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Todos somos “patipelados”

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En el segundo año de gobierno de la derecha (2018-2022) post dictadura, el trasatlántico “Supositorio” del régimen, empieza a mostrar un perturbador rumbo.

 

Riesgos de catástrofe en la embravecida mar; averías en la quilla y bodega, pueden concluir en hundimiento. A causa de la impericia del capitán y la inepta oficialidad, se aproxima el naufragio. Nadie en la historia naval de Chile, rica en heroísmo se enfrentó a tantas veleidades marítimas.

 

Quienes viajan en el “Supositorio” permanecen mareados entre vómitos y rezan cogidos a las jarcias, mientras el encargado del timón, grita a cada rato: “Témpano a babor, témpano a estribor”. Así se vive la incertidumbre de ignorar hacia donde se dirigen.

 

Ahora, los pasajeros lamentan de haber embarcado en esta nave de pacotilla, calafateada a la diabla, “llena de patipelados” comenta una parlamentaria de Concepción, bisnieta de “patipelados” neerlandeses.

 

Mientras tanto un diputado, también descendiente de “patipelados”, les grita a las pasajeras: “Dejen de cacarear”.

 

El “Supositorio” como es usual, se promovió utilizando fotografías trucadas. “Hablaron de tiempos mejores”, se lamenta el rebaño estafado y despotrica en contra de la agencia de turismo, encargada también de los viajes de las FFAA.

 

En la nave, como es de esperar, hay olor a cadáver y tiburones azules la acompañan, mientras se relamen y abren las glotonas fauces, provistas de dientes de parlamentario.

 

Y pensar que todo se inició en 2017, cuando en los diarios, TV, radio e Internet, empezaron a aparecer avisos de la próxima temperada de viajes de placer en trasatlánticos, alrededor del mundo. La publicidad no podía ser más atractiva, dirigida a la clase media de nuestro país, donde el 69% dice pertenecer.

 

El capitán, la oficialidad y los pasajeros del “Supositorio”, alegan ser de este grupo gozador y privilegiado, mientras se vanaglorian, manifestándolo a gritos. ¿Quién puede despreciar cuatro años de vacaciones a todo trapo, recorriendo las costas de Chile, disfrutando de “tiempos peores” —perdón: mejores— desde Arica a Punta Arenas?

 

En el itinerario del “Supositorio” se incluyen visitas a las Torres del Paine, al cabo de Hornos y después a Rapa Nui, para regresar a fines de 2022 a Valparaíso. Nadie, ni siquiera el borrego, iba a renunciar a esta experiencia náutica, regalo de la gente humanitaria de Chile, pagadera en cómodas cuotas, que se pueden renegociar una y otra vez con nuevos créditos, hasta el próximo siglo. 

 

Al comienzo el “Supositorio”, construido en los astilleros de la Moneda con ayuda de proctólogos, se lanzó a la mar en medio del jolgorio de los borregos, que volvían a embarcar, ignorando que el viaje, bien podía concluir en desgracia.

 

En mayo, cuando la nave se dirigía al sur del país en errática navegación, soportando tempestades, tifones y trombas marinas, jamás conocidas en la región, los aterrados pasajeros le suplicaban al capitán, que lanzara voces de SOS. Había que acondicionarse los botes y chalecos salvavidas, pintados de amarillo, para huir del inminente naufragio.

 

El capitán del “Supositorio”, que ha convencido a sus adeptos de ser diestro en proctología y navegación en alta mar, admirador de Arturo Prat, de Cochrane y del Piloto Pardo, se empeñó en continuar el crucero, casi a la deriva.

 

A la cuadra de Valdivia, la nave se zangoloteaba, crujía como lamento de ballena moribunda, mientras se apagaban las luces y la orquesta de abordo interpretaba, sin saberlo, el Réquiem de Mozart.

 

Se viven horas de tragedia, zozobra y el “Supositorio”, cuyo objetivo era entregar una travesía placentera al pasaje, de acuerdo a su rimbombante nombre: fiestas, banquetes y plácida navegación rumbo a Rapa Nui. Ahora, viaja al tuntún. 

 

Otra desgracia que puede lamentarse como los naufragios del Itata y Santa Fe, aun cuando el capitán del “Supositorio”, también estuvo al mando de la chalupa “No me olviden” entre 2010-2014, hundida frente a las costas de Papudo.

 

A la fecha, pese al esfuerzo de buzos, sonares y de personas aficionadas a buscar tesoros en naves hundidas, no se ha encontrado ni siquiera la brújula. Lo cual hace pensar que el “No me olviden” navegaba sin ella.

 

En tanto el capitán, que en privado se hace llamar almirante, desentendido de los náufragos a quienes abandonó a su suerte, dando mil brazadas —o cortas brazadas, como aseguran los mordaces— pudo alcanzar el litoral frente a Reñaca, donde lo aguardaban los emprendedores.

 

Otra vez el intrépido capitán Tic-Tic, demuestra su destreza empresarial al flotar igual a corcho de champaña, en los agitados mares del Pacífico al mando del “Supositorio”, mientras se escuchan risitas: “Si apenas es una calita, por ahora ¡ji, ji, ji!”        

 

 

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