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De fuerza social a fuerza política: nunca más sin nosotros

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La movilización convocada por la Coordinadora Feminista 8M destaca por su multitudinaria manifestación y por la publicación de un petitorio de diez puntos que abarcan cuestiones que están en el alma del orden cultural vigente.

Pero existe el riesgo real de que las cosas queden donde están, o más atrás, si esa energía nuevamente es cooptada por el régimen, las envuelva en el edulcorado papel de los proyectos de ley, se entrampe en discusiones estériles en el Congreso y de todo lo que hubo, no quede nada.

 

El escenario no es algo tan difícil de prever si se considera el historial de marchas fabulosas que ha habido desde el retiro programado de los militares.

 

Cada una de esas grandes manifestaciones dio paso al oportunismo de los poderosos, los que luego de denostar las convocatorias, asumieron como propia las multitudinarias concentraciones y sus planteamientos.

 

Veamos cómo, sin vergüenza, Piñera, luego de denostar la convocatoria femenina, asumió como propia la multitudinaria concentración. Así ha sido siempre. El poder finalmente se ha apropiado de la energía que queda flotando en el aire.

 

Uno de las movilizaciones más trascendentes hasta ahora ha sido la que protagonizaron los estudiantes cuya culminación irreversible sería el año 2011. Los orígenes de esas movilizaciones se pueden fijar en el año 2001, con el mochilazo y el 2005 – 2006, con el movimiento de los pingüinos. Los universitarios demoraron en meterse a la pelea.

 

Lo mismo: las manifestaciones dieron paso al oportunismo de los poderosos los que luego de denostar las convocatorias, asumieron como propia las multitudinarias concentraciones y sus planteamientos.

 

Y luego, en términos de avances efectivos en las consignas de entonces, educación sin lucro, pública, laica y para todos, no se ha avanzado nada. Más bien, se ha retrocedido a juzgar por la irrupción de la ultraderecha y sus proyectos retrógrados del último tiempo.

 

Y luego, el movimiento decayó.

 

El año 2017 fue la culminación de un proceso de instalación en la opinión de los trabajadores y sus organizaciones de la tragedia que trae aparejada el sistema de capitalización individual mediante las AFP, que ha condenado la miseria a los jubilados.

 

Tema candente como pocos, tiene que ver no solo con las escuálidas pensiones que deben esperar luego de una vida de trabajo. Tanto peor, el sistema de AFP es un mecanismo que obliga a los trabajadores a financiar con parte importante de sus sueldos el sistema económico y recibir migajas a cambio.

 

La solidez del discurso del Movimiento No Más AFP, la honestidad y preparación de sus dirigentes y una extensa articulación de voluntades a lo largo de país, lograron no solo organizar multitudinarias manifestaciones, sino que desentrañar el horror y la maldad de un sistema inhumano.

 

Pudo, además, poner en marcha un extensa red de voluntades e inteligencias para realizar una consulta ciudadana en la que más de un millón de trabajadores se manifestaron democráticamente por superar el actual sistema de pensiones por uno de alcance humano.

 

Luego, vino lo mismo: las manifestaciones dieron paso al oportunismo de los poderosos los que luego de denostar las convocatorias, asumieron como propia las multitudinarias concentraciones y sus planteamientos.

 

Y luego, el movimiento decayó.

 

Es que al orden corrupto, inmoral, perverso e inhumano que domina con el peso de todo el poder no se le detiene ni combate con marchas, por muy majestuosas que resulten.

 

El campo de batalla que vale la pena es el que define la política, lo queramos o no, nos guste o no, así sea que tengamos por la institucionalidad vigente la más justificada de las aversiones.

 

Tarde o temprano el llamado mundo social, ese que se expresa con su descontento de miles de formatos, ese que con sus manifestaciones es capaz de cambiar agendas, ese que ha dejado no pocos muertos e infinidad de presos, perseguidos y castigados por la policía, deberá convencerse que el camino es el enfrentamiento decisivo en el campo en que más les duele: aquel en el que peligran sus posiciones de poder en la institucionalidad.

 

Esa lucha que le podría quitar sus beneficios, sus dietas y aportes millonarios. El que le podría arrebatar sus asientos en las municipalidades, la Cámara de Diputados, el Senado y en La Moneda.

 

Hemos puesto tres ejemplos de sectores sociales que han logrado modificar la agenda del sistema y sacar a millones a las calles, pero al sistema no se le han movido un pelo.

 

Se trata de llevar esa misma energía mostrada en las calles, a la lucha efectiva y útil por disputarles y quitarles su poder.

 

De transformar esa fuerza social en fuerza política. De decidir de una vez y para siempre: Nunca más sin nosotros.

 

¿Qué pasaría si se sumaran las voluntades políticas de los estudiantes que sufren un sistema educacional que discrimina, la voluntad de los trabajadores que se aprontan a sufrir una jubilación de mierda y de las mujeres que sufren el múltiple abuso del capitalismo, del patriarcado y de la violencia evidente y la oculta?

 

Y si se agrega a los pobladores que sufren la sequía inducia por la voracidad de los empresarios inmorales, a los que tienen que convivir en medio de venenos mortales que amenazan la vida de sus hijos, a los que ven como los mares, ríos y lagos se envenenan por la codicia de unos cuantos, a los que viven arracimados en los guetos construidos en las márgenes abandonadas de las ciudades, a los que deben soportar horas y horas un sistema de transporte peor que el de los animales, ¿no resulta acaso una mayoría arrasadora cuya mejor expresión en las votaciones que han sido, está en la abrumadora abstención?

 

Dele a esta gente una buena razón para votar. Dele los mejores candidatos elegidos por esa misma gente. Proponga a esta mayoría un programa que se decida a construir un Chile para todos. En el actual estado de cosas, cualquier avance que se oponga al neoliberalismo salvaje y criminal, es un cambio revolucionario.

 

Permítasele a la gente considerar su opinión al momento de elegir candidatos probos, honestos, mujeres y hombres con verdadera vocación de lucha y de entrega solidaria por todos los suyos.

 

Impúlsese la articulación más diversa e imaginativa capaz de superar definitivamente a los aparatos partidarios que hace rato perdieron la vinculación real con la gente, sus problemas y sueños.

 

Súmese a una convocatoria a todos los que tengan la necesidad de levantar la mano y dar su opinión.

 

Convóquese a quienes han sido cotidianamente engañados por las promesas, basureados por las leyes, castigados por la economía y no pocas veces castigados por la represión bárbara de la policía.

 

Y permítase que dirigentes probos, conocidos y responsables, con experiencia en la pelea, y verdadero valer como representantes de la gente, tengan la opción de ser elegidos por la gente, por toda la gente, para reemplazar a la casta de políticos que han usado el Congreso, las municipalidades y el gobierno, solo para hacerse ricos.

 

De no ser así, existe una alta probabilidad que el masivo movimiento que desfiló el ocho de marzo, también decaiga.

 

Y, todo lo demás, nuevamente, sea silencio.

 

 

 

 

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