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ONU califica de crimen de guerra el bombardeo en Libia contra un centro de migrantes

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La Organización de Naciones Unidas (ONU) llamó ayer a realizar una investigación independiente sobre el ataque aéreo contra un centro de detención de migrantes, atribuido a fuerzas del mariscal rebelde Jalifa Haftar, el cual provocó al menos 44 muertos y unos 130 heridos, y calificó el bombardeo de crimen de guerra y odiosa carnicería sangrienta.

 

Hay que asegurarse de que los autores sean llevados ante la justicia, añadió Stéphane Dujarric, vocero del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, al destacar que Naciones Unidas había dado la localización exacta del centro de detención a las partes en conflicto.

 

El ataque, que incluyó entre sus víctimas a mujeres y niños, podría claramente constituir un crimen de guerra, dijo el enviado de la ONU en Libia, Ghassan Salamé. Según un comunicado de la Misión de Apoyo de la ONU a Libia, el balance es de al menos 44 migrantes muertos y más de 130 heridos graves.

 

Esta matanza innoble y sangrienta es una consecuencia de las más horribles y trágicas de la absurdidad de esta guerra, añadió Salamé.

 

Varias de las víctimas iban a regresar en pocos días a sus países de origen, informó la Organización Internacional para las Migraciones, en un correo electrónico que envió a La Jornada, en el que aseguró que unos 3 mil 300 migrantes permanecen en centros de detención similares al del ataque y se encuentran en riesgo.

 

El sufrimiento de migrantes en Libia se ha vuelto intolerable. Debe quedar claro a todos que este país no es un puerto seguro y que miles de vidas se encuentran en un riesgo inminente, afirmó el jefe de la OIM en Libia, Othman Belbeisi.

 

El alto comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, advirtió en Twitter sobre tres mensajes claves: los migrantes y refugiados no tienen que estar detenidos, los civiles no tienen que ser objetivos, Libia no es un lugar seguro para devolver a los migrantes.

 

El bombardeo de dos misiles ocurrió la noche del martes en Al Daram, un centro de detención integrado por cinco hangares para unos 600 migrantes, en su mayoría eritreos y sudaneses, que intentan cruzar por mar hacia Europa a través de Libia para huir de conflictos armados en África y Medio Oriente.

 

El complejo se localiza en una zona industrial donde hay varios sitios militares controlados por el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) y es regularmente blanco de ataques aéreos por el Ejército Nacional Libio (LNA, por sus siglas en inglés) comandado por el caudillo del este del país, Jalifa Haftar, quien encabeza desde el 4 de abril pasado una ofensiva para apoderarse de Trípoli.

 

Según analistas, Libia está hundido en el caos desde 2011, cuando la guerra civil y la intervención de potencias occidentales resultó en el asesinato del líder Muammar Kadafi. El GNA reconocido por la comunidad internacional es respaldado por Turquía, mientras que el LNA es apoyado por Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Egipto.

Los dos bandos rivales convencidos de poder ganar gracias a sus apoyos se abastecen de armas violando un embargo impuesto por la ONU a Libia desde 2011.

 

El GNA, con sede en Trípoli, atribuyó el atroz ataque a las fuerzas rivales del criminal de guerra Jalifa Haftar, en tanto, las fuerzas del mariscal, que desde hace tres meses protagonizan una ofensiva para apoderarse de la capital libia, negaron haber bombardeado el centro para migrantes y acusaron al GNA de fomentar un complot para responsabilizarlos de la matanza.

 

La Unión Europea condenó un ataque horrible y reclamó también una investigación. La Unión Africana, Francia, Italia, Catar, Nigeria y Turquía expresaron su condena, y Estados Unidos tildó el bombardeo de aborrecible e instó a un diálogo urgente.

 

Antes del ataque, Naciones Unidas advirtió del riesgo que representaban los centros de detención para migrantes en Tajura e insistió en que fueran retirados de ese lugar. También advirtió de la inseguridad que representa Libia para los migrantes y exhortó a autoridades libias y europeas a evitar asentarlos en el país africano, pero Italia y otros países europeos continúan brindando fondos a la guardia costera libia para evitar que los refugiados crucen el Mediterráneo hacia Europa.

 

El Consejo de Seguridad de la ONU no alcanzó un acuerdo para condenar el ataque. En una sesión a puerta cerrada de dos horas, Gran Bretaña circuló una declaración que condenaba el bombardeo, llamaba a un cese al fuego e instaba a regresar al diálogo político.

 

Pero los diplomáticos estadunidenses aseguraron en la reunión que requerían el visto bueno de Washington para ratificar el texto y las conversaciones finalizaron sin su aprobación, dijeron fuentes diplomáticas.

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