Crónicas de un país anormal

Paulo Guedes, el fanático admirador de los Chicago Boys chilenos

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El actual ministro de Economía del gobierno ultra reaccionario de Jair Bolsonaro, Paulo Guedes, fue compañero de los economistas chilenos del “Ladrillo”, en la Universidad de Chicago. Según Joaquín Lavín, Guedes era el único brasilero entre los seguidores de Milton Friedman.

 

El neoliberalismo de la escuela austriaca y el monetarismo norteamericano constituyen una concepción fanática de la economía, que no tiene relación alguna con el liberalismo político: en el fondo, es un conservantismo autoritario en el plano socio-político. Las teorías neoliberales suponen la privatización de las empresas estatales y, en su visión más radical, el anarco-liberalismo, limitando al Estado a convertirse en el gendarme de la propiedad privada..

 

El neoliberalismo ha triunfado en Chile sólo porque la dictadura de Augusto Pinochet tenía todo el poder, y podía exterminar a los pobres condenándolos a morir de hambre. El neoliberalismo funcionaría a las maravillas en una sociedad donde sólo existieran los ricos, en tanto los ciudadanos que carecen de dinero padecieran   una peste que los llevara a una muerte rápida, ojalá indolora.

 

 Si un tirano como Pinochet pudiera lanzar al mar a miles de opositores, y al resto condenarlo a un “PEM y POJ”, por cierto que tendría éxito rotundo en la aplicación de las modernizaciones propuestas por el  de los hijos de Don Pepe y doña Picha, el  más ambicioso, codicioso y fanático de la familia, José Piñera.

 

José Piñera, al igual que sus “discípulos” Jair Bolsonaro Paulo Guedes, falsean la realidad, como todos los autócratas neoliberales: en su discurso sostiene que el sistema de ahorro forzado de capitalización individual asegura a todos los jubilados una tasa de retorno superior al 70% del último sueldo, y que hará muy felices a las sociedades en proceso de envejecimiento. En el mundo feliz de Pepe Piñera y sus émulos brasileros, los adultos mayores serán ricos, propietarios y felices, (todos los viejitos dedicaremos nuestros últimos veinte años a recorrer el mundo en un crucero de lujo).

 

El sistema de capitalización individual es muy bueno para una sociedad en que se haya eliminado a las capas medias y bajas. No cabe duda de que una persona que gana el máximo cotizable y además  lo ha hecho durante cuarenta años, recibirá  una muy buena pensión, o un seguro de renta vitalicia que le permitirá darse una gran vida, (sin embargo, Ramón Valente, actual ministro de Economía -nadie puede negarle que sea un experto en la materia- declaró que no cotizaba en la AFP, y sus razones tendrá).

 

El ahorro forzoso individual es una fuente de riqueza para las Administradoras de Pensiones, pues pase lo que pase en el mercado bursátil o el secundario de Bonos, siempre tendrán asegurado el porcentaje por la administración.

 

Poco les  importa a los dueños de las AFPs, que estas instituciones sean las más desprestigiadas por los chilenos: sólo el 5% las apoya, según la última encuesta CERC MORI. “Ande yo caliente y ríase la gente”, y “plata llama plata”.

 

El neoliberalismo no congenia con la democracia, pues en el único país que ha tenido cierta significación ha sido durante el Chile de Pinochet. Ronald Reagan y Margaret Thatcher reconocieron, en su época, que no podían aplicar integralmente las recetas de la Escuela de Austria o la de los Chicago Boys, pues en un país democrático estas modernizaciones serían rechazadas por la mayoría de los ciudadanos.

 

El triunfo de Jair Bolsonaro se explica por la corrupción del sistema político que, en el caso brasilero, es integral y total: todas las instituciones están podridas, y  es imposible ser presidente, parlamentario o empresario y no robar, pues en el caso de Brasil el poder es sinónimo de corrupción. En el plano económico, Brasil está padeciendo una cruda y preocupante recesión.

 

Solo una situación de caos, como la brasilera, con un ex Presidente en la cárcel y otro en las puertas del presidio, con la mayoría de senadores y diputados encausados por la justicia, puede explicar que los ciudadanos hayan decidido elegir a un político que se hacía pasar como nuevo, cuando ya llevaba años de diputado, e  impoluto, cuando es más ladrón que gato de campo.

 

 Han bastado cinco meses de gobierno para que los electores se dieran cuenta de que Jair Bolsonaro es incapaz de enfrentar los problemas de los cuales adolece Brasil y, por añadidura, instaló en su gabinete ministerial a militares “retardados mentales”, y que este mandatario es más nepotista que el mismísimo Sebastián Piñera, pues instaló en el poder a sus tres hijos, y uno de ellos resultó ladrón.

 

En su gabinete destacan el ex juez Sergio Moro y el Chicago Boys, Paulo Guedes, el primero envió a la cárcel a Inácio Lula  da Silva, lo cual demuestra que la judicialización de la política sólo sirve para instalar a los jueces en el poder, y el segundo, está decidido a copiar el modelo chileno de Pinochet.

 

Brasil se ha regido, hasta ahora, por el sistema solidario de reparto: en el caso de las mujeres, bastaba con 30 años de cotización, y de los hombres, 35 años para jubilar. La reforma que propone el gobierno de Bolsonaro aumenta la edad de los hombres a los 65 años, y a las mujeres, a 62 años. El mínimo para jubilar es de 20 años de cotización y para la totalidad de la pensión, 40 años. Al igual que en Chile, los militares se mantienen en el sistema solidario antiguo.

 

Según Guedes, el sistema de pensiones brasilero quebraría hacia el año 2022  o 2023, por consiguiente, de no aprobarse su fanática reforma de pensiones, se vería obligado a renunciar a su cargo. Consultado el presidente sobre esta amenaza aseveró que cualquier ministro tenía derecho a renunciar.

 

El Senado y la Cámara de Diputados en ese país es un verdadero caos: hay más de 30 partidos políticos, y Bolsonaro no cuenta con la mayoría necesaria para aprobar sus reformas. Por lo demás la reforma de pensiones requiere un cambio constitucional, con una mayoría de 3/5, que parece muy difícil de alcanzar, en consecuencia, el miércoles 29 de mayo inició  un diálogo con presidentes de los poderes legislativo y judicial.

 

Bolsonaro, a cinco meses en el mando , está demostrando la incapacidad de los gobiernos neoliberales para conducir las democracias modernas, y el único camino de la ultraderecha y de la ultraizquierda es la dictadura.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

30/05/2019

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