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La necesaria resistencia

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El XXV Foro de Sao Paulo celebrado este año en Caracas señaló con acierto los avances, pero también los retos que enfrenta nuestro continente. Estamos ante un panorama que exige acción política con premura y determinación, pero así mismo, que requiere que sus ciudadanos salgan de la indiferencia y la apatía que por décadas ha entumecido a la ciudadanía de muchos de nuestros países. Si bien, ha habido avances en este tema, lo cierto es que continúa siendo la norma “la concentración de la propiedad, el poder y la riqueza en manos de la minoría privilegiada” a pesar de eso, la situación está saturando la paciencia de millones de ciudadanos y ciudadanas, quienes han optado por la protesta social como el primer bastión para defender sus intereses y demandar justicia, paz, equidad y demás derechos que siguen siendo vulnerados.

 

Como se ha hecho manifiesto en el último ciclo electoral, la derecha ha impuesto su agenda a partir de una elaborada estrategia mediática cuyo objetivo es el de “fragmentar y/o debilitar nuestros Estados Nacionales; busca aniquilar o deslegitimar todo proyecto de cambio social que pretenda avanzar por senderos no capitalistas o simplemente post-neoliberales; trabaja sin descanso por erosionar nuestras identidades nacionales, así como los valores culturales que nos dan cohesión social; y acelera los esfuerzos orientados a dividirnos en todos los terrenos”.

 

Sobre esto, no puede seguir siendo un secreto para nadie que los tratados de libre comercio impulsados por Estados Unidos fomentan la desigualdad, ahogan nuestras industrias nacionales, atentan contra nuestras prácticas culturales y ancestrales, condicionan nuestro ejercicio democrático. Son una trampa, enmascarada de progreso, que determina nuestras economías, agota nuestros recursos, poluciona nuestro medio ambiente. Es por eso que se hace necesario fortalecer los “proyectos de integración soberana como la CELAC, el Alba-TCP, el Mercosur y otras iniciativas integracionistas populares y autonómicas”. Esos esfuerzos por enfrentar el dominio de las corporaciones y multinacionales en nuestros países es retratado con argucia como algo negativo, cuando busca proteger a nuestras sociedades de la sistemática violencia estructural que Estados Unidos y sus gobiernos alfiles han impuesto en nuestros países, con la falsa ilusión de ser considerados como sus aliados, como sus iguales, cuando históricamente han buscado reducir nuestras sociedades a una condición servil e indigna.

 

En esa medida, urge actuar en contra de la constante interferencia económica y comercial contra Venezuela, país al que Estados Unidos, en complicidad con otros gobiernos de la región pretende invadir militarmente con el único fin de apoderarse de sus recursos petroleros. En esa misma línea, se hace necesario denunciar a la OEA como un órgano de control político norteamericano cuya finalidad es la de mantener a los países americanos alineados a los intereses de Washington.

 

En el caso de Colombia, el Foro de Sao Paulo, en su declaración final condenó “enérgicamente el genocidio permanente que comete la ultraderecha gobernante en Colombia contra toda expresión organizada del movimiento social y popular, mediante el inaceptable asesinato sistemático de líderes sociales, ex combatientes guerrilleros y sus familiares”. Así mismo, exige “al gobierno colombiano el cumplimiento integral de los Acuerdos de Paz, vitales para asegurar que nuestro continente siga siendo zona de paz”. De igual manera, el FDS indica que “respaldamos al partido FARC por su persistente defensa de los Acuerdos y su cumplimiento, lo que constituye una invaluable contribución a la lucha por la paz. Para alcanzar esta paz, demandamos el reinicio inmediato de los diálogos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN)”.

 

Por otra parte, la declaración final del Foro de Sao Paulo abogó por rechazar “toda forma de racismo, discriminación social y discriminación por orientación sexual. En ese sentido apoyar la agenda de lucha por los derechos de la comunidad LGBTTI”. De igual forma, se pronunció al “exigir el respeto a los derechos humanos de las mujeres, violados por las políticas neoliberales. Defender el papel de las mujeres latinoamericanas y caribeñas como constructoras fundamentales de los procesos de cambio emancipatorio, así como de resistencia activa a la contraofensiva neoliberal y a la pérdida de derechos conquistados”. Igualmente, se manifestó sobre la importancia de “apoyar las masivas movilizaciones feministas en curso en el continente. Sin el aporte de las mujeres será imposible avanzar hacia la verdadera independencia de nuestras naciones. Entender que solo podrá triunfar la lucha por la igualdad de género si asumimos la lucha por la igualdad de clases. Solo desterrando el capitalismo será posible eliminar el patriarcado”.  En esta línea, también condena “todas las formas de discriminación y violencia hacia la mujer, la exclusión, el tráfico y trata de mujeres y niñas, la explotación sexual, los feminicidios, así como exigir un mayor apoyo y protección de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres”.

 

Si bien el mapa actual del continente resulta convulso en estos temas, es alentador ser testigo del despertar de una conciencia política renovada, que va emergiendo lenta pero resuelta, como aquella planta que logra quebrar el asfalto para hacerse a la luz, cada una de nosotras y nosotros debemos ser esa planta, debemos comprometernos con generar procesos de cambio en cada uno de nuestros países.

 

 

                                                                                             Por Piedad Córdoba Ruiz

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