Crónicas de un país anormal

Solo los cándidos chilenos creen que sus ahorros son de su propiedad

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La profesora  de Antofagasta María Angélica Ojeda les metió un gol de media cancha a los pillos dueños de las AFP al solicitar la totalidad de sus ahorros  para pagar la cuenta de un crédito inmobiliario y salvar  su casa en peligro de expropiación.

 

Con esta demanda ante los Tribunales se puso a prueba el principio de la propiedad sobre  los ahorros de Sistema de Pensiones, que corresponden   a  los  clientes y no a las Administradoras, que pueden jugarlos a la ruleta en las bolsas y mercados de bonos  hasta que  cumpla la edad de jubilar.

 

Hasta el más ignorante  sabe  que la propiedad privada es el  uso  y abuso de un producto que no le puede ser expropiado por el estado salvo causas relacionadas con el bien común, y que, además, debe ser indemnizado. (Para el padre del anarquismo Proudhon la propiedad es un robo).

 

La Subsecretaria  de Previsión Social, María José Zaldívar,  reconoció  que las AFPs  eran un organismo financiero y no comprendía que deben administrar las pensiones, propias de un sistema de seguridad social.

 

Andrés  Santa Cruz presidente del  asociación  de AFP  declaró  que la demanda de la profesora era un intento  de destruir el sistema económico y ”que  a  uno le  metían el dedo en la boca y además  jugaban con las amígdalas”.

 

Rafael Cabiedes, ex presidente de la Asociación de Isapres,  había dicho  que “sus instituciones no estaban hechas para  recibir enfermos”.

 

El ideal de estos  personajes  es que los enfermos y/o  viejos  sean eliminados por la peste bubónica.

 

El  Tribunal  Constitucional debe decidir si los ahorros pertenecen al  cotizante o a los dueños de las Administradoras de  Pensiones, dinero que puede jugarlo  a la ruleta de las bolsas y mercados secundarios de bonos hasta que el usuario llegue a la edad de jubilar que el  cliente  cumpla la edad de jubilar.

 

El problema no  radica en que el Estado pueda  exigir a los ciudadanos  ahorrar para la vejez, sino en el hecho de que las AFPs están tan desprestigiadas que nadie confía en ellas, por consiguiente,   el poder no puede obligar a un individuo a invertir su dinero en una Institución que no garantice una jubilación decente, que le permita vivir con dignidad.

 

En Perú los clientes de las AFP pueden retirar un porcentaje de sus ahorros. La mayoría  ha utilizado el  retiro  de sus fondos para invertirlos en bienes de consumo, no relacionados  actividades  que le permitan una mejor vejez, sino al  consumo inmediato de artículos suntuarios.

 

En el caso de Chile,  a fin de que el sistema económico prevaleciera se hacía  necesario convencer a los consumidores de que Sebastián Piñera, “el genio de las finanzas”, haría crecer al país y, además, como efecto del chorreo, algo nos tocaría. Cuando todo sale mal y las expectativas se ven frustradas, hay que culpar del fracaso a los clientes que votaron por él o bien, al gobierno anterior, y si vamos más allá, a la baja en la economía mundial.

 

En el caso de las pensiones ocurre algo similar: el hecho de cada día haya más viejos y menos jóvenes que puedan sostener el sistema solidario, no es la culpa de los gobernantes de turno, si no de los mismos ancianos. ¿Cómo se les va a ocurrir prolongar su vida más allá del promedio, sobre todo si es pobre, solo, enfermo, que carece de dinero para costear sus cuidados?

 

Está claro que insistir en vivir más de los 80 años hoy por hoy es prueba de muy mal criterio, y más si tiene que sacrificar a una hija que deberá cuidarlo en sus últimos días; en el caso de verse obligado a acudir a un hospital tendrá que pasar los días con sus noches en un corredor, en espera de una cama, y más encima, gritoneado por el estresado personal de salud. Ser viejo es sinónimo de estar solo, y poco a poco, se van muriendo sus parientes y amigos, y quedan los nietos que ni siquiera lo conocen.

 

Epicuro tenía  un pensamiento muy correcto – a mí entender – sobre la muerte: desde el atomismo, (Demócrito), sostenía que la muerte era el fin de todos los sentidos, y mientras estás vivo, no estás muerto, pero cuando estás muerto, ya no estás tú. Para Albert Camus la vida es absurda, pero hay que superar con dignidad este trance hacia la muerte.

 

En Chile se trata como una piltrafa a los viejos, lo que corresponde a una sociedad que no sólo mató a Dios, sino también al hombre (Foucault), y una persona que no es productiva y sólo le trabajan sus células envejecidas, su vida carece de sentido en una sociedad en que lo único que vale es “el mérito, el éxito, el dinero y el poder para robar a destajo”.

 

El Presidente Sebastián Piñera hace lo imposible para caer bien a los ciudadanos, que lo consideran un “metepatas”, y para más remate, un mentiroso pues en vez de procurar “tiempos mejores” los dio peores.

 

Piñera quiere presentarse como un buen abuelito, muy preocupado por el mal vivir de los que él llama “adultos mejores”, (¡qué siútico!): emprendió un proyecto sobre la reforma de las pensiones, lleno de caza bobos, y promete a quienes cuentan con pensiones solidarias de $100.000  incrementarlas en $40.000, pero la trampa está en que a esta cifra llegaremos en ocho o diez años más, es decir, cuando ya durmamos el sueño de los justos o nos encuentren con demencia senil.

 

El Presidente acaba de descubrir que las mujeres están para la patada y el combo respecto a sus pensiones y, para mejorar esta política, les promete una serie de subvenciones muy acotadas, por ejemplo, deben haber cotizado 16 años continuos, cuando en la realidad la mayoría cuenta con diez años de cotizaciones.

 

La reforma a las pensiones está inspirada en el viejo individualismo, es decir, la propiedad de los ahorros sólo pertenecen al  ahorrante, con la salvedad de que al final no son suyos, pues sólo puede utilizarlos en un Seguro con renta vitalicia al cumplir la edad de jubilar. Si el cotizante, por ejemplo, tiene cáncer terminal, podría morir antes de haber podido disponer de esos ahorros para salvar su vida, (al menos en Perú, un porcentaje de los ahorros puede ser utilizado, incluso, por el ex Presidente Toledo, para escapar con 40 mil dólares en billetes).

 

El actual debate parlamentario se ha centrado en el famoso 4% de aumento en la cotización a cargo de los empleadores. El Presidente Piñera quería que este fondo, (nada menos que el 4%), fuera administrado por las AFP, y para darle competencia introduciría al mercado a la Banca, a las Compañías de Seguros y a las Cajas de Compensación, pero Piñera no cae aún en cuenta de que no tiene mayoría en ninguna de las dos Cámaras; de repente despertó de su sueño de narcisista y, en un solo día, las Comisiones de Educación y de Trabajo le rechazaron sus dos proyectos emblemáticos: el de Admisión Justa  y el de Pensiones.

 

El modelo de las AFP es muy bueno para los ciudadanos que pueden ahorrar millones de pesos mensuales, pero el ex ministro de Economía, José Ramón Valente, dijo  muy sabiamente que no pertenecía a las AFP, y que prefería el ahorro libre y no forzoso.

 

Es cierto que los primeros años de implementación del sistema de las AFP coincidieron con alta rentabilidad, tanto en las Bolsas como en el mercado de Bonos, pero hoy la situación es muy distinta, pues si llega al 3% en los tramos más riesgosos sería una hazaña, mientras que las AFP nunca pierden haya crisis o no  la haya.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

29/09/2019                      

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