Economía y Mercados en Marcha

El Estado neoliberal, el mercado y la desprotección ciudadana

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Photo by Timon Studler on Unsplash

Los partidarios del modelo neoliberal en Chile no son solo los propietarios de la riqueza y los grandes empresarios. También entre sus partidarios hay gente que no tiene ni un puto peso. A algunos les gusta el modelo por ignorancia, pero hay otros, intelectuales y afines, que lo apoyan a sangre y fuego porque creen que la libertad que proclama es favorable al desarrollo humano. Dicha libertad se expresa económicamente, en el impulso al libre mercado, en el empequeñecimiento del Estado y en la desprotección de la ciudadanía.

 

Los neoliberales piensan que el Estado aniquila las libertades individuales, el emprendimiento y la capacidad creativa, sea, porque es gris y aniquilador como en los socialismos reales, porque es mal administrador, o porque la excesiva protección no impulsa a los más débiles a progresar. El Estado, por tanto, debe disminuir su presupuesto y solo encargarse de la represión a través de sus FFAA y Carabineros, los que deben estar fuertemente apoyados financiera e ideológicamente.

 

Así se implantó en Chile el nuevo modelo y se transformó un Estado que, en comparación con el resto de América Latina, era bastante fuerte y serio. Las características de Chile en homogeneidad racial, lingüística y la casi total comunicación geográfica por vía terrestre, hicieron más fácil el cumplimiento de sus distintos roles. Lamentablemente, la Constitución del 80 impuso un centralismo y presidencialismo extremos, lo que junto al debilitamiento de sus roles de protector y planificador, creó el Estado actual, disminuido, sin un rol rector, desprestigiado, sin identidad ni auto respeto.

 

Los libertarios no piensan que los países necesitan coordinación y alguna institución que piense en el futuro. Son enemigos de la planificación, pero no son capaces de proponer otra instancia que prevea el futuro y que proponga ideas para compensar los impactos negativos a que llevan las actividades del presente.  

 

El pensamiento dominante en los últimos años en Chile es lineal y estático y olvida las más elementales leyes de la física. A Newton, que demostró que cada acción tiene una reacción igual en sentido opuesto, y a Lavoisier que afirmaba que en la tierra nada se crea ni se pierde, todo se transforma. Así, nuestros mentores, carentes de grandes ideas, nunca describen los resultados de sus tesis, sus consecuencias, posibles impactos o efectos secundarios. No se les ocurrió que la libertad excesiva podía llevar al libertinaje. Que un comercio exterior tan libre, liberado de aranceles y restricciones, restaría poder a las aduanas y disminuiría el buen personal técnico por falta de recursos. Que ello llevaría al libre ingreso de productos, pero también de armamento, toneladas de drogas por la Frontera Norte, con lo que se estimularía la delincuencia, la trata de personas e incluso el tráfico de órganos. Se pretende terminar la delincuencia con represión, pero ignoran cualquier análisis sobre sus causas. En 1990 había en Chile 8.000 presos y en 2018 han llegado a más de 45.000. Todo el mundo sabe que cuando los presos salen libres deben volver a delinquir porque nadie les da trabajo.

 

Tampoco vinculan la delincuencia al consumismo febril, a los miles de tarjetas entregadas a sola firma, a la existencia de casinos de juego impulsados por el Estado en todas las regiones del país, ni a las máquinas tragamonedas multiplicadas por doquier. Solo les interesa que la gente consuma para que los negocios vendan. Tampoco se analiza, ni relaciona con ninguno de estos problemas, el suicidio adolescente que cada vez aumenta más. Chile es el país de la OCDE con mayor tasa de deprimidos. Los próceres orgullosos del modelo no dicen una palabra de la relación entre la depresión, el sobreendeudamiento, el trabajo ilegal y el consumo de drogas.

 

Pero es necesario reconocer que todo se ha democratizado. Son los más pobres los que se drogan más y los que consumen las drogas más duras. Las dueñas de casa más humildes son las que se gastan el mayor porcentaje de la plata de la semana en las maquinitas de los almacenes del barrio. Las poblaciones populares las que ponen más espacios y vendedores en el microtráfico, dirigidos por los dueños de los carteles desde sus casas en el barrio alto.

 

Los neoliberales confiaban en que el chorreo de las ganancias que obtendrían los grandes empresarios al predominar la libre empresa por sobre las imposiciones estatistas, compensaría la pobreza y las necesidades de los más vulnerables. Eliminaron al máximo el apoyo a las PYME con la idea de que la sobre protección estatal destruye en los más débiles el impulso por surgir. Es así como el Banco del Estado cambió de nombre y se privatizó hasta Correos y el agua.

