba como culpables de la violenta represión, y una vez aceptado el veto a estos ministros, comenzó la sesión.

 

El Presidente Moreno, que se definió a sí mismo como “un hombre de principios”, (produce hilaridad por la contradicción respecto a su actuar y a la baja calidad ética con la que ha gobernado, traicionando al pueblo que lo eligió y enviando su programa de gobierno al tacho de la basura), propuso una Comisión que revisara el Decreto 883.

 

El presidente de la CONAIE, Jaime Vargas, fue claro y rotundo al poner como condición sine qua non la derogación de dicho Decreto; a su vez, condenó los atropellos de los derechos humanos, además exigió el fin inmediato del toque de queda. Los ministros del gobierno se mostraron como ignorantes e incapaces frente a las argumentadas y sabias intervenciones de los líderes indígenas, demostrando ser mucho más sabedores en economía que los mismos especialistas, formados en las universidades de ese país.

 

La última intervención por parte del sector indígena le correspondió a Miriam Cisneros, quien logró emocionar a la concurrencia al relatar los sufrimientos y valentía de los pueblos del Amazonas, que marcharon miles de kilómetros para concentrarse en la ciudad de Quito.

 

Después de un receso, las partes involucradas en el conflicto llegaron al acuerdo de la derogación del Decreto 883, y redactar, a continuación, uno nuevo.

 

El Fondo Monetario Internacional, (FMI), por primera vez ha sido derrotado en América Latina por la insurrección popular no-violenta.

 

¿Qué se espera luego de este triunfo de los movimientos populares? En primer lugar, debiera venir la renuncia del actual Presidente de la República, Lenin Moreno, y la aplicación de la muerte cruzada, es decir, la elección conjunta de Presidente y de la Asamblea Nacional, tal cual figura en la Constitución Política del Estado; en segundo lugar, el pueblo ecuatoriano debe mantenerse movilizado y atento a las maniobras de la derecha costeña.

 

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

14/10/2019  

           

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