Crónicas de un país anormal

Ni ángeles ni bestias

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El jansenista Blaise Pascal era uno de los tantos enemigos de los Jesuitas, y una de sus frases más brillantes, que están tomadas de las prédicas de los presbíteros   de la compañía , hoy constituye una serie de paradojas que nos permiten meditar y reír.

 

 

 Una de esas paradojas se refiere a la “apuesta de Pascal” según la cual se plantea: ¿Hay Dios o no hay Dios? Pascal propone poner nuestras fichas en la opción de que hay Dios, pues en cualquiera de las dos podremos ganar: si existe Dios, ganamos, pero si no  existiere, también ganamos.

 

Frases rimbombantes como la de que “el hombre no es ni ángel ni bestia”, está tomada de unos de los sermones de la época.

 

A partir de San Ignacio de Loyola, fundador de la Congregación, se utiliza el término “jesuita” para equipararlo con “maquiavélico”. Las redes sociales están llenas de artículos esotéricos, que se atribuyen a los jesuitas, a los sionistas y a los masones.

 

En el Chile colonial las luchas campales entre distintas congregaciones religiosas llegaban a las vías de hecho: la Quintrala es una víctima por la lucha de poder entre curas.

 

Los Jesuitas, siempre cerca del poder impusieron la paz y el reconocimiento del territorio al sur de Bío Bío, por boca del Padre Luis de Valdivia.

 

Ya en España, hacia el siglo XVIII, el conde de Aranda y sus amigos masones ilustrados impusieron la expulsión de los Jesuitas; en el exilio, el Padre Lancunza escribió uno de los libros teológicos más brillantes, La segunda venida de Cristo en gloria y majestad, donde sostenía las tesis del milenarismo.

 

Los españoles pagaron caro por la expulsión de los Jesuitas, pues muchos de ellos fueron os impulsores ideológicos de la llamada Independencia, que no fue más que una guerra civil: se cuenta en el famoso catecismo político cristiano que algunos historiadores atribuyen al Padre Vizcarra – cuyo seudónimo era “José Amor de la Patria -.    

    

Los colegios jesuitas en Chile han sido los formadores de las élites: en un comienzo, conservadora y, posteriormente, democratacristiana, (incluso, algunos de ellos se acercaron al Mapu y a la Izquierda Cristiana, entre ellos el padre Gonzalo Arroyo, (Rip).

 

En el triunfo de Eduardo Frei, en 1964, los Números de la Revista Mensaje fueron decisivos para atraer a la intelectualidad católica al seno de la Democracia Cristiana.

 

En general los Jesuitas, dada su genuina preparación intelectual, han aportado a Chile figuras muy notables, entre ellas el San Alberto Hurtado, defensor de los pobres y de los trabajadores. Hoy, con màs de 100, el Padre Aldunate sigue siendo un baluarte en la lucha por los derechos humanos. El Padre Josè Aldunate, hijo de don Carlos, gran líder conservador, logró la aprobación de la Ley de Residencia en contra de los anarquistas extranjeros. 

 

Los obreristas marxistas no comprenden que la mayoría de los revoluciones surgen de las élites de la sociedad, pues los pobres tienen pocas posibilidades de captar su situación en medio de la explotación – una clase en sì, no para sì – es el caso del cura Mariano Puga, hijo de un gran líder liberal, don Mariano Puga Vega.

 

Quién soy yo para juzgar a otro, sin embargo, los graves casos de abusos sexuales, de poder y de conciencia contra menores, que se atribuyen al director del Hogar de Cristo, seguidor del Padre Hurtado  contra menores, no son atribuibles solamente a sentencia de Pascal, ni a “àngel no bestia”, y parece evidente que personas que han tenido actitudes y conductas muy valiosas, puedan realizar actos reñidos con la moral y rayanos en la bestialidad y el delito en la vida cotidiana, como los que acusa una de las afectadas, la teóloga Marcela Aranda, que da testimonio de haberse visto forzada a practicarse tres abortos, y de ser víctima de escenas de abusos con la presencia  y de  curas.

 

La pederastia, como se ha descubierto a través de investigaciones, especialmente periodísticas,  se ha convertido un delito de común ocurrencia, y las raíces explicativas de este fenómeno son muy profundas: una de ellas es el clericalismo, cuya fuente es el amor irrefrenable al dinero y al poder; el cura se coloca como un ser superior a su rebaño y predestinado a gozar de la gloria eterna.

 

La iglesia, a partir de asunción al papado de Juan Pablo II volvió a sus raíces monárquicas abandonando la opción por los pobres – como lo enseñaba el Concilio Vaticano II, y como ocurre en algunas comunidades cristianas, entre ellas la dirigida por Mariano Puga, en Villa Francia -.

 

El Papa Francisco a veces parece que lo acierta, pero da la impresión de que no tiene el coraje suficiente para aplicar una cirugía profunda, a fin de que elimine el cáncer que està matando la iglesia, a veces con la anuencia y colaboración de cardenales, obispos y curas. La Curia Romana, hegemonizada por la P2, tiene aislado y dominado al Papa.

 

A los Jesuitas les está lloviendo sobre mojado: al caso del Provincial Eugenio Valenzuela, hoy se agregan los de Alejandro Longueira Montes y el del Padre Jaime Guzmán. Desgraciadamente, en muchas ocasiones las Congregaciones privilegian la subsistencia del buen nombre de la institución a la acogida de las víctimas y a la búsqueda de la verdad.

 

En la última encuesta CERC obispos y sacerdotes tienen apenas un 5% de confianza ciudadana, pues mientras menos se digan católicos es mejor que beatos  a medias, y una ocasión de depurar la iglesia, que ya no depende sólo de ella misma, sino del Estado y de los tribunales de Justicia. Las asociaciones de víctimas tienen razón al no confiar en la jerarquía, y pedir justicia al Estado, que debe protegerlos como víctimas.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

17/06/2019          

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