 

El predominio de las grandes familias se expresa, casi morbosamente, en los canales de comunicación donde se nos informa lo decidido entre ellos. Hay que mirar las noticias que se les filtran para imaginar lo que pasa en el mundo. La posibilidad de una tercera guerra, la cuarta revolución industrial, las necesidades del país en el futuro, los impactos de la corrupción generalizada, las causas del suicidio y la depresión.

 

Los más sinceros neoliberales tampoco piensan que se requiere un organismo que controle los excesos de los empresarios que no están dispuestos a actuar de acuerdo a las leyes de la competencia perfecta. Al imponer el modelo pensaban que, automáticamente, todo se equilibraría. Solo bastaba con que el Estado se preocupara de que se cumplieran los equilibrios macro económicos, que gastara muy poco para que los impuestos pudieran prácticamente eliminarse y así los emprendedores produjeran tranquilos y crearan empleo. Para los neoliberales hay una relación directa y lineal entre no pagar impuestos, invertir, crecer y crear empleo. Para ellos no existen los períodos que las inversiones necesitan para madurar, menos que las inversiones actuales en tecnologías modernas eliminan a diario fuentes de trabajo. Tampoco que los empresarios prefieren mandar a hacer sus manufacturas a sus talleres al Asia donde pagan salarios de hambre, dejando sus ganancias para invertir fuera del país o en los sectores financieros donde controlan a consumidores y deudores a través de comisiones e intereses usureros.

 

La libertad sexual, que ya se ha instalado en el mundo y también en Chile,  es una de las ventajas del neoliberalismo, pero también requiere preocupación. Ha sido un avance para la mujer, pero como cada acción crea una reacción, ha producido fisuras entre los neoliberales, crisis en la familia nuclear y debilitamiento de muchas reglas establecidas. Ha aumentado el femicidio, porque el hombre no acepta fácilmente el poder de la mujer y, por otra parte, ha desarrollado la pintoresca figura del macho latino que luce bíceps y tríceps, pero se depila y usa cremas. Ya es común ver a ancianos intelectuales tiñéndose el pelo o depilándose la espalda para acompañar los resultados del viagra. La preocupación por la belleza es loable, pero también hay que pensar en nuevas formas de vida en familia dado que el aumento de la longevidad ha llevado el aburrimiento de las parejas estables hasta el paroxismo. Es necesario pensar en el poliamor, el matrimonio igualitario, la necesidad de adopción de niños por parte de parejas homosexuales y transgénero.

 

La democracia es el mejor sistema de gobierno que hemos conocido, sin embargo el poder incontrarrestable de las grandes fortunas, que nos ha llevado a tener a diez familias entre las más ricas del mundo según los records de Forbes, impide un ejercicio amplio de la democracia y la soberanía. Al final las decisiones nacionales quedan entre las grandes familias dueñas de todo, recursos naturales, servicios básicos, minería, suelos, bosques, caminos, agua, energía, etc.

 

Faltan muchos ejemplos de los impactos no deseados del modelo en que vivimos y que necesariamente el Estado deberá enfrentar. Hay que transformar las relaciones internacionales, puesto que ya no se puede seguir manteniendo ejércitos ociosos para posibles guerras que sabemos que solo sirven para enriquecer a los productores de armas. La educación requiere ser transformada pronto, puesto que los oficios y profesiones que está generando no son útiles a las empresas actuales considerando la tremenda revolución que han traído consigo las nuevas tecnologías. El Estado debe apoyar, en todas sus formas, a emprendedores e innovadores, dado que el mejor negocio de un país es la venta de patentes en el mundo. Dado el aumento de la vulnerabilidad que el mismo modelo ha producido, especialmente la disminución de fuentes de trabajo que será gigantesca en los próximos años, el Estado deberá proteger a los más débiles que no solo se encuentran entre los desempleados, sino también entre los ancianos por el aumento de la longevidad, los discapacitados y los niños y ancianos con necesidades especiales.

 

Los cambios del mundo y nuestra tristeza, nos obligan a no perder las esperanzas y pensar en una economía social y solidaria, donde nos apoyemos entre nosotros en las comunas, los barrios, estimulando el trabajo voluntario y el apoyo mutuo, así como nació en el salitre chileno nuestro movimiento obrero y su organización ahora inexistente.

 

 

 

                                                                                                       

 

Alicia Gariazzo

Directora de CONADECUS

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