FF.AA. o la dolce vita sin ganar una guerra
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Hace muchos años ya que las fuerzas armadas han tomado partido por un modelo económico y social de mundo que excluye, margina, explota y hace de la guerra un negocio de incalculables millones de ganancia.
Es que la guerra debe considerarse siempre como el emprendimiento de un sector de la sociedad al que el planeta, el hombre y la vida son blanco móvil de alta rentabilidad con efectos colaterales como lo describen los letrados en esos asuntos.
Allá por los años del gobierno radical de González Videla, este maltratado país fue alineado tras la bandera de las barras y las estrellas donde nadie fue consultado, a nadie se le preguntó y todo quedó entre amigos de una francachela. Los santos inocentes comunistas que ufanos escribieron versos y loas al radical debieron marchar derrotados a los campos de prisioneros que inauguró el radicalismo. Se sabe que Pinochet en aquellos años, todo un oscuro y mediocre oficial, debió enfrentar al diputado Allende que llegó para visitar y constatar el estado de los prisioneros en aquel campo de concentración.
Los militares siempre han estado en la política a pesar de sus problemas evidentes en comprensión lectora. Vivir de batallas lejanas ganadas en el tiempo no los dejan para siempre como dueños de las mejores cartas marcadas de la baraja.
Durante decenios sus escuelas superiores están convertidas en resumideros para fracasados que no alcanzaron ingreso a las universidades. Quedemos que perfectamente se puede considerar al mundo armado una bolsa de trabajo permanente para un sector social que se debate entre el arribismo, la clase, y una foto con charreteras colgada en la casa del abuelo también general.
Lo que sucede actualmente en las Fuerzas Armadas y Carabineros constituye un verdadero descalabro en un país subdesarrollado a medio construir al que desde 1990 desde la casa de los presidentes se lanzan voladeros de luces pintados con los colores de un acentuado populismo, intentos para colocarles corbatas de demócratas.
Basta recordar aquel famoso intento de Ricardo Lagos en la Mesa de Diálogo que no llegó a ningún lado y no resolvió ningún caso, pero que dejó en evidencia la falta de ética del mundo militar confrontado a la sociedad civil y los familiares de las víctimas de la graves violaciones a los derechos fundamentales. Mintieron.
Han reconocido concertacionistas que no existe NINGUN CONTROL sobre el accionar militar en Chile. Ellos hacen lo que quieren y lo que les da sencillamente la gana. Hacer que sus regimientos funcionen le cuesta al país una considerable cantidad de millones de dólares donde se puede sostener que esos gastos son un impedimento para poder alcanzar algún grado de mayor desarrollo.
Todos los esfuerzos por conocer la verdad y exigir una acción de la justicia no han encontrado eco en los ministros concertacionistas, todo lo contrario. Precaria y limitada actuaciones, ciegos y sordos ante el robo de millones de dólares. Todo extremadamente graves. Se les recuerda golpeando todas las puertas para salvar a Pinochet prometiendo que sería juzgado en Chile por los delitos cometidos durante la dictadura.
Muchos generales permanecieron en el estado mayor, ascendidos por los presidentes concertacionistas a los cuales se les investigó por haber estado presente y dar impunidad a delitos de Lesa Humanidad. Emilio Cheyre en el caso Caravana de la Muerte, ya procesado por testimonios de ex prisioneros políticos torturados. El general del Nunca Más lo definió Ricardo Lagos.
No es creíble el discurso militar de la defensa de la patria dando vida si fuera necesario. Una falacia. Han sido justamente los propios uniformados los que se han regalado a los Estados Unidos a bajo precio y en liquidación permanente.
El Informe/Comisión Church del senado norteamericano deja constancia de lo barato que les costaron los militares para que actuaran como las manos del gato para sacar las castañas. Fue la embajada de los EE.UU de donde salieron las armas que dieron muerte al general Schneider, oficina de la CIA en Santiago a la que asistían ufanos PDC/PN/PATRIA Y LIBERTAD.
En la historia de Chile queda meridianamente claro que la soberanía de la que hacen tantas gárgaras la familia militar no vale nada. La mejor muestra queda cuando los comandantes en jefe se roban los dineros asignados a fondos reservados que es mucho dinero. Vida regalada con dineros fiscales, entonces de valor militar poco traspasaron la delgada línea que los convierte en ladrones.
En patético cuadro de las instituciones es consecuencia directa de que no hubo transición, donde todo quedó como quedó porque esas fueron las condiciones que impusieron los militares para salir de La Moneda el 11 de marzo del 90. Desde allí hacia adelante la continuidad de lo militar caminó tranquilo en el modelo neoliberal que tantas ganancia genera a los grupos económicos.
El país real es aquel en donde la mitad de los chilenos ganan $ 400.000 como grupo familiar, esos no son clase media, esa es la mitad del país pobre del que se acuerdan sólo para pedirles el voto y al que de tarde en tarde les cae algún beneficio para marcar algún punto en las encuestas.
Los años pasan y la violenta realidad queda desvelada cuando se constata que el principal gasto público son las pensiones de las FF.AA. La dictadura las alejó de las AFP, vida laboral algo más allá de veinte años y patente de piratas para sus generales.
Y en el parlamento no han existido las voces consistentes que intenten dar un golpe de timón al robo al decampado de los dineros de todos. Nadie pide explicaciones para qué se compran aviones que mueren de viejos sin haber despegado por alguna vez en serio. No pueden arrogarse como batalla ganada el bombardeo a La Moneda, ese ha sido un acto de cobardía extrema y por el cual nunca pagaron por las vidas arrebatadas aquel día.
Suena muy extraño que en tantos años ninguna autoridad civil se haya percatado de lo pomposo de la vida de los oficiales. Los gastos desmedidos para su nivel de vida. Más extraño resulta la ceguera de los ministros variopintos que comparten los mullidos sillones y anchos pasillos decorados con asesinos de todos los tiempos.
Ex comandantes en jefe…. que ladrones han sido.
Federico E. Cavada Kuhlmann says:
Las guerras han sido siempre la formula de enriquecimiento de los grupos de poder. Antiguamente alguna participación en su conducción estratégica tenían los dueños del poder, Emperadores, Reyes, duques, cardenales o otros especímenes de su grupo. Después se convirtieron en el asidero de quienes querían acceder al poder o servir a los poderosos. Ellos son los Generales y oficiales de las FFAA. Los clases, soldado profesional, cabo, sargento son los hambreados que llegaron para comer y se convirtieron en siervos. Las guerra, las guerras en serio siempre la ganaron los civiles. Aquellos pobres campesinos que llevaron como ganado al desierto de Atacama, a los campesinos de la estancia ´Las Canteras de O´Hoiggins en Los Ángeles, o los obreros de las salitreras que usaron en la Revolución. Ellos, los oficiales, son para figurar en los libros de historia y en los monumentos como los héroes, pero siempre en la dolce vita a costa de las guerra que otros ganan para ellos