Crónicas de un país anormal

Argentina a la espera de la tempestad

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“La banda de Cristina Kirchner, que es la misma que la de Dilma Rousseff, es la misma de Maduro, Hugo Chávez y la de Fidel Castro”.

 

“Yo no quiero que Argentina siga la línea de Venezuela. Por eso aliento la reelección de Macri”.

 

Estas declaraciones de Bolsonaro demuestran el miedo en que ha caído la mafia de presidentes derechistas de América Latina. El voto popular echó a Macri, y no queda otro recurso que se pongan a la cola Jair Bolsonaro y Sebastián Piñera.( Hay que  tener en cuenta que Brasil es el principal socio comercial de Argentina).

 

 

Los pueblos pueden ser engañados varias veces, pero al final se dan cuenta del fraude y, sobre la base de voto, expulsan a estos gobernantes derechistas e incapaces en forma impecablemente democrática.

 

Mauricio Macri, un heredero de la enorme fortuna de su padre y amigo personal de Trump y de Piñera, sólo está preocupado de la colosal debacle argentina por salvar los mercados. Que el 50% del pueblo esté en la pobreza, para él  no es problema, y como es incapaz de empatía con las “cabecitas negras” y la clase media, sólo le preocupa salvar su pellejo, y no seguir el camino de Raúl Alfonsín y de Fernando de la  Rúa. Hoy en Argentina se habla mucho de adelantar las elecciones,  como ocurrió con Alfonsín y Menem, con la diferencia de  que Carlos Saúl Menem fue elegido, mientras que la fórmula Fernández-Fernández  aún no lo ha sido.

 

No se sabe si Fernando de la Rúa y Mauricio Macri se hacían los tontos – o lo eran – pues los ciudadanos esperaban una autocrítica de Macri luego de su tremenda derrota del domingo 11 de agosto, pero ocurrió todo lo contrario: habló como candidato y no como Presidente responsable, tampoco se dio un cambio de gabinete ministerial, ni siquiera salieron Marcos Peña y Jaime Durán Baba. Por el contrario, culpó al kirchnerismo  de la crisis argentina, incluso, se permitió advertir a los ciudadanos que lo odian – con mucha razón – que no eligieran a Alberto Fernández, pues traería consigo los mismos males que aquejan a Venezuela.

 

En el artículo de ayer, escrito antes de la apertura de los mercados, me quedé corto en mis apreciaciones sobre el desastre económico argentino: el riesgo-país  subió en la tarde de 900 a 1.400 puntos, y el Bono  con vencimiento anual a 4.000 puntos. El precio del dólar llegó a 58 pesos, alcanzando, hacia las 11:00 horas, los $62; el MERVAL se derrumbó, y las ADRs, que se transan en Nueva en Nueva York, muchas de ellas cerraron con   50% en pérdidas.

 

El gobierno de Mauricio Macri tenía varias posibilidades para detener la corrida cambiaria, pero fue incapaz de utilizar los instrumentos con que contaba, y se limitó a subir la tasa de interés de las Leliqs, (Letras del Banco Central), a 75%, lo cual sirve de poco pues los especuladores mayoristas prefieren comprar dólares, única moneda válida en  Argentina.

 

Hoy en Argentina es casi imposible adquirir cualquier producto, pues los precios no están determinados a causa de que el dólar fluctúa por minutos; el Banco brasilero Itaú, por ejemplo, ofrecía dólares a $50 comprador y a $60 vendedor, y si alguien quería comprar un millón de dólares, no se lo vendían, y no ocurría lo mismo si fueran 100 o doscientos dólares.

 

Introducir dólares al mercado agotando las reservas era posible, pues los verdaderos dueños del Fondo Monetario Internacional lo autorizaban, sin embargo, se corría el riesgo de agotar las reservas. La experiencia ha demostrado que los especuladores compran barato el dólar y lo venden caro, convirtiendo así las reservas en humo.

 

En tiempos de crisis siempre surgen, por parte de algunos, ideas locas y no falta el demagogo o demagoga. En el caso argentino, Elita Carrió propuso, muy suelta de cuerpo, que el gobierno de Macri decretara un impuesto a las ganancias, que no sería una mala idea en tiempos normales, pero hoy sólo favorecería la huída de capitales.

 

Macri, gracias a la ayuda de su amigo personal Donald Trump, podría disponer de dólares del FMI para pagar los vencimientos de la deuda, a condición de que no los gaste en su campaña o los use para afirmar el peso frente al dólar. En todo caso, el porvenir de Argentina, visto desde hoy, no puede ser más aciago.

 

La política económica de los Kirchner basada en animar el mercado interno, hoy es difícil de llevar a la práctica pues el FMI va a seguir imponiendo la austeridad, y la declaración de cesación de pago por parte de Argentina sólo conduciría a una crisis superior. Ya no es posible pagar la deuda externa como lo hizo el Presidente Néstor Kirchner.

 

A pesar de la campaña del terror y de las acusaciones contra Cristina Fernández en la justicia, el pueblo ha aprendido de las experiencias anteriores que es mejor que los Kirchner roben, pues reparten el dinero en subvenciones a los pobres, mientras que Macri lo distribuye entre su familia y los ricos del país, (también Piñera en Chile, la reparte entre los miembros de su familia y  el 1% de los ricos).

 

A la gente le basta con comparar su calidad de vida cuando gobernaron los Kirchner, y hoy con Mauricio Macri.

 

La gente aprende más de la vida cotidiana que de los comentarios de los economistas. Con mucho sentido común responden a su amaño al encuestador, pero se reservan el secreto de su voto. No faltan, sin embargo, los “cabezas de huevo” que están analizando el “voto vergüenza”, antes atribuido a los macristas, y hoy a los fernandistas, (les daba vergüenza confesar su voto),  además del voto castigo que, claramente, estuvo dirigido a Mauricio Macri.

 

Actualmente en Argentina sólo se ven nubarrones que presagian la tempestad.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

13/08/2019                             

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  1. El voto popular está por derribar a Macri , pero los Fernández aún no han sido elegidos y todavía existe el factor M (militar) que suele aparecer a defender la mano que les da de comer… mejor.Hay aún dos meses antes de la primera vuelta y los FF’s deberán tener mucho cuidado de no «pisar callos» y empeorar la anémica situación Argentina.

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