Chile al Día

Homenaje al guerrillero “Pablo” en el Cementerio General

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Fotos: Guillermo Correa Camiroaga

Los restos del guerrillero “Pablo”, después que se le realizaron peritajes forenses, fueron entregados a sus familiares a fines del pasado mes de agosto, quienes en forma reservada e íntima los trasladaron hasta el Memorial del Cementerio General depositándolos en un nicho ubicado al lado de otro guerrillero, el compañero “Paine”.                                                                                                                  

Pablo, cuyo nombre legal es Raúl Obregón Torres, militante del MIR, es el cuarto de los siete integrantes del Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro que ha sido devuelto por el Servicio Médico Legal al finalizar sus análisis.

 

Compañeros y compañeras de lucha, amigos y amigas, junto a su hermano Alejandro y su hijo Rodrigo Lautaro, participaron de una ceremonia de homenaje realizada este viernes 13 de septiembre, fecha que coincide con la de su caída en combate el año 1981, hace 38 años, en las montañas rebeldes de Neltume.

 

 “Hay que preparar diez mil montañas                                                                                                                                           

encender el llano en llamaradas,                                                                                                                                                        

herir las esquinas ciudadanas,                                                                                                                                                                         

y fundar el día en el país                                                                                                                                                                       

 camaradas                                                                                                                                                                                              

(“Carta al interior de Chile”. Patricio Manns )

 

 

El acto se inicio con la interpretación del himno del MIR, “Trabajadores al Poder”, luego de lo cual Moisés, integrante del Destacamento Guerrillero toqui Lautaro, compañero de lucha y militancia, leyó una biografía de Pablo en donde entrega algunas características que describen a Raúl Obregón Torres:

 

“ (…) Fornido y corpulento, con una gran resistencia física, lo que sumado a la técnica que adquiere y a su fortaleza ideológica política militante, lo hacen un cuadro político-militar de vanguardia (…) envestido de militante revolucionario comienza a utilizar, por compartimentación y resguardo de la actividad por la contrainsurgencia, distintos nombres políticos, siendo el más destacado y familiar para todos nosotros el de “Pablo”(…) Pablo destaca por su generosa entrega, disciplina, audacia y humildad (…)  al interior del Destacamento, asume la tarea de encargado de Inteligencia del terreno, en directa relación con el Mando, y cuya misión es la de trabajar y mantener bajo resguardo todo lo que tenga que ver con planos, croquis y mapas (…) Pablo fue el compañero que reunía, tanto en lo que tiene que ver con la convicción como por las condiciones físicas y técnicas, el mejor guerrillero del MIR (…) Pablo cae combatiendo, mientras su fusil en ráfaga dispara balas de futuro en el corazón de las montañas de Neltume, el 13 de septiembre de 1981.”

 

 

 Alejandro, hermano de Pablo, elaboró también una biografía bajo el título  “Pinceladas para un retrato”, en parte de la cual relató:

 “Pablo nació como Rodrigo Obregón Torres un 27 de agosto de 1950, hijo mayor del matrimonio conformado por Raúl Orlando Obregón Basualto y Rebeca Torres Guzmán. En la familia siempre lo llamamos Rodrigo para diferenciarlo  de nuestro padre (…) Nuestro padre era radical y masón, trabajó gran parte de su vida en IANSA (…) Esto nos llevó a mudarnos a Los Ángeles en 1957, donde tuvimos una infancia que se repartía entre la Escuela Pública, los potreros donde jugar y la casa (…) Cuando terminamos nuestra niñez, gracias a un convenio de IANSA, ingresamos a la Asociación Cristiana de jóvenes ( YMCA), donde podíamos practicar deportes y socializar con muchachos de nuestra edad. Ahí aprendimos pronto a nadar, jugar voleibol, hacer gimnasia y practicar algo de judo. Al comenzar las humanidades (enseñanza media actual) Rodrigo ingresó al INBA, el Internado Barros Arana. (…) En el internado Rodrigo practicó muchos deportes y desarrolló un cuerpo atlético, ayudado por una sana alimentación y su abstención de fumar o beber alcohol. Comenzó a tocar guitarra con gran rapidez(…) Durante nuestra infancia y adolescencia no había televisión, así que nuestro padre acostumbraba leernos en la mesa del comedor entretenidos cuentos de Mark Twain, O’Henry y otros autores. Cuando ya estábamos crecidos para recibir juguetes comenzaron a regalarnos libros (…) Rodrigo entró a la Universidad Técnica del Estado a su sede de Talca en 1969 a estudiar Técnico Topógrafo (…) Rodrigo comenzó su preparación político militar ingresando como militante al MIR (…) Desde el año 1970 a 1973 nuestras conversaciones versaban, sobre todo, en el proceso revolucionario en marcha en nuestro país. Rodrigo coleccionaba la publicación oficial del Movimiento, el cual leía meticulosamente, subrayando las ideas más importantes y su fundamentación; cuando estaba en Santiago Rodrigo practicaba karate con nuestro hermano menor (…)                                                                                                                                                               

