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Hoteles Punta Peuco y Colina 1 y 2

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Durante la semana, tres reos se fugaron de la cárcel Colina 1. Sin la ayuda de los gendarmes, habría sido casi imposible huir. A los malandrines les disgustaba el penal al compararlo con otros. Condenados uno por robo y dos por homicidio, desde hacía meses planeaban huir del centro de reclusión, pues no satisfacía sus anhelos. Ni siquiera la calidad de los servicios. Analizaban las celdas VIP de Colina 2, e indignados se preguntaban la razón de por qué a ellos no se les ofrecía igual trato. ¿Dónde radicaba la odiosa discriminación? Ni hablar del lujo asiático de Punta Peuco, penal donde sólo permanecen detenidos, torturadores y asesinos de opositores, durante la dictadura-cívico militar de Pinochet. En el mundo del turismo, hay hoteles de 5 estrellas, hasta llegar a hospedajes donde se duerme en cubículos, conforme al famoso albergue japonés, ideado por el burgomaestre de Las Condes, el incombustible Joaquín Lavín. Primorosas variedades para dormir y descansar, expuestas en un abanico de posibilidades, destinadas a satisfacer la exigencia de cualquier turista.

 

Los tres reos de la fuga a lo Rififí, avezados delincuentes, ya se habían quejado por las pésimas condiciones del penal. Retretes insalubres, camas hediondas donde chinches y cucarachas, pasean su voraz insolencia. En cuanto a la comida, a menudo gusto a vinagre, apenas si satisface la tripa. Desde luego, no se compara al resort del penal Punta Peuco, donde hay menú a elección. Lo cual se halla a cargo de un chef, incluidos pinches de cocina, pues los usuarios golpean la mesa, si disminuye la calidad. Todos tiemblan y corren a satisfacer sus reclamos. Es cierto que los reos de Colina 1, no se encuentran encarcelados para vivir de holganza ni comodidades urbanas, menos aún de privilegios como en las cárceles VIP. Han delinquido y deben cumplir la condena. Sin embargo, no se les puede tratar como a bestias ni escoria humana. Aspiran a la rehabilitación, aunque dure toda la vida. Ni hablar del alto precio de los beneficios extras de la cárcel, donde las bebidas gaseosas o alcohólicas, el filete de res, el pollo relleno de trufas, la marihuana, incluido el servicio doméstico, se halla a disposición del cliente. Entonces, se ignora si los gendarmes cuidan a los reos o los reos cuidan a los gendarmes. En relación a los talleres de artesanía, donde se trabaja de manera precaria para rehabilitar al malhechor, se aprenden oficios en vías de extinción. Ha muerto el oficio del viejo zapatero, lector de los anarquistas. Nada de enseñar informática. Los internos terminarían como expertos para realizar fraudes con las tarjetas bancarias, las nuevas hostias del creyente consumidor. Un grupo de condenados de una cárcel no identificada, por robar bancos, cajeros automáticos, celulares y la jubilación a la ancianidad, había solicitado a las autoridades, poder recibir clases de ética empresarial, pues les parecía justo. Se les comunicó lo siguiente, lo cual debe ser destacado por tratarse de una gentileza: “No olviden que ustedes, han sido condenados por ser avezados delincuentes, sin escrúpulos, que pusieron en riesgo la propiedad privada y la vida de personas inocentes. Realizar las comparaciones presentadas por ustedes, desvirtúa cualquiera petición”. Quienes formalizaron la demanda, no tardaron en manifestar que las autoridades carcelarias, cometían una vergonzosa discriminación en contra de ellos. ¿Dónde radicaba la diferencia, si también se creían miembros de una actividad empresarial? Robarle el celular a una chiquilla es un delito menor, si se le compara con saquear un país.

 

¿Dónde se ocultan los tres reos fugados de Colina 1? Se cree que en Santiago, en distintos lugares para burlar el asedio y la búsqueda a nivel nacional, que realiza la policía. Ellos habrían dejado una nota en la celda compartida, donde manifiestan que los gendarmes, que ganan alrededor de 400 mil pesos mensuales, están sometidos a permanente hostigamiento por la población penal. Se les presiona, intimida y se les amenaza de muerte, si no colaboran con el reo. Lo expresado por los internos, que ahora son externos, demuestra cómo el sistema hace agua. Es la reafirmación que Chile vive a la deriva, a punto de estrellarse con un iceberg del tamaño del cerro San Cristóbal, mientras el Almirante a cargo de la chalupa “Tiempos mejores”, la que se quiso hacer pasar por trasatlántico, culpa a la oposición por la hecatombe. 

 

El miércoles recién pasado, la policía sorprendió a uno de los tres forajidos, dedicado a ejercer su oficio y lo derivó al hotel Colina 1, donde es gratis la pensión, como en el cementerio. El reo se apresuró a declarar que es mejor, vivir dentro que fuera del penal y recomienda la opción.            

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