La crisis de las AFP y el fracaso de la reforma de Piñera
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En los últimos días ha quedado en evidencia la actual crisis social que atraviesa al sistema privado de pensiones en nuestro país. La legitimidad de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) pende de un hilo, principalmente debido al fortalecimiento y la maduración de las críticas y propuestas emergidas desde la población, sintetizadas en el trabajo de la Coordinadora Nacional de Trabajadores/as No + AFP.
Desde esta perspectiva, la salida de Santa Cruz no obedece a una cuestión protocolar, sino más bien política, en la medida en que sus dichos expresan el tinte más ideológico de una industria financiera que se ha apropiado de una importante fracción del salario de las clases trabajadoras por más de treinta y cinco años, sosteniéndose en una ficción inaugurada en el año 1981 por José Piñera, en la cual, todos seriamos formalmente propietarios de los fondos de pensiones. Sin embargo, la lucha de María Angélica Ojeda, la profesora de Antofagasta, ha puesto en jaque públicamente los derechos de propiedad de las personas sobre sus fondos de pensiones, reflejando (una vez más) que la Constitución Política no es más que un traje hecho a la medida del interés empresarial.
Sumado al indignante monto con que las personas trabajadoras deben jubilar; a los injustificados privilegios con que cuentan las Fuerzas Armadas y de Orden; a las profundas exclusiones de género que reproduce y perpetua el sistema de capitalización individual; y a los altos niveles de acumulación de las AFP, comienza a expresarse el descontento que produce la incapacidad que enfrentamos para controlar la asignación del excedente social, que no es más que la riqueza producida por las y los trabajadores, en toda una vida de trabajo. La experiencia de impotencia es transversal, frente a una industria financiera que decide sobre el destino de muchos con la exclusiva participación de la minoría más peligrosa de nuestro país: el empresariado.
En este escenario, el gobierno de Sebastián Piñera ha fracasado en su intento de reforma previsional, en cuanto no logra satisfacer en ninguna medida los intereses y necesidades reales de la población, tanto activa como jubilada. Al igual que en la discusión sobre la reducción de la jornada laboral, las autoridades de gobierno no han hecho más que insultar la inteligencia del pueblo chileno, suponiendo que, con elocuencias y viejas parafernalias de mal gusto, lograrán refrescar un sistema que no da para más. La columna vertebral del sistema se mantendrá intacta, y mientras eso sea así, el compromiso de miles ha sido luchar para terminar con las AFP y conquistar un Sistema de Reparto Tripartito y Solidario moderno, que esté a la altura de todos los desafíos que hoy enfrenta la seguridad social en el mundo.
Por Danilo Panes
Sociólogo