 

Se casó con Brunilda Eguiluz, tuvieron un hijo que llamaron Rodrigo Lautaro, que nació en 1974.”

 

La semblanza de Pablo se fue construyendo con los testimonios entregados por diferentes compañeras y compañeros. Mariela, quien reside actualmente en Bélgica, lo hizo a través de un poema titulado “A Pablo…el combatiente eterno”, el cual fue leído por Eva. Por otro lado, Amelia, otra compañera de lucha y militancia , manifestó que “estuve pensando mucho que escribir y cómo escribir de Pablo y al final me decidí por mandarle una carta”,

 

 

En la carta escrita por Amelia expresa:

“Hoy quiero recordarte. Te veo alto, lleno de vida, aparentemente un duro, lleno de músculos, disciplinado, siempre llamándonos al deber. Sí, creo que ésa es la palabra que más te refleja, el deber, la consecuencia, el estar siempre atento, el prepararse para enfrentar al enemigo sabiendo que a él ibas (íbamos) a poder ganarle, vencer a la dictadura que asolaba nuestro país, ganarle no solo en el enfrentamiento físico, la táctica y la estrategia, sino que con las ideas, la honestidad, la conciencia y la consecuencia, con la verdad y la razón como sello (…) Tus valores morales y consecuencia guerrillera no opacan tu sensibilidad de músico, cuando esas noches debajo de un cielo y árboles ajenos, cantabas, afinabas tu guitarra y entonabas canciones, despacito (…) y allá arriba, nuestra cordillera vigilante cuida las hojas que te acunaron, las sombras de los árboles milenarios te esperan para acunarte y los ríos salvajes, nunca domados, te acechan para abrir sus aguas y refrescarte.”

 

 


En una carta de despedida de Raúl Obregón Torres,  dirigida a su familia y publicada en el periódico El Rebelde bajo el título “Unir la palabra a la acción”, la que fue leída por Jaime Castillo Petruzzi, Pablo, en algunos de sus párrafos, expresa:

 

“Mamá, papá, hermanos:                                                                                                                            

Espero que esta carta no tenga que serles enviada. La dejo por si acaso la vida se enamora de alguien que no sea yo, y me abandona en los brazos de la amante eternamente fiel e inexorable. (…)Primeramente, debo decir que lo hago en momento de llevar adelante una tarea muy hermosa que es la lucha por la liberación de nuestro pueblo. Esta tarea, por supuesto, tiene sus riesgos, que asumo consciente y voluntariamente.                                                                                                                

 

De otra parte, la tarea en cuestión no es otra que la que tiene todo el pueblo de Chile, por lo que no me convierte en alguien especial.                                                                                                               

 

Esta lucha exige que uno sea consecuente con lo que el discurso expone. En la palabra, muchas veces hice la revolución. Hoy día uno palabra y acción.(…) Como en mi país ser revolucionario consecuente es peligroso, digamos que uno se puede morir, por eso es que les escribo estas letras, ante la posibilidad – que yo trataré de reducir al máximo aplicando correctamente las técnicas de todo tipo – de que me maten. Sepan que no he hecho sino recoger vuestras primeras enseñanzas: libertad, igualdad y fraternidad…”

