Crónicas de un país anormal

¡Sebastián, “Todo en ti fue naufragio…”!

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Foto: Presidencia de Chile

La política funciona sobre la base de las expectativas, y siempre mira hacia el futuro, jamás al pasado. Sebastián Piñera estaba convencido de  que era un verdadero encantador de serpientes: bastaban sus promesas de campaña para que – como el flautista – fuera seguido por el séquito de ratones. En la primera vuelta le falló la flauta mágica y no logró, como lo esperaba, el 50,1% de los sufragios, y además, la oposición quedó en mayoría en ambas Cámaras.

 

En la segunda vuelta desempolvó y desplegó toda su batería anunciando que con él  los esclavos chilenos alcanzarían la tierra prometida: se ensañó con la Presidenta Michelle Bachelet, acusándola del bajo crecimiento del producto, incluso, algunos de sus partidarios inventaron que el muy moderado contendor en la segunda vuelta, Alejandro Guillier, sería el “Maduro chileno”, y que “chilezuela”, repetido día a día, daría resultado, y era imprescindible dar el voto a Piñera para que vinieran “tiempos mejores”.  Y los  electores le creyeron al demagogo populista de la derecha y a sus acólitos.

 

En la actualidad, gobernar es desencantar: no ha habido Presidente en América Latina que no hubiera traicionado sus promesas como candidato. Un buen aspirante al sillón de O`Higgins sería el que siguiera la máxima de Groucho Max: “tengo mis principios, pero si a Ud. no le gusta, los cambiamos”.

 

La derecha política nunca ha requerido de un programa de gobierno para ganar las elecciones, pues le basta pregonar algunos principios, entre ellos la inutilidad del Estado-empresario y la deificación de la propiedad privada, y bastaba la personalidad del candidato y la anuencia de los empresarios para que los derechistas votaran por él. (Jorge Alessandri, por ejemplo, era “el paleta”, es decir, un político muy capaz; Sebastián Piñera, “el mago de las finanzas y cómo enriquecerse a través “del buen manejo” de las mismas).




 

En las últimas elecciones presidenciales la derecha estaba convencida de que sobre base de los triunfos logrados en América Latina, podría detener la rueda de la fortuna, y – como Julio César decía, bastaba recordar “Veni, vidi vici”  (fui, vi, vencí) -.

 

Al poco andar el Titanic de Piñera 2 comenzó a hundirse. Sólo le quedaban los músicos interpretando una bella melodía en sus violines, (se cree que los músicos sólo sabían tocar el violín a las maravillas así se hundiera el barco). Los músicos del Gabinete servían de poco a Piñera ante una catástrofe de envergadura, y era fácil aceptar la renuncia de Valente, Jiménez y Satelices, y reemplazarlos por marineros veteranos – según el Capitán – muy duchos en sus respectivas materias.

 

Según el periodista Fernando Paulsen, en uno de sus programas nocturnos, el “almirante” Piñera está inseguro y necesita el auxilio de sus antiguos ministros, “ya que no le quedan familiares para nombrar…”.

 

El rey, habitualmente fanfarrón, y contador  de chistes de mal gusto, hoy está triste, “¿qué tendrá su majestad?” Piñera, que antes se burlaba de Michelle Bachelet acusándola  de justificar sus fracasos económicos por problemas externos,  hoy, después de la ceremonia de juramento del gabinete, dijo exactamente lo mismo que su predecesora: que su derrota financiera actual se debía a la guerra económica entre Estados Unidos y China.

 

A pesar de la ayuda democratacristiana en el parlamento Piñera no ha logrado la aprobación de sus reformas emblemáticas, y no precisamente por obstrucción de la oposición – hoy prácticamente no existe – sino por un fuerte rechazo popular, pues estos proyectos de ley afectan directamente la calidad de vida de los ciudadanos.

 

A Piñera le ha gustado gobernar para la galería: el aplauso fácil hincha su ego narcisista, mientras que la crítica, por muy bien intencionada que sea, lo indigna, y sólo la soporta por boca de Manuel José Ossandón, pero le carga cuando sale de los dirigentes de la UDI, o bien, de la oposición.

 

Sebastián Piñera no ha logrado captar que la única manera de recobrar el apoyo popular, obtenido en la segunda vuelta de la elección presidencial, es el de desarrollar políticas públicas concretas que vayan en beneficio diario de los electores, (el caso de Michelle Bachelet 1, en su último año de gobierno, logró terminar con el 80% de apoyo ciudadano, gracias a la implementación de una seria de bonos, que favorecían directamente el bolsillo de los ciudadanos más desprotegidos.

 

El Presidente sigue creyendo que los electores son tontos y que estarán muy contentos; por ejemplo, que el 4% de aporte empresarial lo administren las AFPs, pero los ciudadanos, por muy individualistas que sean, saben muy bien que sus ahorros no les pertenecen, pues sus dueños siguen siendo las AFPs. En la última encuesta CEP Piñera obtuvo la nota 2,8 en el tema de las Pensiones.

 

Así Piñera se presente como simpático, para los ciudadanos es un “chupete de fierro”, (según decía mi amigo Agapito Santander, el único auténtico obrero del “Partido marxista, para gente bien”), pues en la encuesta CEP del mes de mayo y dada a conocer el jueves último, el 70% de los ciudadanos considera a Piñera frío y distante.

 

No hay caso: por el hecho de haber cambiado a tres ministros y el enroque de otros tres, Piñera, como dice el tango “…va cuesta abajo en la rodada…”, y salvo su primo y sus demás parientes en el gobierno, ya nadie le cree, y lo peor, no hay manera de que enmiende su rumbo.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

15/06/2019                             



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  1. El Llanero Solteron says:

    ¿Que diantres significa y que tiene que ver con el articulo la frase que acuña casi al final en su mamotrejo que mas parece un caballito de troya metido para satisfacer sus instintos derechistas?

    Me refiero a:

    » (según decía mi amigo Agapito Santander, el único auténtico obrero del “Partido marxista, para gente bien”)»

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