Crónicas de un país anormal

Columbus: la única vez que los mexicanos invadieron tierras norteamericanas

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Muchos historiadores han tratado de contabilizar el número de invasiones norteamericanas en América Latina: para un especialista argentino, llegaron doscientas, en cambio lo que sí está claro es que solamente una vez un grupo de 500 efectivos, encabezados por Pancho Villa, asaltó la pequeña ciudad norteamericana de Columbus.

 

 

En la historia muy pequeños acontecimientos adquieren enorme importancia por su peso simbólico: es el caso del asalto a Columbus, con sólo un ínfimo número de habitantes y seiscientos militares acantonados en el resguardo de la frontera.

 

En mayo de 1916 Pancho Villa había sido derrotado por los constitucionalistas de Venustiano Carranza, cuya consecuencia inmediata fue la disolución del poderoso Ejército del Norte, (bajo la jefatura  de Villa), y sólo le quedaban 500 hombres capaces de seguir una estrategia de guerra de guerrilla.

 

En sus años de gloria Pancho Villa era el predilecto de los norteamericanos: el general John Persing lo calificaba como “el Napoleón mexicano”, (existe una foto famosa en la cual muestra a Villa acompañado de Persing y de George Patton). México no tenía, prácticamente, fábricas de armas, por consiguiente, Estados Unidos era su único abastecedor en los largos años de la revolución mexicana.

 

Nada más contradictorio que la personalidad de  Wilson y de Pancho Villa: el primero, un catedrático aristócrata y, el segundo, un ex cuatrero; por el contrario, Carranza y Wilson correspondían a la misma matriz aristocrática, por consiguiente, una vez Wilson llegado al poder reconoció a Carranza  y los constitucionalistas. A raíz de este hecho, Villa estaba indignado con sus ex amigos, los norteamericanos, y preparaba la venganza.

 

El ataque a Columbus fue producto de una larga preparación: para Villa, la venganza era una virtud muy importante, y no la iba a  llevar a la práctica sólo contra Estados Unidos, sino también contra los hermanos Ravel, que lo habían engañado y estafado en la venta de armas.

 

A las 04:45 horas del día 9 de marzo de 1916, Villa con 500 hombres llegó al pueblo de Columbus: como estrategia, dividió sus efectivos en dos columnas, la primera, asaltaría el pueblo y, la segunda, el campamento militar, y confiaba en que el factor sorpresa y la oscuridad favorecería la tarea de sus hombres, sin embargo, el fatal error de incendiar las casas del pueblo facilitó la labor de la defensa de los pobladores, pues los asaltantes se convertían en blancos visibles. En el hotel de ese poblado sólo encontraron al hermano menor de Ravel a quien dieron muerte; en el caso del asalto al Banco, se mostraron incapaces de abrir  de abrir la caja fuerte.

 

Pancho Villa, que estaba en la retaguardia, en algún lugar donde se cuidan los caballos, dio la orden de atacar, por última vez, y abandonar el pueblo. Ya de día, los militares, superiores y número y armamento más moderno, dieron muerto a entre 75 y 100 asaltantes, mientras que las bajas norteamericanas fueron de unos 35 soldados y habitantes del pueblo.

 

Villa tenía, según su biógrafo Paco Taibo II, unas especiales características de su personalidad: contraria a la imagen de borracho que le daban sus enemigos, Villa sólo tomaba malteada de fresa; era fanático del matrimonio, (se casó 35 veces y con 35 mujeres, incluso, en algunos casos se casó dos veces con la misma mujer; cuando era gobernador de Chiguagua expropió de tierras y dinero a todos los oligarcas; los pianos de las casas de los ricos eran repartidos entre las escuelas de la comarca, y cuando le preguntaron cuándo debería ganar un profesor, respondió que “tanto como un general”, pues la educación era fundamental para el pueblo, y durante su gobierno se construyeron más escuelas que en toda la historia de Chiguagua.

 

Tanto Pancho Villa como  Emiliano Zapata despreciaban el poder: en ciudad de México, en 1914, a lo único que aspiraban era a retornar luego a la lucha y dejar el gobierno a algún licenciado.

 

Volviendo al asalto de Columbus, de inmediato Wilson preparó la llamada “expedición punitiva”, (palabras que disimulaban la invasión al norte de México). Intentó pedir la autorización de Carranza para penetrar en el país, pero ante la demora en responder, tomó la resolución de adelantarse, entregando la jefatura al general John Persing, quien había participado en las matanzas de Filipinas. En esta expedición también iba el teniente George Patton, (recordemos que se hizo famoso en la segunda guerra mundial)

 

El ejército atacante lo integraba 10.000 hombres, de caballería, infantería y  unos  pocos aviones, (no tantos como consta en la letra del famoso Corrido). La  estrategia de Villa, por su parte, consistía en colocar en mal pie a Carranza: si lo atacaba, lo acusaría de vendido a los norteamericanos, si no lo hacía, los norteamericanos se enojarían con él.

 

Un incidente fortuito cambió la situación: Villa recibió una bala fría – un proyectil  – que saltó desde una piedra  y se alojó en su rodilla. Como Villa había sido cuatrero, conocía en la sierra una cueva impenetrable   , desde su escondite, Villa escuchaba las canciones populares de los norteamericanos.

 

Los yanquis eran muy mal recibidos en los pueblos por donde transitaban: de Parral de Hidalgo, por ejemplo, fueron prácticamente expulsados.

 

Carranza Puso límites a la invasión norteamericana: no podían pasar al sur del país, y al intentar violar el acuerdo, fueron detenidos por el ejército constitucionalista, en la batalla de Carrizal. Wilson intentó sacar algún provecho colocando condiciones para la retirada, entre ellos, que Constitución de 1917 se incluyeran una serie de garantías para las empresas explotadoras de las materias primas,  especialmente del petróleo para pudieran quedarse durante 25 años. La  expedición punitiva volvió a Estados Unidos,  el 17 de febrero de 1917. (Más tarde, el general Pershing fue designado como jefe de las Fuerzas Armadas Norteamericanas en la primera guerra mundial).

 

En el mismo 1917 los servicios secretos ingleses descifraron  una carta enviada por el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Arthur Zimmermann, en la cual le ofrecía al gobierno de Carranza ser aliados en la guerra y en la paz, prometiéndoles  de ganar la entrega de los territorios conquistados por Estados Unidos, (Texas, Nuevo México y Arizona), sumado al apoyo económico y militar en el caso de que México declarara la guerra a Estados Unidos. Aunque la oferta era tentadora, Carranza se negó a pisar el palito.

 

Desde 1848 hasta hoy Estados Unidos ha considerado a los gobiernos mexicanos como sus lacayos, imponiéndoles Tratados, que deben ser respetados y obedecidos por quienes ellos consideran un gobierno y un pueblo inferior.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

07/06/2017               

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  1. No solo eso, en aquella epoca la industria mexicana de las maquinas-herramientas se hallaba muy desarrollada, se fabricaban en el pais hasta motores de aviones. De esa epoca se habla de los tratados de Bucarelli, el cual nunca se ha encontrado y no hay una prueba fisica. En dichos tratados Mexico se comprometio a no desarrollar dicha industria lo cual la dejo en condiciones negativas para su desarrollo industrial.
    En 1984 se desarrollo un estudio sobre dicha industria y el pais seguia dependiendo de compras de chatarra de los EEUU y compraba gran parte de sus necesidades en Brasil. Han pasado mas de 30 años y su industria se encuentra subdesarollada.

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