 

 

Más adelante, Jaime Castillo Petruzzi, sobreviviente e integrante del Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro, agregó nuevos elementos a la semblanza de Pablo, Raúl Obregón Torres, manifestando:

 

“A Pablo tuve la oportunidad de conocerlo en la montaña, en las tareas nuestras, y tuvimos desde el inicio una empatía tremenda, porque además coincidía que nos gustaban mucho las artes marciales y la música (…) El compañero Pablo es capaz de descubrir una emboscada, enfrentar al enemigo y avisar, y los otros compañeros proceden a replegarse. Entregó su siembra, su semilla como decimos, porque eso es lo que somos todos, al final, somos una semillita en esta larga, infinita lucha, infinita historia de las luchas de nuestro pueblo. Ese concepto de siembra es lo que tratamos de reivindicar permanentemente.”

 

Luego de la intervención de Jaime Castillo, Javier Bertín, a nombre de la Casa de Miguel, entregó un saludo en parte del cual expresó:

 

“Septiembre es un mes de luchas, homenajes y memorias, y en este acto, en que recordamos a Raúl Obregón Torres, se encuentran las luchas, los homenajes y la memoria. La lucha desplegada en tiempos de la dictadura y en particular aquella desarrollada en medio de los bosques allá en Neltume, aquellos combates que reúnen dignidad de pueblo y decisión de futuro, aquella jornada que en la memoria popular son semillas libertarias…”

 

Como parte final de la ceremonia, Moisés invitó a las y los presentes  a depositar claveles rojos en el jardín del Memorial, mientras se escuchaba por los altoparlantes la canción “Siete Estrellas”, para posteriormente desplazarse, llevando el corazón rojinegro de flores de papel confeccionado por las compañeras del Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume, hasta el lugar en donde reposan los restos de Raúl Obregón Torres.

 

El nicho del compañero Pablo está ubicado al lado del nicho del compañero Miguel Cabrera Fernández, Paine, quien fue el jefe del Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro.  Su hermano Alejandro y su hijo Rodrigo depositaron allí el corazón enviado desde las montañas de Neltume.

              

 

   

En la tumba de su padre,  Rodrigo Lautaro, de manera espontánea hizo uso de la palabra para manifestar lo siguiente:

 

“A mi Papá lo he conocido a través de ustedes y también de mi tío. Muchas gracias por no permitir que se olviden las cosas. Espero que, ahora que lo dejamos aquí, ya descanse en paz, después de 38 años creo que se lo merece. Ha peleado en vida y peleó en muerte. Estoy muy agradecido por el cariño que me expresan siempre y por insistir en no olvidar nunca; también por insistirme, porque a veces no puedo participar, pero siempre mi corazón está en agradecimiento con ustedes.

 

En el año 81 yo tenía 8 años. Mucho tiempo también se me ocultó, porque con ocho años yo no podía entender, hasta que de grande ya logré, en el fondo, tener la capacidad de poder escuchar la verdad. Después de eso yo empecé a tener inquietudes y consulté, pregunté y todo lo demás. Pero todo ha llegado a su tiempo, maravilloso, finalmente llegó un libro a mis manos, cuando tenía 30 años y decidí, de la nada, dejar mi trabajo y partir a Neltume, que no conocía. Fui a conocer el lugar y a honrar su nombre ahí…”

 

A medida que se han ido realizando las ceremonias en homenaje a los compañeros del Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro: Paine, Óscar, Rigo y ahora Pablo, faltando todavía por despedir los restos de Jorge, Pedro, Víctor, Camilo y Gabriel, las emociones de parte de quienes compartieron espacios de vida, lucha y militancia con ellos se han hecho cada vez más difíciles de disimular, mostrando con esto ese gran cariño y amor fraternal que se desarrolló en muchos hombres y mujeres del MIR que compartieron experiencias similares, en los distintos sectores o territorios en que desempeñaron sus  tareas militantes.

 

Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 15 de septiembre de 2019

 

 

 

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