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Mi estimado amigo Agustín Squella (EM 26/7/2019) interviene en el debate acerca de lo que significa ser comunista, Tras una lúcida exposición de su pensamiento ilustrado liberal, hace reflexiones de fondo acerca de DDHH, democracia y economía en los países socialistas. Pregunta “si los comunistas de hoy creen en esas mismas cosas, o si creen en ellas con matices que antes no establecieron, o si creen en algo distinto de lo que pensaron ayer”. 

 

Indudablemente deben ser respondidas, no solo por los comunistas sino por todos quienes nos inspiramos en la corriente más avanzada del mismo pensamiento liberal e ilustrado de Squella, personificada en Karl Marx. Yo veo hoy las cosas del modo siguiente. 

 

Tras “derrumbarse los muros” se comprobó que al otro lado el comunismo seguía siendo un fantasma, pero surgieron en cambio modernas y formidables potencias capitalistas que a poco andar están superando las del lado de acá. Ello ha obligado a replantearse nada menos que el carácter de la época que vivimos. No es aún, como todos pensamos durante el siglo XX, el anhelado paso del capitalismo, cuando éste haya dado de sí todo lo que puede dar, al modo de producción que inevitablemente le ha de suceder en la historia. 

 

Hoy todos comprendemos que recién está a medio camino, pero avanzando de modo vertiginoso sobre el trasfondo de la masiva urbanización global, el fin de la vieja sociedad campesina y señorial, y el advenimiento planetario de la modernidad, bueno, por ahora capitalista. 

 

Es decir, lo mismo que en definitiva los comunistas impulsaron el pasado siglo, en Chile y países que abarcan una buena mitad de la población mundial. Encabezaron allí las luchas del pueblo y sus periódicos estallidos. Cotidianamente desde su seno pero asimismo dirigiendo a veces los Estados modernos, que han nacido de Revoluciones con mayúscula, o las han conducido como hicieron Allende y los comunistas chilenos junto a la UP, y antes Frei y la DC, con la que sacudió a Chile durante la segunda mitad de los años 1960 y hasta 1973 y modernizó el país irreversiblemente y para siempre. 

 

En nuestro país hoy día, los comunistas buscan terminar con los abusos y distorsiones heredados de la dictadura y no resueltos por la llamada transición. Principalmente la superexplotación de los once millones de trabajadoras y trabajadores, que se rotan en seis millones de ocupaciones asalariadas precarias y sobreviven por su cuenta entremedio, y tres millones de trabajadores jubilados, mayoritariamente mujeres, condenados a pensiones miserables. Ellos conforman el moderno rostro de nuestro pueblo, a quienes peyorativamente califican de “clase media”. Asimismo, recuperar las riquezas que nos pertenecen a todos y de las cuáles se ha apropiado un puñado de grandes empresarios rentistas, que monopolizan todos los demás mercados además. Viven principalmente de sus rentas y ahogan a los miles de medianos y pequeños empresarios auténticamente capitalistas que bullen por doquier, impidiendo el auténtico desarrollo moderno de Chile.

 

Es decir, completar la transición de Chile a la modernidad, bueno, auténticamente capitalista por ahora, interrumpida transitoriamente por la contrarrevolución Pinochetista, último graznido de la vieja élite rentista cuyo tiempo de legitimidad histórica terminó hace rato. 

 

En lo sucesivo, como hizo Marx en la pionera Inglaterra pionera recién accediendo a la modernidad, continuar luchando junto a los trabajadores por todas las causas progresistas de la humanidad. Empezando por la más urgente hoy, enfrentar y aplastar el rebrote fascista que constituye, junto a nuestro abuso de la naturaleza,  el principal riesgo para nuestra supervivencia en el planeta. 

 

Sin abandonar jamás la fé —me parece que efectivamente ayuda a los seres humanos para mover montañas— que la humanidad logrará triunfar, como lo hemos hecho hasta ahora, sobre estas tendencias suicidas. Para que quizás nuestros nietos o bisnietos, puedan finalmente ver despuntar la sociedad que inevitablemente sucederá al capitalismo en la historia que, me parece, se llamará comunismo.

 

Manuel Riesco

Vicepresidente CENDA

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  1. Daniel. estas fundamentando tu respuesta en lo que piensas y no ni en la historia ni la economía. Dejemos que los expertos opinen pues este no es un partido de fútbol y lo que se juega no es un gol o una copa

  2. Daniel Espinoza says:

    Le tengo cariño a Don Manuel, pero en fin siendo el un brillante economista, aun no se d cuenta que,los dos sistemas económicos busca lo mismo el beneficio a corto plazo. Y eso no se condice con buscar la armonía en el planeta, si el amado COMUNISMO de Don Manuel llegara a ser el modelo imperante a nivel mundial, los resultados serian los mismos, pues ambos sistemas al buscar el beneficio a corto plazo, no son mas las las dos caras de la misma moneda.

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