Economía y Mercados en Marcha

Chile, turbulencias coyunturales y dudas estructurales

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Foto: Presidencia de Chile

Ricardo French Davis ha reflotado el tema de la desaceleración de la economía chilena mediante un artículo que ha circulado por las redes profusamente. El momento  es   adecuado, dada la discusión en curso respecto del magro crecimiento actual de la economía chilena, contrastado fuertemente con las generosas expectativas desatadas por el actual gobierno en su campaña electoral. En síntesis demuestra, con datos del Banco Central de Chile, que fue durante el primer gobierno de Sebastián Piñera que comenzó la desaceleración, en 2013, y que – en 2017-  hacia finales del período presidencial de Michelle Bachelet el país se encontraba en un franco proceso de crecimiento y reaceleración.

 

 

Unas de las ideas fuerza del actual gobierno era que gracias a sus mejores capacidades y su indubitada militancia en las ideas de una sociedad libre (de libre mercado), el cambio de gobierno vendría acompañado automáticamente de mayor crecimiento y empleo. Es evidente hasta para el gobierno que dicha idea se encuentra hoy -por la fuerza de la realidad- en estado de derogación tácita. Las múltiples «revisiones a la baja» del crecimiento por parte de organismos internacionales, empresariales y gubernativos la llevan en el mejor de los casos algo por sobre el 3%, siendo las estimaciones de la banca solamente algo superiores al 2,5% y bajando. Del empleo puede decirse otro tanto,  ante la mantención persistente de una tasa de desempleo elevada y una dinámica de crecimiento de los salarios reales  menos que modesta.

 

 

 

Algunas observaciones al respecto pueden ayudarnos a problematizar en torno a  la coyuntura actual y los escenarios que se abren a futuro.

 

 

  1. El mito del crecimiento como meta última del sistema económico  aparece como el implícito que aceptamos en esta discusión en torno a las responsabilidades gubernamentales o los calces de los ciclos económicos en este u aquel período presidencial. Se trata de la dimensión más ideológica de la discusión, ya que se naturaliza una relación positiva entre crecimiento y bienestar  cosa que puede suceder pero que depende de los resultados concomitantes del proceso de crecimiento en las esferas de equidad social, sustentabilidad ambiental, calidad de vida y ciudadanía, dimensiones en las que el modelo neoliberal no es precisamente especialista. La condición estructural de país primario exportador, con una canasta concentrada en cobre, pesca, forestal, agroindustria, vale decir intensiva en recursos naturales, ha implicado que las altas  tasas de crecimiento de los 90´s y parte de los 2000 estuvieran subsidiadas por una pérdida de patrimonio ambiental, vale decir fue un “crecimiento empobrecedor”.

 

 

  1. La tasa de crecimiento en Chile está fuertemente correlacionada con las exportaciones y los precios internacionales, en particular las de cobre y depende más de los ciclos (o los shocks) del comercio internacional que a las políticas internas. Tiene razón el presidente Piñera en destacar que el futuro cercano de la economía chilena depende en buena medida de los resultados y el curso futuro de la guerra comercial China EEUU y que vienen tiempos difíciles. Es llamativo por supuesto que este razonamiento le haya parecido tan descaminado cuando era sustentado por el gobierno de la ex presidenta Bachelet respecto de la desaceleración 2013-2016, y que haya cobrado inusitada validez ahora.

 

 

  1. Los bajos salarios[1] en Chile, junto con el estancamiento de la masa salarial, destacada con preocupación por la Cámara de Comercio de Santiago, el altísimo endeudamiento de los chilenos, así como señales de incubación de una burbuja inmobiliaria, hacen temer un frenazo más violento si se diera una “tormenta perfecta”, digamos un escalamiento mayor de la guerra comercial, el agravamiento de la desastrosa situación argentina, una caída mayor de Brasil y un escalamiento del precio del petróleo. Una interrupción de la cadena de pagos podría desmoronar algunos de los cimientos menos sospechosos de fisura en nuestra economía. Es por ello que el crecimiento más que una meta que asegure el bienestar es una forma de seguro de sostenibilidad del sistema.

 

 

 

A 2019, el modelo neoliberal ya ha operado por el mismo lapso que  la estrategia de desarrollo industrial sustitutivo de importaciones implementada luego de la crisis de 1929 (ISI) y que se desmanteló en 1973. Cabe preguntarse qué razones habría para mantener dicho modelo dados sus resultados en lo social[2], ambiental y económico. Es una discusión de fondo, que alude al modelo de desarrollo, y no meramente a la pertinencia técnica de políticas contraciclicas. Sin una política industrial inserta en un modelo de desarrollo humano difícilmente lograremos integrarnos inteligentemente al mundo construyendo a la vez una sociedad más equitativa, democrática y sostenible.




 

 

 

JORGE GAJARDO ECONOMISTA UNIVERSIDAD DE CHILE

 

MAYO 2019

 

 

 

[1] Según la fundación SOL con datos de la encuesta casen el 50% de los trabajadores y trabajadoras con jornada completa reciben un salario menor a $370 mil y sólo un 30% obtiene más de $500 mil líquidos.

 

[2] La Universidad de Chile en un estudio sobre la distribución del ingreso calcula que el 1% mas rico en Chile se queda con el 30% del ingreso nacional, y el 0,01 (unas 2500 familias) con el 10% . (“LA PARTE DEL LEON”; Universidad de Chile: Ramón López Eugenio Figueroa B. Pablo Gutiérrez C. Santiago, Marzo 2013 ( “LA PARTE DEL LEON”; Universidad de Chile: Ramón López Eugenio Figueroa B. Pablo Gutiérrez C. Santiago, Marzo 2013 )

 



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